Especiales Semana

VUELVE Y JUEGA

Después de una corta destorcida, las acciones vuelven a ser una de las mejores opciones de inversión en 1994.

21 de febrero de 1994

A PRINCIPIOS DE 1993 LAS bolsas de valores del país estaban viviendo una verdadera destorcida. El volumen global de negociaciones permanecía prácticamente estancado, y los precios de las acciones mostraban una tendencia a la baja, después de vivir un boom que se prolongó casi dos años y que llevó a Colombia a ocupar el primer lugar en rentabilidad entre los llamados mercados emergentes del mundo en desarrollo.
Durante los primeros seis meses del año las cotizaciones bursátiles representadas en los índices de la Bolsa de Medellín y la Bolsa de Bogotá mostraron disminuciones continuas en los registros de fin de mes (excepto en abril y mayo para el caso de Bogotá). Pero en el segundo semestre tuvieron una rápida recuperación, que se manifestó no solo en el volumen de acciones vendidas, sino en su cotización. Al finalizar el año, los dos índice mencionados habían alcanzado sus máximos históricos.
Para quienes compraron en la destorcida, las acciones fueron una excelente inversión. Probablemente la mejor del año. Pero aun para aquellos que tenían un buen portafolio de acciones al finalizar el año pasado y a pesar de la crisis se quedaron con él, las utilidades fueron bastante sustanciosas. El índice de precios de la Bolsa de Bogotá -que tiene un alto componente de acciones de entidades financieras- creció un 49 por ciento a lo largo del año. El de la Bolsa de Medellín -más concentrado en empresas manufactureras- se incrementó en un 30 por ciento.
Claro que no a todo el mundo le fue igual de bien. Al fin y al cabo las bolsas de valores son un espejo de lo que pasa en la economía. Y en la economía están pasando muchas cosas con la apertura económica.
A unas empresas les está yendo muy bien, pero hay otras que están pasando las duras y las maduras. Según el Indice Vallejo -que manejan algunos comisionistas de la Bolsa de Bogotá- mientras los precios de las acciones de las entidades financieras crecieron por encima del 70 por ciento, los de las acciones de las empresas textileras cayeron más del 40 por ciento (ver cuadro).
Los contrastes son tan dramáticos que, para sólo mencionar dos de las empresas cuyas acciones figuran entre las más activas del país, un comprador de acciones de Suramericana de Seguros habría duplicado su capital a lo largo del año pasado, mientras a un comprador de Fabricato se le habría reducido casi a la mitad (ver cuadro). No en vano el mercado accionario es uno de los más complejos de manejar, y no en vano los expertos aconsejan a los inversionistas tratar de diversificar al máximo su riesgo.
En eso se han especializado los corredores de bolsa, algunos de los cuales no sólo aconsejan a sus clientes sobre la mejor combinación posible de papeles, sino que ofrecen directamente la posibilidad de participar en un fondo cuyo rendimiento depende de un portafolio manejado por sus expertos. Estos fondos han dado excelentes resultados en términos de rentabilidad, superando inclusive el ya muy alto crecimiento de los índices bursátiles. Eso ha hecho que aún para pequeños inversionistas las acciones sean una buena opción.
La pregunta es si 1994 ofrecerá las mismas perspectivas y si los precios de las acciones seguirán subiendo como lo hicieron en los últimos meses. En concreto, por supuesto, nadie tiene la respuesta. Pero sí hay algunos elementos que permiten pensar que este será un año bueno para el mercado accionario.
El primero es que a pesar del escaso número de compañías que tienen inscritas sus acciones en las bolsas del país, y a pesar de que una buena parte de las mismas no se mueve -casi nunca- las 10 acciones más negociadas en 1993 representaron el 64 por ciento del total de las transacciones efectuadas a lo largo del año-, el mercado accionario ha venido ganando en profundidad. El año pasado se negociaron, en las tres bolsas del país, un total de 705.000 millones de pesos en acciones, lo que representa un promedio de 58.750 millones de pesos por mes. En 1991 el promedio mensual apenas superaba los 1.000 millones de pesos.
Es cierto que el mercado colombiano sigue siendo muy pequeño en comparación con el de otros países de América Latina. Un boletín de la Bolsa de Occidente mostraba recientemente cómo mientras en Colombia la participación del total transado en acciones en el mercado secundario con respecto al Producto Interno Bruto (PIB) apenas llegaba el año pasado al 1.3 por ciento, en Venezuela era del 4.3 por ciento, en Chile del 5.4 por ciento, en Brasil del 6 por ciento y en México del 15 por ciento. Pero lo que importa finalmente es la dinámica. Y de acuerdo con las cifras del mismo boletín, entre 1988 y 1992 la mencionada relación se había multiplicado por 6 en Colombia, por 5 en Venezuela, por 3 en México, por 2 en Chile y por 1,5 en Brasil.
Un segundo elemento de gran importancia -y que tiene mucho que ver con el proceso de apertura económica que vive la economía colombiana- es la creciente participación de los fondos de capital extranjero de portafolio en el mercado bursátil colombiano. Durante 1993 la Superintendencia de Valores dio concepto favorable para la operación, en Colombia, de 29 fondos adicionales, de manera que al finalizar el año el número de fondos aprobados subió a 64, con un capital máximo autorizado para realizar inversiones por 1.412 millones de dólares.
Hasta ahora la participación de los fondos en el mercado accionario ha sido reducida. Pero en un informe preliminar sobre el comportamiento del mercado de valores el año pasado, la misma Superintendencia dice que "dado el tamaño y características del mercado accionario local, es posible afirmar que la mayor demanda por acciones por parte de los fondos contribuyó -de alguna manera- al ajuste del mercado". El portafolio de los fondos de inversión extranjera a diciembre 31 de 1993 ascendió a 242 millones de dólares, es decir, a una suma casi cuatro veces superior a lá que tenían al finalizar 1992. Y a los fondos extranjeros se sumarán, en 1994, los recién aprobados fondos de pensiones.
Contra todos esos factores positivos sigue obrando, no obstante, la gran estrechez del mercado. Y no sólo porque el sector empresarial colombiano está muy concentrado, sino porque la falta misma de opciones de inversión hace que muchos poseedores de acciones decidan quedarse con ellas, aun en momentos en que con venderlas podrían realizar buenas utilidades. En palabras del nuevo presidente de la Bolsa de Medellín, Luis Fernando Uribe Restrepo, "la escasez de acciones es el pecado mortal de nuestro sector". Un ejemplo de ello, según él, es la privatización del Banco de Colombia, que mostró una evidente sobreventa. Y eso, en términos generales, se manifiesta en una sobrevaloración de las acciones que le resta atractivo al mercado.
Eso fue lo que pasó en 1992. Y lo que podría pasar nuevamente si el mercado se ve muy demandado. Según la Corporación Financiera Internacional, en el tercer trimestre de 1993 las acciones de las empresas colombianas incluidas en la muestra de dicha institución valían 18 veces la utilidad por acción, cerca de la mitad de lo que se pagaba en 1992 -antes de la destorcida-, pero un 50 por ciento por encima del valor de dicho indicador en el tercer trimestre de 1991. Por su parte, el indicador preciovalor en libros pasó del.43 en 1991 a 3.05 en 1992 y a 1.52 en septiembre del año pasado.
Pero independientemente de los riesgos que ello implique desde el punto de vista del sistema en su conjunto, todo parece indicar que el mercado bursátil registrará este año de 1994 una dinámica por lo menos similar a la de los últimos seis meses de 1993. Y que, si están dispuestos a correr algo de riesgo, y contando de todas formas con la asesoría de los expertos, los colombianos encontrarán en el mercado accionario una de las mejores alternativas de inversión en el presente año.