Especiales Semana

VINOS Y LICORES

13 de diciembre de 1982

COMO ELEGIR Y SABOREAR UN BUEN VINO
Luis Pasteur definió el vino como "la más saludable e higiénica de todas las bebidas". Hipócrates, por su parte, lo había declarado "maravillosamente apropiado para el hombre". Sin embargo, a pesar de esas virtudes sin restricciones que ambos le concedieron a los vinos, no todos son buenos ni pueden ser considerados como apropiados para cualquier circunstancia o acompañamiento.
En momentos en que el consumidor colombiano de vinos comienza a tener ante sí una gran variedad de opciones de calidades, precios y procedencias, es bueno recordar algunas normas generales para elegir y degustar un buen vino.
El vino es color, aroma, sabor y madera.
Para poder apreciar bien un buen vino tinto, por ejemplo, es imprescindible seguir algunas reglas básicas. Si se lo tiene en bodega, se lo debe sacar de ella, en lo posible, con 24 horas de anticipación a su degustación y dejarlo en pie, es decir, en posición vertical, hasta una hora antes de ser servido. En ese momento, con sumo cuidado, sin agitarlo, se lo pasará a un escanciador. Es imprescindible recordar que el vino tinto bueno debe airearse antes de saborearlo y que no debe ser enfriado. Un vino tinto Gran Reserva, de 5 ó 6 años, se toma a 18 ó 20 grados de temperatura. Un tinto de 3 ó 4 años, a 15 ó 17 °C. Para poder apreciarlo bien debe ser servido en vasos de cristal totalmente transparentes, de manera de poder ver bien su color, su tonalidad. Si el vino es de escasa transparencia, opaco, es de mala calidad; en cambio si tiene una buena transparencia es, por regla general, bueno.
Si el vino elegido es blanco o rosado en cambio, debe ser enfriado. Si es blanco, a unos 6°C y si es rosado a 8 ó 9 grados. Y casi nunca necesitan ser aireados. Un vino blanco joven, de buena calidad, tiene una tonalidad amarilla pálida, frecuentemente combinada con un verde muy ligero. Al envejecer adquiere una coloración oscura hasta convertirse, de acuerdo a su añejamiento y calidad, en castaño.
Apreciado el color del vino, el paso siguiente es evaluar su bouquet, aroma o perfume. Y para ello el vino no debe ser servido en vasos de boca muy grande, para evitar perder parte de la riqueza del bouquet. Al hacer rotar el vino en la copa, se libera el aroma y si al inhalarlo se nota que el bouquet es suave y afrutado, se está en presencia de un buen vino. Si, por el contrario, se lo nota áspero, "verde", poco hecho, se trata de un vino ácido, de mala calidad.
Después de todos los pasos anteriores llega, por fin, el momento esperado de saborear el vino. Sin embargo, debe hacerse gradualmente: se debe tomar un pequeño sorbo, hacerlo rotar en la boca a fin de exponerlo a las papilas gustatorias y aspirar un poco de aire a través del vino, de manera de combinar el sabor y el aroma. Si la sensación obtenida es armoniosa, equilibrada, sin asperezas, definitivamente, se trata de un buen vino. Entonces, ahora sí sin dilaciones, se trata de disfrutarlo.
LOS WHISKYS QUE MAS SE VENDEN EN EL MUNDO
Hace dos años, en 1980, quince marcas se repartían las dos terceras partes del mercado mundial de whiskys. Nueve de ellas obtenían algo más de la mitad de las ventas totales. Ellos son:
Johnnie Walker Red: el líder en Europa Continental coloca 9 millones de cajas para obtener un 12 por ciento de las ventas totales.
J&B: número dos en los favoritos del mercado norteamericano, tiene un 7 por ciento del mercado, con ventas del orden de los 5.6 millones de cajas.
Bell's: 4.3 millones de cajas y 6 por ciento del mercado atestiguan su fulminante ascenso, duplicando su participación en sólo ocho años.
Dewars: 4.2 millones de cajas, algo menos del 6 por ciento.
Teacher's: ocupa el quinto lugar de las preferencias, con 3.4 millones de cajas y 5 por ciento de participación en las ventas.
White Horse: este whisky, de espectaculares ventas en Medio y Extremo Oriente, vende 3.3 millones de cajas y obtiene el 4.5 por ciento del total del mercado mundial.
Ballantines: con muy buenas preferencias en la Europa Continental, mantiene una posición estable, como el séptimo vendedor mundial, con 3.2 millones de cajas y 4 por ciento del mercado.
Haig: con una participación pareja y presencia en todos los mercados importantes, el Haig obtiene algo menos del 4 por ciento del mercado con sus 3 millones de cajas.
Johnnie Walker Black: el primero entre los whiskys de lujo, progresa a un ritmo sostenido, con ventas de más de 2.9 millones de cajas y una participación del 3.7 por ciento.
Estos nueve whiskys son los líderes del mercado mundial, aunque algunos de ellos aún siguen siendo desconocidos por los colombianos.

VINOS CHILENOS
Las bodegas donde reposan los vinos chilenos son centenarias
y algunas de ellas han sido declaradas monumento nacional.

Existe un libro titulado "El vino considerado como una de las Bellas Artes", pero el vino es mucho más que eso. Basta con observar al hombre que se encarga de catarlo y ver la completa complacencia vital con la que se entrega, mezcla de sensaciones y reflexiones intelectuales. Porque los catadores no sólo degustan sino que "interpretan" cada vino, del mismo modo que un pianista interpreta una sonata. No consume, recrea. En cierto modo es un poeta. Su "criticismo estético" se basa en una verdadera práctica profesional, que es el fundamento de los negocios del mundo vinícola.
El gusto colombiano ha demostrado gran preferencia por los vinos chilenos; de allí que cada año aumente en forma considerable la importación de marcas chilenas, consideradas entre las de más alta calidad del mundo.
Los primeros intentos por producir vid en Chile se remontan al año 1554. A partir de ese instante, el país sudamericano comenzó a ser calificado como productor de vino de gran reputación. En el continente americano, Estados Unidos y Chile fueron las primeras naciones que se incorporaron a la industria vitivinícola en forma exitosa. Hubo muchos países que lo intentaron, pero fracasaron en forma rotunda.

COUSIÑO MACUL, TODA UNA TRADICION
En 1868 comenzó a funcionar como tal la famosa Viña Cousiño-Macul, con cepas traídas de Francia y bajo la conducción de una hermosa mujer: doña Isidora Goyenechea quien, a los 37 años enviudó de don Luis Cousiño y quedó heredera de una cuantiosa fortuna que incluía palacios, parques y el vergel donde se plantó la viña, en Macul, hacienda vecina a Santiago.
El éxito de estos vinos ha estado en las personas que han manejado la industria, hace ya muchos años en manos de don Arturo Cousiño Lyon y doña Rosa Subercaseaux de Cousiño, y en el hecho de que siempre han operado con los cepajes más finos. Han importado el "cabernet souvignon" para el tinto y, para el blanco, han variado del "semillón" y el "sauvignon" al "riesling", que es el que se utiliza para el "Doña Isidora". Otras marcas que han colocado este viñedo entre los cinco mejores del mundo son "Antiguas Reservas", "Don Luis" y "Don Matías".
En el transcurso de diez años, porque antes no exportaban, la viña Cousiño Macul colocó 80 mil cajas entre Colombia, Brasil, Inglaterra, principalmente, lo que significó un millón 600 mil dólares anuales, aproximadamente.

SANTA RITA...LENTAMENTE
Un mar de viñas que sólo finaliza a los pies de los primeros cerros cordilleranos, casas blancas de cal y muy antiguas, árboles centenarios y la famosa Bodega Uno constituyen parte de la historia de la Viña Santa Rita. A lo cual hay que agregar su famoso slogan: "Si es Santa Rita... bébalo lentamente".
"Banquete Blanco", "120", "Gran Vino" y "Llavería" son algunas de las marcas de este viñedo que han recorrido el mundo. La más famosa, "120", debe su nombre a los 120 patriotas que, luego de pelear la Batalla de Rancagua, llegaron extenuados hasta las tierras de Santa Rita, donde su dueña, doña Paula Jaraquemada, les dio amparo escondiéndolos en su bodega de vinos.

VIÑA TARAPACA
Primero se llamó como el territorio norteño de donde provenía su dueño luego la adquirió Manuel Zavala, quien la rebautizó con su apellido para que, finalmente, sus posteriores dueños la convirtieran en Tarapacá ex Zavala, viña que hoy, al cabo de 110 años de existencia, conjuga adecuadamente la tradición y la tecnología. Vende un millón de litros al año, incluídas las exportaciones a Brasil -gran consumidor del "Gran Tarapacá"-, Colombia, Argentina, Paraguay y otros países latinoamericanos.
Hace un par de años, se realizaban labores para plantar 60 hectáreas más de Cabernet Sauvignon y Pinot Noir en los faldeos cordilleranos que se alzan sobre las actuales viñas, terrenos que por su ubicación obligan a utilizar las más modernas técnicas de riego y manejo.
Las bodegas de Tarapacá ex Zavala albergan 4 millones de litros de vino fino que aguardan su madurez para satisfacer a los consumidores más exigentes.

VIÑA CONCHA Y TORO, LA DEL CASILLERO DEL DIABLO
En el siglo pasado el Marqués don Melchor de Concha y Toro llevó a Chile un famoso enólogo francés y nobles cepajes también galos que cultivó en la zona central del país, en el Valle de Maipo, regiones vitivinícolas por excelencia. En la actualidad se siguen cultivando tradicionalmente dichos viñedos, cuya superficie total a la fecha alcanza a las mil cuatrocientas hectáreas plantadas.
Concha y Toro mantiene el liderazgo como la mayor exportadora de vinos finos embotellados de Chile. Cerca de treinta países requieren sus renombrados "Márqués de Casa Concha" "Casillero del Diablo", "Reservado" y "Santa Emiliana". Este último reposa durante varios años en vasijas hechas de madera de encina proveniente de los bosques de Bosnia, en Yugoslavia. Ha ganado el Galardón de Oro y el Doble Galardón de Oro, en concursos internacionales de alta envergadura,

VIÑA UNDURRAGA
La llaman la viña de reyes por haber recibido, a lo largo de los años, la visita de don Carlos de Borbón, del rey Balduino de Bélgica y la reina Fabiola, del rey Olaf de Noruega y otros miembros de la realeza europea y de la política mundial como el duque de los Abruzos, Fernando de Baviera y Borbón (cuñado de Alfonso XIII), el arzobispo Makarios -quien también era viticultor en Chipre-, el presidente de México Adolfo López Mateos, el mandatario brasileño Joao Goulart y el canciller alemán Willy Brandt.
Los vinos producidos por la viña de los fundos Santa Ana y Peruechea, a sólo 30 kilómetros de Santiago, han conquistado renombre en los cinco continentes. Exportan casi el 35 por ciento de la producción, que alcanza a los dos millones 600 mil botellas aproximadamente. El más fino es el "Viejo Roble", que se mantiene seis años en toneles de madera de vieja encina y luego otro año embotellado. Luego vienen el "Rhin" y el "Pinot". La botella caramayola es una característica de la Viña Undurraga, quien fue la primera en ponerla en el mercado.

SANTA CAROLINA ESTRELLA DE ORO
En la bodega madre de la viña Santa Carolina, también ubicada en el rico Valle del Maipo, declarado monumento nacional, reposan en añejos toneles y cubas de roble americanos millones de litros que aguardan el momento óptimo para ser embotellados.
En esta centenaria bodega se guarda por más de cinco años el famoso "Estrella de Oro", considerado entre los mejores vinos producidos en Chile. Tanto en tinto como en blanco le siguen el "Tres Estrellas", "Gran Portón" y el "Gran Vino".