Especiales Semana

¿VIVO O MUERTO?

Cien años después de su muerte, la polémica en torno a su doctrina no ha terminado. Pero su vida y su obra le han dado un sello particular a la historia del siglo XX.

11 de abril de 1983

Karl Marx murió el 14 de marzo de 1883. El siglo que ha transcurrido desde entonces lleva su sello. Cerca de la mitad de la humanidad vive bajo regímenes inspirados en su doctrina y la mitad restante, ya sea a favor o en contra, consciente o inconscientemente, lo tiene como término de referencia.
La principal preocupación de los gobiernos no marxistas consiste en neutralizar las presiones sociales que galopan al ritmo radical de sus ideas.
En el mundo capitalista, la llegada del marxismo es considerada como la pena máxima que se paga cuando el sistema comete demasiados errores.
Todas las modalidades han sido intentadas para evitarlo: desde el uso de la fuerza, hasta la asimilación de algunos de sus conceptos para buscar fórmulas intermedias que lo frenen. Marxismo hay en todas las variantes y en todos los grados, desde los experimentos más "ortodoxos", como el soviético, pasando por esquemas menos rígidos como el yugoslavo que permite formas atenuadas de libre empresa, hasta las tiranías unipartidistas de algunos Estados del Africa como la República Centro Africana. Aún en países capitalístas, partidos de estirpe marxista han logrado llegar al poder a través de fórmulas de convivencia con el capitalismo, como es el caso de España y Francia.
El hombre que originó todos estos acontecimientos fue un alemán de origen judío, nacido a principios del siglo XIX, que pasó la mitad de su vida leyendo y la otra mitad tratando de obtener las consecuencias políticas de su aprendizaje. No hubo rama del saber humano que no ocupara su atención y en la cual no dejara su huella: filosofía, economía, literatura, agricultura, educación y periodismo, para citar sólo algunas. Muchos han querido dar su fórmula propia para un nuevo tipo de sociedad, pero ninguno como Marx tuvo la precaución de estudiar, concienzudamente y a fondo, los fundamentos de la sociedad que quería reemplazar. La universalidad de su pensamiento hace que sea interminable la lista de grandes hombres que, en una u otra forma, fueron influidos por él y que, a su turno, influyeron a millones de personas: filosofos como Sartre y Althusser, economistas como Paul Baran, politólogos como David McLellan, psiquiatras como Eric Fromm, historiadores como Paul Villard, dramaturgos como Bertolt Brecht y poetas como Neruda han alcanzado la fama en sus respectivas disciplinas apoyándose en principios marxistas.
"Los filósofos sólo han interpretado el mundo de diversas maneras. Lo que se trata es de transformarlo" afirmaba Marx y, sin duda alguna, él efectivamente lo transformó. Si de algún libro puede decirse que haya modificado el curso de la historia, es de su principal obra, El Capital. Mientras otros pensadores de la época, como Hegel, exaltaban el capitalismo recién surgido de la revolución industrial como la etapa superior del desarrollo de la humanidad, Marx, anticipándose a su tiempo, analizó minuciosamente ese modo de producción y llegó a la conclusión de que el naciente capitalismo contenía los gérmenes de su propia destrucción. Según Marx, la contradicción irreconciliable entre los intereses del capitalista y de los asalariados llevaría indefectiblemente a la destrucción del sistema, abriendo paso a un nuevo modo de producción, el socialismo, que se caracterizaría por la desaparición de la propiedad privada de los medios de producción.
Antes de Marx, fueron muchos los que, como Owen, Saint-Simon y Fourier, criticaron la sociedad capitalista y abogaron por una sociedad más justa e igualitaria Expresaron nobles aspiraciones humanitarias y por ello se les llamó socialistas utópicos. Marx fue más allá de los buenos sentimientos y pretendió probar científicamente que la sociedad capitalista estaba condenada a desaparecer, y que el advenimiento del socialismo no sólo era deseable, sino además inevitable. Con él se inicia, por este motivo, el llamado socialismo científico.
Adam Smith, el padre de la ciencia económica, sostenía que el sistema capitalista de la libre empresa proporcionaba el mayor grado posible de bienestar a la sociedad. La competencia y la especialización resultantes se traducirían en métodos más eficaces de producción que permitirian producir a menor costo los bienes demandados por el público. El enriquecimiento de los capitalistas redundaría en beneficio de la sociedad mediante un mecanismo que el nunca especificó sino que se limitó a denominar "la mano invisible". Esta tesis le valió una inmensa popularidad pues, como es evidente, equivalia a darle una justificación ético-filosófica al sistema de libre empresa imperante en los albores del capitalismo.
Marx, utilizando el método dialéctico desarrollado por Hegel, llegó a la conclusión contraria. Para él, el resultado final sería otro. La libre empresa y la competencia conducirían a que las firmas más fuertes sacaran del mercado a las más débiles hasta consolidar gradualmente un monopolio.
La riqueza se concentraría cada vez más en menos manos y el resto de la sociedad, cada vez más pobre, no tendría suficientes ingresos para comprar todo lo que producirían las empresas capitalistas La consiguiente falta de demanda se traduciría en crisis periódicas de creciente intensidad hasta llegar a una crisis final que el sistema capitalista no podría superar.
Alternativamente, según Marx, en la medida en que los bienes de capital aumentaban disminuía el rendimiento sobre el capital hasta llegar a un punto tan bajo que hacer negocios perdería todo interés. Después de una parálisis general el sistema se vendría al traste.
Por cualquiera de estas dos vías llegaría inevitablemente el día en que los proletarios, cada vez más miserables, encontrarían insoportable su situación y se produciría una revolución que acabaría con el sistema capitalista.
Marx identificó al proletariado como la fuerza motriz capaz de llevar a cabo esa revolución. "Proletarios de todo el mundo uníos" escribió junto con Engels en 1948 en ese memorable documento conocido con el nombre de "Manifiesto Comunista". Desde entonces su nombre ha quedado indisolublemente ligado al término "comunismo" que, según él, sería la fase final del desarrollo de la humanidad. En ese manifiesto Marx hace un llamado a toda la clase trabajadora a participar en la lucha por su emancipación que no podría tener ningún origen diferente que la acción directa de los trabajadores. Una vez esta acción llevara a la toma del poder por parte del proletariado éste debería establecer una dictadura para defender sus intereses. "La dictadura del proletariado" sería el período de transición entre el socialismo y el comunismo y durante ésta se generarían las condiciones materiales para la construcción del socialismo, la supresión de las clases; todo lo cual llevaria a una sociedad en la cual el Estado desaparecería.
Cien años después de su muerte es difícil hacer un balance sobre Marx, sobre su sistema y sobre sus predicciones. La primera dificultad reside en que muchos confunden el triunfo militar o político de sus partidarios en diferentes rincones del mundo con el cumplimiento de sus pronósticos económicos. En realidad las dos cosas con frecuencia poco tienen que ver. Marx nunca anticipó muchos de los fenómenos que hoy son considerados como resultados ejemplares del esquema marxista. En realidad sus predicciones, aún cuando aparentemente basadas en una lógica irrefutable, en términos generales no se han cumplido. Las sociedades capitalistas más avanzadas como Inglaterra, Francia, Alemania y Estados Unidos nunca se desintegraron ni se volvieron comunistas como predecía Marx. Por el contrario fue en sociedades subdesarrolladas económicamente como Rusia y China, aún no maduras, según el dogma marxista, donde se implantó el comunismo.
Lenin, apoyado por el proletariado urbano de Moscú y Petrogrado impuso el comunismo en un país que apenas comenzaba a industrializarse.
Mao hizo algo que Marx jamás habría soñado, como fue ignorar las ciudades y el proletariado urbano (que es el eje del cambio y del movimiento histórico en Marx) e impuso el comunismo apoyado en las masas atrasadas de campesinos chinos. Tampoco se cumplió ningún proceso esbozado en sus escritos en la conversión al comunismo de los paises de Europa Oriental, donde cada crisis tenía tantas secuelas en la estructura social, que el debate entre los teóricos marxistas giraba no tanto alrededor de si el sistema desaparecería o no, sino más bien alrededor del número de años que faltaba para que este evento sucediera.
En la década de los 30, líderes con enfoques tan diferentes como Roosevelt y Hitler, recogiendo conceptos planteados originalmente por Keynes dieron paso al intervencionismo del Estado que parece haber alterado el curso histórico en que venía el capitalismo.
Buena parte de esta rectificación tiene su orígen sin duda alguna en la amenaza inminente de que se convirtieran en realidad las predicciones de Marx. Este mismo temor, posiblemente, fue el que llevó a las clases dirigentes a hacer las concesiones que eventualmente neutralizarían o por lo menos aplazarían hasta la fecha sus vaticinios. Rápidamente desaparecieron las condiciones sociales de aquella Inglaterra victoriana que lo inspiró y el desarrollo y extensión tanto de los sindicatos como el concepto de seguridad social (cesantías, pensiones, vacaciones pagadas, etc.) han modificado sustancialmente los derechos y las condiciones de la clase trabajadora en los países capitalistas.
Independientemente de consideraciones de dogmática marxista, no sería aventurado afirmar que su mayor, alcance ha sido el de haber inspirado numerosos movimientos políticos que utilizándolo de bandera e interpretándolo cada uno a su manera han dado grandes pasos en la búsqueda de la equidad.
Aunque en absoluto rigor sus tesis no se han desarrollado de manera estricta, la enorme profundidad de su pensamiento y la justicia de sus conceptos, hacen innegable el hecho de que Carlos Marx, directa o indirectamente, ha sido el factor más determinante en la historia del siglo XX. -
"EL MANIFIESTO" ( fragmentos)
Un fantasma recorre Europa: El fantasma del comunismo. Todas las fuerzas de la vieja Europa se han unido en santa cruzada para acosar a ese fantasma: el Papa y el zar, Metternich y Guizot los radicales franceses y los polizontes alemanes.
¿Qué partido de oposición no ha sido motejado de comunista por sus adversarios en el Poder? ¿Qué partido de oposición, a su vez, no ha lanzado, tanto a los representantes más avanzados de la oposición como a sus enemigos reaccionarios, el epiteto zahiriente de comunista?
De este hecho resulta una doble enseñanza: (. ..) Que el comunismo está ya reconocido como una fuerza por todas las potencias de Europa.
Que ya es hora de que los comunistas expongan a la faz del mundo entero sus conceptos, sus fines y sus aspiraciones; que opongan a la leyenda del fantasma del comunismo un manifiesto del propio Partido.
En resumen, los comunistas apoyan por doquier todo movimiento revolucionario contra el régimen social y político existente.
En todos estos movimientos ponen en primer término, como cuestión fundamental del movimiento, la cuestión de la propiedad, cualquiera que sea la forma más o menos desarrollada que ésta revista.
En fin, los comunistas trabajan en todas partes por la unión y el acuerdo entre los partidos democráticos de todos los paises.
Los comunistas consideran indigno ocultar sus ideas y propósitos.
Proclaman abiertamente que sus objetivos sólo pueden ser alcanzados derrocando por la violencia todo el orden social existente. Que las clases dominantes tiemblen ante una Revolución Comunista. Los proletarios no tienen nada que perder en ella más que sus cadenas.
Tienen, en cambio, un mundo que ganar.
¡Proletarios de todos los países, uníos!
KARL MARX (1818 1883)
Karl Marx nació el 5 de mayo de 1818 en Tréveris, ciudad alemana de la provincia de Renania cercana a la frontera entre Francia y Alemania.
Inicialmente estudió leyes, pero enfatizó los estudios en historia y filosofia. En 1941 se doctoró con una tesis sobre Demócrito y Epicuro.
Durante sus años uníversitarios formó parte del grupo de los "hegelianos de izquierda", quienes, con Ludwig Feuerbach a la cabeza, sacaban de la filosofia de Hegel conclusiones radicales y ateas.
En octubre de 1842, después de abandonar sus aspiraciones académicas, se trasladó a Colonia, para hacerse cargo de la jefatura de redacción de la "Gaceta del Rin", un nuevo periódico de oposición. Pero el 1ro. de enero de 1843 el gobierno prusiano ordenó su clausura. Meses más tarde, Marx contrajo matrimonio en Kreznach con Jenny von Westphalen, su novia de la intancia, y se trasladó a Paris en calidad de coeditor de los "Anales franco-alemanes", una revista radical, en donde proclamó la "crítica despiadada a todo lo existente". Fue en esta ciudad donde conoció a Federico Engels, en septiembre de 1844, quien hubo de ser por el resto de su vida su amigo y colaborador intelectual más intimo. En Paris participaron ambos activamente en la vida de los grupos revolucionarios de la ciudad haciendo allí Marx su primera profésión de fe comunista. Tal militancia fue aprovechada por el gobierno prusiano para instigar su expulsión de Paris, trasladándose entonces con su familia a Bruselas.
Noviembre de 1847 lo sorprendió participando con Engels en un congreso de una sociedad secreta de propaganda, la "Liga de los Comunistas", la que les confió la redacción de su programa, texto que viene a convertirse en el popular "Manifiesto del Partido Comunista".
Las revoluciones de 1848-49 que estallaron en Francia, extendiéndose a Alemania, condujeron a la expulsión de Marx de Bélgica. Regresó pues a París donde el nuevo gobierno provisional, que contenía a algunos socialistas, lo recibió con agrado. En abril, Marx y Engels partieron para Colonia, a participar en las revueltas contra el gobierno y la aristocracia.
Pero con el triunfo de la reacción, Marx y sus colegas fueron acusados de "incitar a la revuelta" y juzgados resultando absueltos en mayo de 1849. Sin embargo, Marx fue expulsado, ya que la contrarrevolución ya habia triunfado también allí. Se trasladó entonces con su familia a Londres, a donde llegó a finales del verano de 1849 y donde permaneció en condiciones muy penosas, de miseria en algunos casos-pese a la generosa ayuda de Engels-hasta el final de su vida, el 14 de marzo de 1883.
Tras la liquidación de la Liga, Marx y Engels cesaron durante años su actividad politica directa. Marx prosiguió sus estudios en la Biblioteca del Museo Británico y escribió artículos para un influyente diario norteamericano, el "New York Daily Tribune".
Muchos de tales articulos fueron en realidad escritos por Engels, pues Marx era incapaz al principio de escribir en inglés. Un año después lo logró hacer perfectamente por su propia cuenta.
Las grandes obras de Marx son escritas entre 1857 y 1867, especialmente su "Contribución a la critica de la economía política" (1859) y "El Capital" (1867), trabajo este último que, según él mismo, "descubre la ley económica del movimiento de la sociedad moderna". Fue, sin dada, su obra más elaborada y la codificación mayor de supensamiento.
A poco de su llegada a Londres, Marx había hecho contacto con los "cartistas", dirigentes del movimiento obrero inglés de la primera mitad del siglo pasado. Por otra parte, en 1864, Marx jugó un papel central en la organizacion de la "Asociación Internacional de los Trabajadores "-la primera Internacional -.
Formó parte de su consejo directivo escribió su primer "Manifiesto", numerosas declaraciones y orientó su política hasta su disolución en 1876. En su libro "La guerra civil en Francia", Marx analizó profundamente la experiencia revolucionaria de la Comuna de Paris (1871), en la que los obreros de esa ciudad establecieron por primera vez en el mundo un gobierno proletario. Así mismo, durante estos años Marx mantuvo un vivo interés por el movimiento obrero alemán y el proceso ruso.
Ante la fundación del partido social demócrata alemán, por ejemplo, Marx escribió su conocida "Crítica del programa de Gotha", que contiene algunos de sus escasos comentanos sobre la futura sociedad socialista. Una bronquitis crónica, producto del tabaco infecto que consumía, sus intensos estudios para completar "El Capital" y la muerte de su esposa, en diciembre de 1881, minaron su salud. A su muerte fue enterrado junto a Jenny, en el cementerio de Highgate de Londres.
Engels necesitó once años para ordenar y clasificar sus últimos textos, logrando finalmente publicar el segundo y tercer tomo de "El Capital".
MARX Y EL TERCER MUNDO
Una paradoja del marxismo es que donde mayor acogida tiene hoy en día es en el tercer mundo, y, sin embargo, Marx nunca se interesó por los paises subdesarrollados ni escribió nada importante sobre ellos. Lo que los intelectuales de esos países (incluído Colombia) entienden como aplicación del marxismo-a la problemática nacional, no son planteamientos de Marx sino extensiones de su pensamiento desarrolladas inicialmente por Lenin y por Rosa Luxemburgo. Los dos autores en cuestión fueron de las primeras personas en estudiar lo que ocurre, cuando entran en contacto dentro de la economía mundial, paises que tienen un grado de desarrollo diferente. Este tipo de análisis produce la llamada "teoría del imperialismo", la que pretende explicar como un imperativo de la dinámica económica la expansión europea, japonesa y norteamericana y su otra cara el colonialismo y el subdesarrollo del Tercer Mundo.
Lenin, en su libro "El imperialismo fase superior del capitalismo", apoyándose en la "Ley de la baja tendencia de la tasa de rendimiento " expuesta por Marx en "El Capital" sostiene que los paises capitalistas están obligados a dominar territorios menos desarrollados para exportar a ellos sus excedentes de capital. De esta manera luchan por contrarrestar la tendencia a la baja de la tasa de utilidades, poniéndole freno a la acumulación de capital dentro de la propia economía.
De otro lado está Rosa Luxemburgo quien parte del modelo de crecimiento de la economia capitalista expuesta por Marx en el volumen 11 de El Capital. Para ella la tendencia a la superproducción, característica de los países capitalistas que según Marx tiene como consecuencia crisis periódicas, los impele a buscar como solución el control de territorios menos desarrollados para conquistar sus mercados.
De manera directa o indirecta ambas teorías, pero principalmente la segunda, han tenido una influencia en el pensamiento de los intelectuales de los paises del Tercer Mundo. En nuestro propio medio, los teorizantes de la escuela latinoamericana cuyo tradicional foco es la CEPAL, sin ser marxista, acusan una marcada influencia del esquema de Rosa Luxemburgo.
Para ellos el problema del desarrollo es el problema de la "dependencia" de nuestros paises frente a los paises industrializados. Esto se debe, según ellos, a que la inserción de América Latina en el mercado mundial, dominado por las naciones industrializadas ha tenido como consecuencia úna división internacional del trabajo en que los paises del Tercer Mundo se especializan en las actividades menos ventajosas como la producción de materias primas, donde el progreso técnico es muy lento en tanto que los paises industrializádos, se especializan en actividades industriales donde el progreso técnico es muy rápido y en consecuencia la productidad por habitante cada vez mayor. De esta manera la participación pasiva en el mercado mundial nos condena al estancamiento.
UN PADRE CELOSO
El Marx que normalmente se divulga y conoce es el gran pensador revolucionario del siglo XIX, creador del socialismo científico. El irónico polemista y el infatigable combatiente del proletariado, mientras que es aspecto humano del personaje se ignora y oculta. Prueba de esto es la casi inexistente bibliografía al respecto. Solamente desde hace unos años para atrás se ha visto un significativo esfuerzo investigativo por colmar este vacío.
Pocos investigadores se han preocupado por ese "otro" Marx, sin cuyo conocimiento es imposible entender el pensador político y el combatiente de la revolución. Pocos se han preocupado por ese Marx acosado tanto por los cobros del panadero y del carnicero como por sus dolores de muela y sus accesos de forunculosis. Por ese Marx tan buen economista como mal administrador de sus escasos dineros. Por ese Marx preocupado por las minucias de la vida cotidiana, preocupado por definir el amor y por controlar los noviazgos de sus hijas. Por ese hombre que lloró amargamente la muerte de su hijo Edgar, pero que no supo entender el dolor de Engels a la muerte de su Mary Burns.
La presente carta muestra al Marx intensamente preocupado por el futuro de sus hijas y por hacer que sus relaciones se atengan a los usos y costumbres tradicionales de su tiempo, donde cierto liberalismo era una verdadera ofensa.
Ha sido traducida del libro de Ivonne Kapp, "Eleanor, chronique familiares des Marx", Editions Sociales, París 1980
Las palabras que aparecen entre paréntesis corresponden al original y son palabras que, debido a la difícil caligrafía de Marx, son imposibles de entender. El idioma francés fue escogido por Marx para escribir esta carta. Pudiera decirse, casi con absoluta certeza, que es la primera vez que este documento se publica en español.
Londres, agosto 13 de 1866
Miquerido Lafargue,
Permítame hacerle las siguientes observaciones:
1--Si desea continuar sus relaciones con mi hija, tendrá que (reconsiderar) su método "de cortejarla".
Usted bien sabe que hasta el momento no ha habido ningún compromiso, que todo es aún provisorio y que si aun ella fuese su novia oficial, no deberia olvidar que de lo que se trata es de un asunto a largo plazo. Las costumbres de una intimidad muy grande estarian fuera de lugar en la medida en que los dos amantes residan en la misma casa durante un periódo necesariamente prolongado, colmado de difíciles pruebas y de purgatorio. He observado con escalotrio las transformaciones en su conducta de un díá para otro durante el periódo geotógico de solamente una semana. A mi manera de ver el verdadero amor se traduce en la reserva y la modestia, así como en la timídez del amante con respecto a su adorada, y no precisamente en el hecho de dar rienda suelta a la pasión y a las demostraciones de una familiaridad precoz. (Si) para esto (usted) apela a su temperamento creol es entonces mí deber interponer mi razón entre su temperamento y mi hija. Si cuando usted está con ella no sabe amar de una manera acorde al meridiano de Londres, deberá resignarse a amarla a distancia. A buen (entendedor) pocas palabras bastan.
2-Antes de poner definitivamente en orden sus relaciones con Laura, requiero serias aclaraciones sobre suposición económica.
Mi hija se imagina que estoy al corriente de sus asuntos personales, pero se equivoca. No le he hecho frente a este asunto, puesto que en mi opinión, era a usted a quien correspondería tomar la iniciativa.
Usted sabe que he sacrificado toda mi fortuna en las luchas revolucionarias, de lo que no me arrepiento, antes por el contrario, si tuviese que volver a comenzar mi carrera haría lo mismo, únicamente que (no me casaria). Y mientras esté a mi alcance, quiero salvar a mi hida de estos escollos, que tanto han afectado la vida de su madre.
Como este asunto jamás habría llegado al punto actual sin mi directa intervención (debilidad de mi parte) y sin la influencia de mi amistad por usted, una dura responsabilidad personal pesa sobre mi en lo que se refiere a la conducta de mi hija.
Sobre su situación inmediata las informaciones que he recibido, a pesar de no buscarlas, no son realmente muy apasionantes, sin embargo las he pasado por alto. Con respecto a su situación general sé que aún es estudiante, que su carrera en Francia esta medio trunca por los acontecimientos de Lieja que para su adaptación en Inglaterra grandes deficiencias muestra en instrumento indispensable, el idioma, por lo que en el mejor de los casos (sus oportunidades) son (de todas formas) problemáticas. La observación me ha convencido de que usted no es un trabajador por naturaleza, a pesar de sus accesos de actividad febril y de buenos deseos. En tales circunstancias, aportes (ajenos) a su propio trabajo le serán necesarios para poder embarcarse con mi hija. En lo referente a su familia, no sé nada. Se supone que tiene algunos recursos, lo que no prueba aún su deseo de hacer sacrificios por usted. Así mismo, tampoco sé con qué ojos ve ella sus propósitos de contraer este compromiso. Me hacen falta, lo repito, explicaciones positivas sobre estos puntos. Por otra parte usted, un realista (de la vida) no (puede) esperar que yo trate el futuro de mi hija como idealista. Usted, un hombre tan positivo que (deseaba) abolir la poesía, no puede hacer poesía a expensas de mi niña. Para prevenir toda falsa interpretación de (esta) carta le declaro que si usted estuviera dispuesto a contraer matrimonio desde hoy, eso no podría ser, mi hija no consentiría y yo protestaría.
Debe ser usted un hombre hecho y derecho antes de pensar en el matrimonio, es necesario que los dos pasen antes por muchas pruebas.
Yo quisiera que el secreto de esta carta quedaría entre los dos.
Espero su respuésta.
(de usted) Karl Marx
Traducción de Carlos Eduardo Jaramillo
POKER DE OPINIONES
FRACASO DEL MARXISMO
Por Juan Diego Jaramillo
Tal vez el mayor caso contemporáneo del marxismo consista en la invalidez de su aspiración de haber establecido una teoría científica de la política y de la historia. El orgullo nacionalista del marxismo llegó hasta el punto de establecer las etapas de evolución social que conducirían a la revolución en forma indefectible. Pero cumplidas estas, en el transcurso de algunos pueblos la etapa del socialismo utópico que no se ha cumplido. Y, por el contrario en aquellas naciones donde el socialismo existe, siempre como una forme u otra de dictadura personal y de partido, el sistema social y económico vigente allí resulta casi siempre una catastrófe.
Es evidente que los sistemas sociales han fracasado en lo social, al generar una estructura social acomplejada, gregaria, movida por el fganatismo y las pasiones axaltadas, sin libertades que son las que dignifican el espiritu del hombre. Y han fracasado en lo económico tanto en la organización de la producción como en la abolición de la propiedad privada, sin la cual, parecería no hay alimentos. Han fracasado en lo político al no haber logrado reemplazar los regímenes opresivos por unos sistemas democráticos de espíritu amplio. Ni siquiera la dictadura del proletariado se cumple, como concepto amplio en paises donde la trinca gobernante se ha convertido en una verdadera aristocracia del poder. Y los modelos socialistas han fracasado, sobre todo, en el campo de la creatividad que es la expresión de alto vuelo del espiritu humano: ni el campo tecnológico ni en el científico, ni el artístico, ni el literario ni el poético han logrado destacrse las naciones socialistas que antes de la revolución podían ufanarse de poseer unos espiritus selectos que aventajaban al común de la humanidad.
El socialismo moderno, entoces, alejado de puros objetivos racionalistas que lo movian originalmente, no tienen expresión triunfante sino en tormno de las aventuras militares Cuba, Angola, Nicarargua, Afganistán... En este sentido el socialismo es una teoría anti-occidental pues niega la escencia de los valores de nuestra cultura y el lento desenvolvimiento de la civilización cristiana de Occidente. Es una especie de tábula rasa en la que toda la sabiduría acumulada de la experiencia humana se hace a un lado para dejar el camino abierto al impromptu de la revolución no creadora sino destructora.
El materialismo histórico como una tería general de la historia, es tan inválido hoy en día como la teoría general freudiana o ,lateoría genral Keynesyana. Carece de toda base científica y de comprobación empírica. Los pueblos han sufrido sin límite alguno durante el presente siglo para comprobar la falsedad del marxismo. De él en pie no queda cosa distinta de la teoría de que la revolución se hace por la fuerza y no por las urnas, afirmación que no pasa de ser lo que los ingleses llaman un turismo es decir una verdad sin significados posteriores.Es evidente, que por las buenas, los pueblos no se suicidan. Hay que llevarlos a ello por medio de la desesperación psicológica, del hostigamiento militar y del terror, elementos que van produciendo el colapso de los controles morales del individuo y finalmente traen consigo la revolución. Y con ella, la afirmación de todos los males que se querían evitar.
El capitalismo, como ya lo ha dicho tantas veces Juan Pablo II, no es el sistema ideal. Posee defectos remanentes, de gran magnitud. Pero optar por el comunismo por el prurito de buscar la solución contraria es como caerse voluntariamente a un precipicio por no querer escalar una montaña pendiente...La montaña de la civilización de Occidente.
¡QUE VIVA EL REVISIONISMO!
Por Enrique Santos Calderon
Más que política o económica creo que la vigencia de Marx a los cien años de su muerte es ante todo íntelectual o, si se quiere, filosófica. Es el joven Marx, el infatigable contradictor ideológico del idealismo alemán, más que el angustiado redactor de proclamas políticas o el categórico profeta de la destrucción del capitalismo, el que tiene vigencia hoy. Es el Marx de las tesis sobre Feuerbach, más que el de "El Capital" o el de "El Manifiesto" el que habría que releer.
Si se trata de encontrar la actualidad de Marx habría que buscarla en su critica a la filosofia de su época, a través de la cual desarrollo una metodología del conocimiento que sigue siendo un valioso instrumento de análisis y comprensión de la realidad: ir siempre a lo concreto, a las razones políticas de los fenómenos religiosos a las bases sociales de los hechós políticos y finalmente, a la raiz económica de los conflictos sociales.
La vigencia de Marx la encuentro, pues, en su critica de las distintas superestructuras (religiosas, politicas o económicas) que enajenan al hombre, y en la forma como relacionó esta critica de la sociedad con la posibilidad de transformación de la misma. Es aqui donde su obra representa una real teoría de la libertad. Y no el haber desarrollado un sistema cerrado de pensamiento, ni una ideología dogmática, ni mucho menos unos axiomas económicos rebasados por la espectacular modernización de la sociedad industrial. El marxismo, pues, como instramento del conocimiento y no como el conocimiento en si; como método pero no como ciencia.
Pretender que sus tesis políticas y económicas-tan estrechamente ligadas a la realidad de su época puedan tener plena vigencia hoy es de por sí un despropósito que hubiera escandalizado al propio Marx.
Marx habría sido seguramente el primer sorprendido al ver sus ideas convertidas en una doctrina rigida y excluyente que, además, se institucionalizó por primera vez en un atrasado país esclavo que nunca figuró en sus cálculos. Tal vez habría explicado, como lo han hecho algunos de sus discipulos más lúcidos, que sú implantación inicial en países agrarios y semifeudales y no entre las sociedades más avanzadas que el estudió, es lo que explica sus deformaciones burocráticas y totalitarias. Pero quién sabe si hubiera podido ocultar su amargura al constatar que allí don de es doctrina oficial, el marxismo-y su inseparable ápendice político, el leninismo-han conducido a otras formas de opresión; que en esos paises el Estado, lejos de desaparecer, es una realidad omnipresente y todopoderosa, donde la abolición de la propiedad privada de los medios de producción no ha generado hasta ahora esa comunidad feliz d