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ANTORCHA CELESTIAL

22 de julio de 1996

Desde que nacieron los Juegos Olímpicos ser uno de los portadores de la llama olímpica ha sido un privilegio y uno de los más altos honores deportivos. Este año, cuando se celebran los 100 años de existencia de ese certamen, uno de los homenajeados fue nada menos que un sacerdote colombiano residente en Estados Unidos. El reverendo José Eugenio Hoyos es uno de los 5.500 personajes que ha sido escogido por el comité organizador para llevar la antorcha de las Olimpíadas de 1996 al ser considerado un héroe de la comunidad de ese país en donde él ha hecho un importante trabajo con los inmigrantes y los niños enfermos de leucemia. El padre Hoyos recibió la llama en Washington el 21 de junio y con ella atravesó corriendo un trecho de aproximadamente un kilómetro. Para cumplir con su deber y no quedarse en la mitad del camino, Hoyos estuvo entrenando durante varios meses hasta lograr un perfecto estado físico.