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Cate Blanchett estuvo alejada de Hollywood durante unos años pero volvió con ‘Blue Jasmine’, una película de Woody Allen en la que interpreta a una ‘socialité’ de Nueva York que sufre un colapso psicológico luego de que meten preso a su esposo y lo pierde todo. | Foto: AFP

PERFIL

Cate Blanchett está de vuelta a la cima

Cate Blanchett está nominada a los Globos de Oro por su papel en ‘Blue Jasmine’, la última película de Woody Allen. Con este éxito la actriz australiana vuelve a ser el foco de atención y le recuerda al público su extraordinario talento.

4 de enero de 2014

No siempre puedes culpar a tus genes”, grita Cate Blanchett, furiosa, en una de las escenas más impactantes de Blue Jasmine, la aclamada película de Woody Allen. Pero el talento de la actriz australiana sí que parece una cuestión genética. Su actuación en la cinta de Allen le valió una nominación a los Globos de Oro, otra a los Screen Actors Guild Awards y desencadenó rumores de que arrasará no solo en esas premiaciones, sino también en los próximos Oscar. Desde que apareció en el papel de Jasmine ha sido portada de las más prestigiosas revistas y protagonista de cientos de titulares de los diarios de todo el mundo. Y tras el éxito, la película de Allen volvió a presentarse en países donde ya había salido de cartelera. Aunque Blanchett pasó unos años casi en el anonimato, está claro que volvió con suficiente fuerza para recordarle a la audiencia que es una de las grandes actrices del momento.

“Estuviste fabulosa en ‘Titanic’”, le dijeron una vez a Blanchett. En vez de molestarse porque la confundieran con Kate Winslet, la actriz se rió. Se había mantenido a propósito tan alejada del cine como pudo para poder trabajar con su esposo, hacer las tareas con sus hijos y levantarse cada mañana en su propia casa. Pero después de cinco años dedicada a dirigir la Compañía Teatral de Sídney, Blanchett recibió una llamada de Woody Allen: “Tengo un guion que quisiera que leyeras”, le dijo y, claro, ella no pudo negarse. También trabajó con Peter Jackson en la segunda parte de El hobbit y con George Clooney y Matt Damon en The Monuments Men, que saldrá este año. Además, Blanchett es ahora la imagen de Sì, la nueva fragancia de Armani. Está en todas partes y, si gana los premios que todos creen que merece, seguirá siendo el centro de atención. Muy a su pesar, pues ha dicho que prefiere vivir en el relativo anonimato y que la confundan con otras actrices.

El padre de Blanchett murió de un infarto a los 40 años, cuando ella apenas tenía 10. La actriz ha dicho que entendió las consecuencias de su muerte temprana mucho después, cuando su esposo cumplió 40: “Estaba eufórica en su fiesta de cumpleaños, como si me hubiera quitado un gran peso de encima”. Pero sí tuvo otro efecto en ella, pues creció viendo los esfuerzos de su madre por criar sola a sus tres hijos. Por eso, aunque desde joven se sentía atraída por las tablas, decidió estudiar Economía, una carrera que pensó le brindaría mayor estabilidad. Pero al poco tiempo desistió y entró al Instituto Nacional de Arte Dramático de Sídney, donde se destacó inmediatamente por sus capacidades histriónicas.

Se graduó en 1992 y pasó algunos años dedicada principalmente al teatro, aunque también apareció en televisión en varias ocasiones. La primera película que muchos recuerdan de Blanchett es Elizabeth (1998), en la que interpreta a la reina de Inglaterra. Por ese papel se ganó su primer Globo de Oro, su primer British Academy Award (Bafta) a mejor actriz y estuvo nominada al Oscar. Ya su talento era obvio y más ofertas comenzaron a llegar desde Hollywood, acompañadas de más premios: al año siguiente ganó mejor actriz de reparto por El talentoso Sr. Ripley. En 2001 apareció en El señor de los anillos como la reina Galadriel, a quien interpretó en las tres películas de la saga y de nuevo en ambas entregas de El hobbit.

Blanchett también participó en varias películas que pasaron desapercibidas, pero que le suponían retos personales. Estuvo en Charlotte Gray, la cinta más cara que se ha hecho hasta ahora en Reino Unido y que fracasó en la taquilla. Actuó junto a Bruce Willis en Bandidos y como la despiadada esposa de Kevin Spacey en Atando cabos. Interpretó a Veronica Guerin, una periodista irlandesa que lucha contra los mayores narcotraficantes de Dublín, bajo la dirección de Joel Schumacher.

Pero en 2004 saltó nuevamente a la fama. Ganó un Oscar a mejor actriz por darle vida a Katherine Hepburn en El aviador, la aclamada película de Martin Scorsese. Dos años después, Blanchett hizo tres cintas nominadas al Oscar: Babel, El buen alemán y Diario de un escándalo. En 2007 volvió a uno de sus primeros papeles, el de la reina Elizabeth de Inglaterra, por el que la nominaron nuevamente a mejor actriz. Los premios también reconocieron su interpretación de Bob Dylan en I’m Not There, una biografía del famoso cantante norteamericano dirigida por Todd Haynes. Apareció en El curioso caso de Benjamin Button y, dos años después, en Robin Hood, pero para entonces ya había comenzado a alejarse de la gran pantalla.

Hasta que recibió aquella llamada de Woody Allen. Su personaje en Blue Jasmine es más complejo que los de sus películas más comerciales pero, además, es un verdadero papel protagónico. Blanchett interpreta a una mujer muy adinerada que sufre una crisis nerviosa cuando lo pierde todo porque meten preso a su esposo financista. El rol le supuso grandes esfuerzos. De hecho, la actriz confesó que en los primeros días de la filmación estaba tan frustrada por las ambiguas direcciones de Allen –conocido por dar rienda suelta a los actores para que interpreten a sus personajes como mejor les parezca– que terminó desahogándose con una jarra de cerveza. En una entrevista lo llamó “un pequeño samurái con gafas” y dijo que mientras hacía la película había sufrido ataques de ansiedad casi tan fuertes como los de su personaje.

Pero sus sacrificios parecen estar dando frutos e incluso podrían valerle su segundo Oscar. Aunque esta vez la competencia por la prestigiosa estatuilla estará reñida, pues se espera que también estén nominadas en su categoría Judi Dench por Philomena, Sandra Bullock por su papel en Gravedad y Emma Thompson por Al encuentro de Mr. Banks. Todas las películas tienen varias cosas en común: las excelentes actuaciones de las actrices, el hecho de que todas tienen más de 40 años y que ellas son realmente el centro de las historias, no simplemente accesorios de los protagonistas masculinos.

Cuando Blanchett ganó el Oscar en 2004 se emocionó, claro, pero también pensó: “Oh Dios, llegué a la cima”, con algo de miedo por el futuro. Pero llegar a la cima no siempre significa que lo que queda en adelante es descender. De hecho, si Blanchett se lleva un segundo Oscar por su papel en Blue Jasmine habrá comprobado que se puede alcanzar una misma cumbre varias veces.