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AMOR CON ENERGIA

El hombre de hierro del liberalismo encontró su Primera Dama.

21 de agosto de 1989


En el Hospital San José de Bogotá atiende la consulta social del departamento de oftalmología una mujer menuda, atractiva y dinámica, que ronda por los cuarenta años, quien desde hace veinte presta este servicio voluntariamente. Lo que ninguno de sus pacientes sabe es que de concretarse las expectativas de muchos observadores políticos, esta activa mujer de bata blanca, que llega a las 8 de la mañana al consultorio con el pelo húmedo, después de haber nadado durante una hora, y casi sin maquillaje, podría ser la próxima primera dama del país. Ello, en virtud de que en los próximos días Marta Arango Echavarría contraerá matrimonio con el precandidato liberal Hernando Durán Dussán.

Pero si el discreto romance, que durante varios meses pasó inadvertido para la prensa, tomó por sorpresa aun a muchos allegados a la pareja, a Marta Arango la ha tomado por sorpresa la popularidad. Sus planes eran que ella sólo aparecería en la escena pública después del matrimonio; sin embargo, hace dos semanas, al regresar de unas vacaciones con su hermana y sus sobrinos en Estados Unidos, se encontró convertida, sin saberlo, en personaje público. Cuando observó a los periodistas en el aeropuerto, la sorprendió comprobar que además de José Luis Rodríguez, "El Puma", que llegaba al país en el mismo vuelo, ella era el centro de atención de los fotógrafos.

Si bien el noviazgo de Marta Arango y Hernando Durán Dussán fue, ni más ni menos, producto de "un flechazo de cupido", la pareja se conoce de toda la vida. El político liberal es un viejo amigo de su padre, el oftalmólogo Francisco Arango Jaramillo y de su tío, el catedrático y político Daniel Arango; además, las familias tienen fincas cercanas en San Martín, Meta. Cuando Hernando Durán Dussán fue alcalde de Bogotá varias veces Marta Arango llegó hasta el despacho, unas como integrante de un comité cívico que trabajaba en campañas de defensa del espacio público de la capital y otras como asesora que era de los programas sociales en la Secretaría de Salud del Distrito. Y aunque ella confiesa que siempre hubo una atracción mutua, fue sólo hasta hace cinco meses, cuando se encontraron nuevamente en una reunión social, que surgió el flechazo. A pesar del corto tiempo de noviazgo, puede decirse que se trata de un amor a toda prueba, porque no sólo les ha tocado vivir el romance y los preparativos para el matrimonio en medio de la agitada campaña política del novio, sino porque Marta Arango y Hernando Durán Dussán son lo que se llama una "pareja dispareja". El, entrado en los 60 años, viudo desde hace 14, y padre de tres hijas --Sonia, Silvia y Diana, ya casadas--es un hombre tradicionalista, -maduro, enérgico, con una extensa trayectoria en la vida pública, dedicado por completo a la actividad política y con una agitada vida social. Ella, soltera, más de 20 años menor, muy independiente, introvertida sin ser tímida, más amiga de las tertulias intelectuales que de las reuniones sociales, es una estudiosa de la metafísica y las filosofías orientales, amante de las artes plásticas, los fines de semana tranquilos, el cine, el deporte y la vida al aire libre. Por eso nunca pensó que llegaría a enamorarse de un político. Y no sólo eso, siempre imaginó que la esposa de Hernando Durán Dussán sería "una señora de peluquería diaria, collares y blusas de seda con moño", y que si a ella en cambio, le hubiesen pedido que escogiera con quién casarse, habría elegido "un arquitecto, porque son más bohemios, tranquilos y no usan tanta corbata".

Aunque en los comienzos de la relación ambos pensaron que la diferencia de edades y de estilos de vida podría ser un impedimento, cuando se dieron cuenta ya Cupido había logrado su cometido. Por eso a nadie extraña que mientras Marta Arango tiene al precandidato liberal haciendo dieta y subiendo todas las escaleras del país como ejercicio o sacando tiempo de su agitada agenda para leer poesías por teléfono así sea en la madrugada, Hernando Durán Dussán haya conseguido que su prometida deje sus pacientes, su gimnasia o sus tertulias, para atender a los reporteros, posar para los fotógrafos e incluso pise un salón de belleza para mandarse peinar "de pelo quieto" como a él le gusta.

Pero a pesar de las diferencias, Marta señala que han logrado un nivel de comunicación total, que ella compara con el de las películas norteamericanas, "en las que todo se habla y no se deja espacio para los malentendidos". Comparten, además, el gusto por la música, la literatura y la poesía y su amor por el Llano. Por lo demás, ambos son despistados para las cosas cotidianas del hogar y exigentes en el campo profesional. Les gusta comer bien, pero ninguno de los dos tiene idea de cocinar. Y ahora están dispuestos a dejar esa soltería en la que se sentían tan a gusto.

Educada en un hogar de médicos e intelectuales, con raíces antioqueñas, Marta Arango es una mujer seria, culta--domina seis idiomas y es una autoridad en arte--, con una vocación de servicio público que generalmente se asocia con mujeres menos atractivas. Quienes la conocen de cerca sostienen que es una "excelente organizadora", aunque también "es un poco mandona" y hay quienes afirman que es "como mandada a hacer para Durán Dussán". Perfeccionista en extremo, siempre elige causas en las que tenga garantía de éxito. Quizás por ello, a pesar de sus múltiples pretendientes Marta Arango siempre le había rehuido al matrimonio. "Tal vez porque no había encontrado la persona con la cual me sintiera capaz de enfrentar ese camino de la vida en común y construir algo positivo". Y aunque hace sólo seis meses su gran preocupación era solamente sacar adelante el Programa Nacional de Salud Ocular y su plan más inmediato era realizar una maestría en Administración de Salud, por obra y gracia de Cupido se ha convertido en una novia que debe hacer frente a una gran rival: la política, tema en el cual se cree "analfabeta", Ella lo considera una ventaja "porque quiere decir que me acerco a la política sin prevenciones". Y como dicen que si uno no puede vencer al enemigo debe unirse a él, Marta Arango está dispuesta a asumir su condición de esposa de precandidato a la presidencia como un reto.

Convencida de que a la vida se le deben buscar siempre nuevas facetas dentro de su profesión--es graduada en Ortóptica en Suiza-- ha incursionado en diferentes frentes, el servicio social, la investigación y la docencia. Este interés por vivir la vida de diferentes maneras la llevó también a estudiar antropología y a aceptar, hace unos años, la propuesta del canciller Lloreda de entrar al servicio diplomático como agregada cultural en la embajada en Roma. Y con esa misma energía se apresta a iniciar una nueva vida como esposa de un hombre público. De lo que no cabe duda es que si Hernando Durán Dussán llega a la Presidencia de la República, su gobierno tendrá una de las primeras damas más activas que se hayan visto en Colombia. Porque a diferencia de sus predecesoras, que generalmente han emprendido el servicio social después de una vida de protocolo, Marta Arango Echavarría ha descubierto el protocolo después de una vida dedicada al servicio social.--