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Cambio de mando

El general Luis Enrique Montenegro coge las riendas del comando de la Policía Metropolitana de Bogotá, hoy convertida en una de las instituciones más polémicas del país.

26 de julio de 1993

A RAIZ DE LOS CAMBIOS QUE TUVIERON lugar en la Policía Nacional la semana pasada, y con el traslado del brigadier general Luis Enrique Montenegro Rinco al comando de la Policia Metropolitana de Bogotá, se reafirmó en la opinión pública la creencia de que el oficial se ha convertido en el apaga incendios de la institución. Esa impresión se tiene desde diciembre de 1990, cuando el general se puso al frente de la Dijín, en un momento en que en torno a la organización existía una encendida polémica por las políticas del general Oscar Eduardo Pelaez Carmona.
El general Montenegro no sólo le dió un vuelco a la Dijín, sino que logró resquebrajar las estructuras del narcotráfico y la delincuencia organizada. Bajo su mando tenía a cinco mil hombres, quienes participaron en operaciones de inteligencia como el rastreo que concluyó con la captura en Nueva York de Dan Denys Muñoz Mosquera, alias la Quica, el jefe de sicarios del cartel de Medellín; la captura de Iván Urdinola, según las autoridades uno de los peces gordos del narcotráfico; los operativos que concluyeron con la muerte de Brance Muñoz Mosquera, alias Tyson, y de Johnny Edison Rivera, alias Palomo, dos de los lugartenientes de Pablo Escobar. El general Montenegro estuvo también al frente de las operaciones "Hielo Verde", "Saturno", "Robledo II".y "Alfil", en las que se propinaron importantes golpes contra el brazo financiero del narcotráfico.
A la vuelta de estos dos años y medio el balance es positivo, pero a pesar de que se ha dedicado a cosechar éxitos, a primera vista parece que a cambio de premiar al general Montenegro lo estuvieran bajando de rango, pues pasó de un puesto con mando en la órbita nacional a la órbita distrital. Sin embargo, la direccion de la Policía Metropolitana de Bogotá es un potro al que pocos se le medirian.
El general Montenegro tiene por delante el reto de combatir la violencia capitalina que, según cifras obtenidas en las últimas semanas, cobra alrededor de 100 vidas semanalmente. También le espera la tarea de devolverle la buena imágen a la institución, que en los ultimos cinco meses se ha visto envuelta en escandalos como la violación y asesinato de una niña en una estación de Policía y el asesinato de una joven que no quiso bailar con un agente. Pero este bogotano de 50 años es de esos hombres que no teme asumir retos, lo que ha comprobado plenamente durante los 32 años que ha estado vinculado a la institución.