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Según el periodista, "El mundo está lleno de gente rota que finge jugar a estar bien". | Foto: Archivo particular

ENTREVISTA

“Todo el mundo, sin excepción, vive algún miedo o frustración”

El periodista Adolfo Zableh, que hace pocos meses reveló que abusaron de él cuando niño, compartió con Semana.com algunas reflexiones a propósito de su nuevo libro ‘Todos tenemos una historia que olvidar’.

29 de abril de 2016

Semana.com: En su libro usted habla de cómo superó varios obstáculos en su vida. Hable del primero: su tartamudeo.

Adolfo Zableh: El mundo está lleno de gente rota que finge jugar a estar bien, a estar feliz, a ser exitosa sin necesitar de nada, ni de nadie. En realidad, todo el mundo, sin excepción, vive algún miedo o frustración. Si todos nos quitáramos la máscara de la autosuficiencia, solucionaríamos nuestros problemas.

Semana.com ¿Por qué debió también dejar atrás a su padre?

A. Z.: Con mi papá afronté que no estaba destinado a ser igual a él. Uno ve cómo muchos hijos mayores replican las actitudes y las carreras de sus padres. Pero yo creo que cada cual debe ser dueño de su destino. Uno no puede estar condenado a recorrer los mismos caminos.

Semana.com: ¿Por qué su madre también fue un obstáculo?

A. Z.: Las mamás nos quieren, pero vienen contaminadas por historias familiares y personales. Además, cargan con una sociedad machista y desahogan en sus hijos sus sufrimientos. En mi caso, cargué cantidad de resentimientos hacia ella hasta que logré sanar la relación.

Semana.com: ¿Qué es el amor para usted?

A. Z.: Es muy curioso. La definición que tenemos implica que tenemos que darlo, cuando en realidad el fin es amarse a uno mismo. Solo así puede uno reflejar amor al resto del planeta. Además, uno debe poder escoger a quién dárselo.

Semana.com: ¿El sexo?

A. Z.: Aunque está todo el tiempo en la cabeza de las personas, es de lo que menos se habla. La gente tiene asuntos sexuales sin resolver, y por eso sigue siendo tabú. Y el acoso sexual es uno de esos temas.

Semana.com ¿Las redes sociales?

A. Z.: Son una incubadora de odio e indignación por el anonimato que permiten. La gente no da la cara y nada se puede corroborar. Además, allá todo el mundo anda alborotado, pero usted sale a la calle y no vive esa misma indignación.

Semana.com: Tras saldar cuentas con su pasado, ¿usted siente que sanó?

A. Z.: La enseñanza es que hay que soltar, perdonar y olvidar. No es sencillo, pero es necesario. Uno se llena de cargas propias y ajenas y dice que la vida es una mierda. Es fácil adquirir ese discurso. Pero la vida no está en contra de uno. Uno no es víctima, sino que labra su propio destino.