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Assange, el huésped eterno

Para ser ‘hacker’ y activista, basta con tener un computador y una buena conexión a internet.

23 de agosto de 2014

Para ser ‘hacker’ y activista, basta con tener un computador y una buena conexión a internet. Julian Assange, fundador de WikiLeaks, trabajó así durante los últimos dos años, pero se cansó. Cualquiera lo haría. Desde junio de 2012 él pasa sus días en una habitación de 20 metros cuadrados de la Embajada de Ecuador en Londres. Allí vive refugiado para evitar su extradición a Suecia, donde enfrenta cargos por violación y acoso sexual. Sin embargo, lo que más le aterra es que por ese camino las autoridades lo envíen a Estados Unidos. Después de 24 meses como asilado político, Assange asegura que saldrá “pronto” del edificio. No se sabe cuándo ni cómo, pero lo más probable es que haya llegado a un acuerdo con las autoridades británicas, que hace poco cambiaron sus leyes sobre la extradición. Mientras el tema se resuelve, seguirán creciendo los costos de tener al australiano allí, pues la vigilancia policial les ha significado a los contribuyentes casi 6 millones de libras esterlinas. Y si esas son las consecuencias para el bolsillo de los británicos, Assange, quien acaba de cumplir 43 años, sufre las peores. Además de que su causa ha perdido algo de brillo, el aislamiento y la falta de sol también han deteriorado su salud. Por eso ya tiene las maletas listas y, aunque muchos pensaron que se fugaría frente a las narices de la Policía, por sus palabras se anticipa que no será un escape tan cinematográfico.