Especiales Semana

Volver a los valores

Las cartas plantean para 2020 la necesidad de que los precursores del cambio salgan de su ámbito intimista para beneficiar al país en sus diferentes sectores.

Elena María Molina
24 de septiembre de 2004

Es difícil y largo modificar las características intrínsecas de un país. Estas se transforman a través de cambios individuales que repercuten en lo colectivo. El país, como cada persona, tiene la oportunidad de despejar y mejorar su situación, o por el contrario, si no emprende un proceso responsable de progreso, de continuar y permanecer en el caos.

El colombiano vive en una confusión de valores alarmante y debe conformarse con tener aquella imagen que le brinda su entorno: éxito material incentivado por el consumismo, soluciones individualistas, corrupción, el criterio práctico de que el fin justifica los medios, la negación de vivir en un conflicto. Hoy, los precursores del cambio no salen del ámbito intimista y no se reflejan en conciencia ética de nuestra sociedad. Dejar aflorar y edificar estos mensajeros del cambio es el reto que nos plantea esta lectura del tarot.

El tarot se abre con el as de copas, cruzado por el 9 de bastos. El primero representa un nacimiento de amor que desde ahora convoca a la conciliación como fuente de conocimiento, mientras que el segundo representa la destrucción, la guerra, la violencia. Hay que complementar esto con el atributo del nueve, que presagia la gestación de recientes movimientos favorables, de gran poder de emprendimiento, y que a su vez generará fuertes oposiciones destrozadoras, beligerantes o hasta nuevas formas de movimientos violentos. Por esta razón, el país este 24 de septiembre de 2020 estará atravesando un periodo delicado con las fuerzas rebeldes presentes en el conflicto -de izquierda, de derecha o de ambas-. El poder se encontrará en la cuerda floja, difuso y confundido, incapaz de asumir como propia la problemática de cambio social que proponen los rebeldes, lo que genera descontentos cada vez más difundidos.

A dichas cartas las acompaña la torre, que simboliza en su aspecto positivo el provecho, el impulso, la construcción, pero es también la fuerza que si no se encauza es destructiva. La torre presagia entonces un progreso inteligente, fundado en la educación y en el crecimiento. El precio a pagar será una creciente fuga de cerebros que difundirán, más que nunca, una imagen desgarradora de Colombia, lo que logrará que la opinión pública internacional agudice su percepción de los problemas del paísy sea escuchada en sus opiniones.

Económicamente hablando, aparecerán nuevas fuentes de ingresos para el Estado, principalmente por concepto de exportación de metales -carbón y plomo-. Acompaña además el 6 de espadas. Esta carta señala progresos en la espiritualidad, avances científicos y técnicos, principalmente en sistemas, comunicaciones, elaboración de medicamentos. Como el seis es ambivalente y equívoco, igual sugiere la irrupción de movimientos emocionales en la política, seguramente manifestados por la molestia que suscita la irrupción contundente del poder femenino en este sector. Su presencia será decisiva, difícil y criticada. La posibilidad de que se generen cambios dependerá de la fuerza transformadora que la mujer le imprima al poder.

La luna es el arcano con el que se cierra la lectura, que indica un periodo de incertidumbre, atracción por lo oculto, lo emocional, la imaginación, la evasión, la droga, la sensación de intensidad, la pesadez de la cotidianidad.

El tarot está cruzado por el cuatro de bastos y el cuatro de espadas. Una fría confrontación de poderes antagónicos donde cada uno piensa aferrarse a la verdad y, en consecuencia, se generará una mayor polarización de las posiciones y menor predisposición a buscar salidas negociadas. El cuatro es la tumba donde seguiremos sepultados por la ambición y la violencia, rehenes voluntarios de la imagen y la codicia, o la puerta que introduce al crecimiento.

El siete de oros asociado a los arcanos anteriores nos recuerda la necesidad de volver a creer en los valores que fundamentan la sociedad y que justifican sus instituciones. Si se obtiene dicha recuperación, podríamos iniciar un período de trabajo con pulcritud, depurando el robo y la malversación de fondos. Esta carta es el signo revitalizador que posibilita que se divisen nuevas oportunidades en el horizonte, nuevas pruebas que superar y hábitos que transgredir con el fin de reaccionar ante la disolución de valores.



*Colaboradora 'El Colombiano'