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ACUSADA

Un caso de abuso sexual a una menor y cárcel para la madre que la protejía, conmueven a la opinión.

20 de noviembre de 1989

La historia de Elizabeth Morgan parece surgida de un cuento imposible de creer: estuvo 759 días en una carcel del distrito de Columbia porque el marido, Eric Foretich, la acusó de haber secuestrado y escondido a la hija de ambos, de negarse a revelarle el paradero de la menor y de impedir, a pesar de una orden judicial, que visitara a la niña. Elizabeth tenia pruebas de que el ex marido abusaba sexualmente de la menor y prefirió ir a la cárcel por desobedecer al juez, que prolongar el martirio de Hilkary, quien tenía entonces cinco años.

En la historia de la desobediencia civil en Estados Unidos este es quizás el caso de cautiverio más prolongado, y también el más famoso, porque la mujer está libre gracias a que una apelación elevada por sus abogados fue firmada por el mismo presidente George Bush, compadecido con su situación.

Es una historia tortuosa que los medios se han encargado de explotar a la saciedad y hasta se habla ya de un docu-drama para la televisión, donde se cuente como en 1985 la niña fue sometida a violaciones por parte del padre, un próspero cirujano dental.
En ese momento Elizabeth intentó convencer a las autoridades para que revocaran el permiso que tenía el padre para quedarse con la menor los fines de semana sin vigilancia alguna.
A pesar de las pruebas exhibidas y los testimonios de numerosos amigos familiares contra la conducta del ex marído, Elizabeth no pudo obtener que el juez le prohibiera seguir viéndola y fue entonces cuando la madre decidió esconder a la niña en un lugar secreto. Encarcelada en 1987, los jueces rechazaron 49 mociones, 15 alegatos y cuatro sesiones pidiendo su libertad y la mujer se convirtió en víctima de uno de los mayores conflictos familiares que enfrentan los norteamericanos: los abusos sexuales de las menores por parte de los padres. Después de estar mezclada con prostitutas, mujeres drogadictas y otras delincuentes, Elizabeth Morgan se convertía así en la primera beneficiaria de la nueva ley, sancionada por Bush, según la cual nadie, por desobediencia civil, puede permanecer más de 12 meses en la cárcel.

Mientras hace planes para un nuevo matrimonio, Elizabeth Morgan no está tranquila porque sabe que el ex marido no descansará hasta salirse con la suya: ya organizó una recolecta pública que lleva el nombre de la niña con el fin de pagar a los detectives que lo ayuden a encontrarla como sea. Además, ha demandado a su ex mujer y a otras personas, por una suma cercana a los 220 millones de dólares, por los presuntos daños morales causados con todos los comentarios aparecidos en distintos medios en torno al caso. La pesadilla sigue.-