Especiales Semana

VALLE DEL CAUCA

19 de octubre de 1998

¿QUE QUEDA DE CALI?
De Cali quedan muchisimas cosas: muchas mas de las que ha podido perder o ha dejado de ganar. Y todas ellas (las que quedan) tienen que ver con la esencia de la ciudad.

Cali es una urbe
impredecible, intensa. Inmanejable por la razon. Inentendible por la lógica. Si usted quiere comprencler a Cali tiene que vivirla. Y si quiere quererla debe poseerla corriendo el riesgo de establecer con ella un extraño vinculo parecido al que une a los amantes que no pueden dejarse jamás.
Cali es una hecatombe. Un terremoto. Un torbellino. Es una locura. Un salpicon. Un sancocho. Nada esta escrito ni definido. La ciudad nace y se hace cada dia y pese a su controvertida ley zanahoria, ni descansa, ni duerme, en sus siempre cortas noches.
Ciudad vital, ha hecho del caos un fenomeno de convivencia. Mezcla de etnias, son perdidos los ingentes esfuerzos de quienes como foraneos desean conservar su identidad. El dejo, el 'no-se- que', el 'hablao' del caleño se va pegando, se introduce por los poros y en poco tiempo se entra a formar parte de este carrusel absolutamente chiflado para el que no la vive, asi sea para padecerla o disfrutarla.
Tiempo loco, el clima caleño prodiga un maldito sol calcinante en cualquier medio dia de un miercoles. Pero esa misma tarde cae un aguacero que remoja, moja y empapa la ciudad. Empero en la noche se aparece a mansalva una luna llena conspicua y de nuevo se abren las ventanas y se vuelve a escuchar el tamborileo de la salsa, esa mortal enfermedad de la cual una vez contagiado, no se libra nadie. Por nada del mundo.
¿Pero que es lo tiene esta ciudad en la que empatan tanto el Cali como el America y el pecado con los rezos? ¿Que encanto endiablado es el que posee que produce sacarronas sonrisas de quienes la evocan, cuando no unos recuerdos gratisimos de sus gentes mamagallistas y camelladoras?
Nadie lo ha podido explicar. Y pido que asi siga siendo, para que el misterio continue. Se lo digo yo, futuro, que ya me aburri de buscarle una sinderesis a mi ciudad. Asi es y punto. Y usted, o la toma o la toma. iQuien! por ejemplo, ha salido espantado de Cali? i siquiera aquel que no le dio la talla a una mujer de esas que aqui se dan silvestres y que parecen alimentadas con tallos de palmeras y acuerpadas de punta de zapallo, chontaduros y borojo.
Y es que el voltaje de las caleñas se funde y los fusibles de cualquiera: Con tres brincos y un revolcón dejan plantado al más pristino de los galanes, en cualquier estadero de los que fue la Zona Rosa, o en la mitad de la pista de una bailadero o lo dejan hablando solo en algunos de los restaurantes romanticongos que a la luz de las velas le hacen juego a la intimidad.
Y a su turno el caleño, que a Dios gracias ya se esta puliendo y que es considerado un buenavida en lo que a las lides amatorias concierne, es un encantador nato, alegre, descomplicado, bailandero y entonador tandto de los boleros de siempre como de las rancheras cuyas letras jamas logra aprenderse.
Hijos, padres y abuelos de apuestan al no cansancio cicla, rio Pance, Tres Cruces, Carretra al Mar, trote, caminada y madrugadas. Todo conduce a que quieran ser unos seres un tanto despreocupados por el ma;ana porque en el hoy est[an muy ocupados y ayer le echan tierra. Aburridos que estanmos de tanta mala fama que solo nos dejo unos interrogantes incontestables, una arquitectura grotesca y pintorescas y una mentalidad facilista, las duras y las maduras de estos dias estan ayudando a muchos a bajarse de la nube y ya en sus platas, a ser participes y protagonistas de una ciudad que no retrocede ni para coger impulso.