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El periódico 'NewDay' dio a conocer la hsitoria de la pareja, que ha escandalizado a muchos lectores, pero a la vez ha servido la discusión acerca del GSA (Atracción sexual genética) | Foto: NewDay

ESTADOS UNIDOS

La historia de la madre que se enamoró del hijo que dio en adopción

Ben Ford conoció a su madre biológica, Kim West, 19 años mayor que él, y fue amor a primera vista. Dejó a su esposa para estar con ella y ahora ambos quieren tener un hijo.

12 de abril de 2016

Poco antes de celebrar sus 30 años, Ben Ford, un programador freelance radicado en Colorado, Estados Unidos, quiso conocer quiénes eran sus padres biológicos. Sus pesquisas dieron con una mujer al otro lado del océano que había tenido un ‘desliz’ mientras estudiaba en California y que por ello, cuando contaba con 19 años de edad había tenido que dar al pequeño Ben en adopción.

En diciembre del 2013, Kim West, una diseñadora de interiores que a sus casi 50 años había arrastrado a cuestas una decepcionante vida amorosa, recibió una carta. Se trataba de un tal Ben Ford que alegaba ser el hijo que dio en adopción hacía 30 años y que quería conocerla.

Ambos concertaron una cita para enero del año que entraba. Una vez se reencontraron, comenzaron una amistad que, con el tiempo, se fue haciendo más cercana. Empezaron a experimentar una cercanía afectuosa que una noche desembocó en algunas copas de champaña en la habitación de un hotel, donde más tarde compartieron su primer beso y terminaron en la cama.

Sólo tres días después de ese encuentro, Ben Ford comprendió que estaba enamorado de su madre biológica. Fue entonces cuando le dijo a su esposa que no quería seguir con ella y que la dejaría por la mujer que le dio la vida, a la que apenas había conocido hacía unos pocos meses. 

La nueva pareja se mudó a Michigan, donde han estado viviendo desde entonces, cultivando una relación que podría ser la representación paradigmática del tabú del incesto.

Pero al contrario de esconderse, Ben y Kim decidieron contarle al mundo su peculiar historia de amor. El periódico NewDay los puso en su primera plana, empezando una bola de nieve que no demoró en viralizarse por Internet. Y allí, donde pululan las amenazas gratuitas y los insultos anónimos, la pareja fue víctima de toda clase de exámenes de ética e, incluso, amenazas de denunciarlos a los tribunales de Michigan, donde el incesto es castigado con pena de muerte. Por ello, la pareja tuvo que huir y, de momento, su paradero es incierto.

Pero en las redes quedaron resonando los testimonios de Ben y Kim. “Esto no es incesto. Es Genetic Sexual Attraction (Atracción sexual genética) (GSA). Nosotros somos como las arvejas en una vaina, y estamos destinados a estar juntos”.

El GSA, sigla del fenómeno clínico que explica el chispazo instantáneo entre Ben y Kim, se podría considerar una anomalía bastante insólita, pero la realidad dista de esto. De hecho, según recogió el periódico Telegraph, en la última década las relaciones entre familiares se han multiplicado exorbitantemente. De acuerdo con el diario británico, han emergido incluso casos entre abuelos y sus nietos que se han emparejado, o pares de gemelos que se han rendido ante Cupido, recreando de alguna forma retorcida la historia de Narciso.

La atracción sexual genética fue planteada por primera vez en los 80, cuando se conoció el caso de Barbara Gonyo y su enamoramiento de su hijo de 26 años. Sin embargo, como advierte el Telegraph, desde eso no se ha discutido mucho al respecto, por miedo al tabú que representa una investigación de ese tipo. “No ha habido muchas indagaciones en esta área porque, para ser honestos, ¿quién  quiere un PhD en incesto?”, escribe el diario británico.

El fenómeno es más común en casos como el de Ben y Kim, que no se conocieron sino en la adultez. Medios hermanos que se reencuentran, o primos lejanos que no se conocen sino ya grandes son las situaciones que componen la mayoría de flechazos de GSA.

Se cree que en esas situaciones, el cerebro se confunde para diferenciar entre vínculos familiares y vínculos de amistad, o mayores. Por ejemplo, en el caso de Ben y Kim, al encontrarse ambos cautivados por las similitudes físicas, gustos similares o preferencias de algún tipo, el vínculo de parentesco se nubla y en su lugar aparecen sentimientos de intimidad que llevan a que ambas partes expresen su sus emociones de manera sexual. 

“Conozco personas que dicen que somos repugnantes, que deberíamos ser capaces de controlar nuestros sentimientos, pero cuando has sido golpeado por un amor tan fuerte, estás dispuesta a dejarlo todo por él, a luchar por él”, explicó Kim.

Antes de alejarse del ojo público, la pareja señaló que les gustaría casarse y tener un hijo. Sin embargo, por la edad de Kim, no creen que sea posible procrear ellos dos, por lo que se mostraron dispuestos a concebirlo mediante una madre de alquiler.