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CIEN AÑOS NO ES NADA

Al cumplirse un siglo del nacimiento de Carlos Gardel, SEMANA recoge los últimos testimonios de su vida.

31 de diciembre de 1990

Fandango (danza del siglo XVIII) + danza habanera (melodía dulce para bailar en pareja) + candombé negro (compás frenético) = tango.
Esta fórmula musical argentina que le ha dado la vuelta al mundo, quizás hubiera corrido en la historia la misma suerte de las guabinas, si no hubiera sido por Carlos Romualdo Gardés. Para los amigos, Carlos Gardel. Es posible, inclusive, que la popularidad del tango no se deba tanto a Gardel, como a su muerte. Y es que si bien Carlitos en vida popularizó este género musical, con su muerte lo inmortalizó, y el dúo "Gardel-tango" subió al pedestal de las divinidades que a la gente le gusta adorar. Desaparecido en la cúspide de la gloria hace 55 años, su público todavía se resiste a enterrarlo.
Remotas eran las posibilidades de que el hijo natural de una lavandera inmigrante llegara a alguna parte en la Argentina de comienzos de siglo.
Pero el oído de Carlitos recogía los tangos que los organilleros callejeros tocaban por las vías de su miserable barrio. Cuando terminó de crecer, ya era muy tarde para detenerlo. Una inmensa capacidad dramática vino a sumarse a una de las más privilegiadas voces que se haya oído en todos los tiempos, y el tango encontró un vehículo para la eternidad.
La versatilidad dramática de Gardel en el momento de interpretar sus canciones quedó registrada en la picardía de "Al mundo le falta un tornillo", la alegría de "Viotoria", el dramatismo de "Sus ojos se cerraron", el romanticismo de "El día que me quieras", la evocación de "Volver", el escepticismo de "No te engañes corazón" o el dolor de "Tomo y obligo". Su voz era capaz de representar cualquier papel.
Y él se aprovechó de eso. Desde que grabara su primer tango "Mi noche triste" (1917), hasta el último que vieron las disqueras, "Guitarra mía" (1935), Gardel vivió rodeado de adoradores y adoratrices que no le encontraban un pero. Presentaciones en teatros, conciertos en la radio, películas mudas y sonoras, fotografías o discos, todo recibía a manos llenas un público que iba desde Buenos Aires hasta Nueva York y desde Medellín hasta París.
Pero en el libreto de su vida ya estaba escrito un final estilo tango. Cuando finalmente cedió a su terca negativa de montar en avión, el destino le tenía reservado cinco, y sólo cinco viajes, todos en junio de 1935. La ruta Medellín-Cali, seria el último.
Cuando mueren los ídolos sus inconsolables seguidores, como último tributo, empiezan a tejerle la leyenda que incluye toda suerte de hechos premonitorios.
"Antes de cantar mi última canción, quiero decirles que he sentido grandes emociones en Colombia. Si alguna vez alguien llegara a preguntarme sobre las mejores atenciones que he recibido a lo largo de mi carrera, les aseguro que no podré dejar de mencionar al pueblo colombiano....Gracias amigos.... Yo voy a ver a mi "vieja" pronto y no sé si volveré porque el hombre propone y Dios dispone....pero es tal el encanto de esta tierra que me recibió y que me despide como si fuera un hijo propio, que no puedo decirles adiós, sino hasta siempre..."
Estas fueron las palabras de despedida de Gardel en Bogotá la víspera de su muerte, 23 de junio de 1935, día en que "El zorzal criollo" cantó por última vez.

TOMO Y OBLIGO
Tomo y obligo mándese un trago que hoy necesito el recuerdo matar sin un amigo lejos del pago requiero en su pecho mi pena volcar.
Tomo y obligo mándese un trago de las mujeres mejor no hay que hablar todas amigos dan muy mal pago y hoy mi experiencia lo puede afirmar.
Siga un consejo, no se enamore y si a una vuelta le toca hocicar ¡fuerza canejo!, sufra y no llore que un hombre macho no debe llorar.

Este fue el último tango que cantó Gardel en su vida el 23 de junio de 1935 en la emisora la Voz de la Víctor de Bogotá. Irónicamente fue también el primero cuya música compuso .
En el caso de Gardel algunas premoniciones tienen lugar en Bogotá. El domingo 23 de junio, la víspera de su muerte, Gardel actúa en la función vespertina del Teatro Real y luego se presenta en la emisora La Voz de la Victor.
Al despedirse, le dirige al público unas palabras "antes de cantar mi última canción" como efectivamente sería. El tango "Y somo y obligo" fue el último tema que cantó en su vida. Pero los fanáticos han querido encontrar también en el penúltimo tango que cantó- "Tus ojos se cerraron" un avance de lo que vendría: "Por qué sus alas tan cruel quemó la vidal por qué esa mueca siniestra de la suerte quise abrigarla y más pudo la muerte". Aunque en este caso, encontrar premoniciones en un tango no es difícil, dado que en ellos por lo menos el 90 por ciento hace alguna referencia a la muerte.
Lo que es cierto es que cuando el avión Ford trimotor F-31 embistió en la pista de Medellín al también trimotor, "Manizales", quedaron truncos los planes que tenía Gardel para morir de viejo, y que había confesado en una carta a su representante, Armando Defino, pocos meses antes del siniestro: " Vos sabés cuáles son mis ilusiones para el porvenir: quiero trabajar para mí para poder darle una situación a mi viejita y para poder disfrutar con cuatro amigos viejos el trabajo de treinta años".
Lo que sí se cumplió fue una ilusión que repitió mil veces en el tango que más hace llorar a los argentinos "La Canción de Buenos Aires" y que en una parte dice: "... le pido a mi destino el favor de que al final de mi vida, oiga llorar el bandoneón entonando su nostálgica canción". Cosa que las multitudes se encargaron de hacer cuando, de regreso a su patria, entonaron al paso del carro fúnebre el tango "Silencio", con el que le dieron el último adiós.

SILENCIO
Silencio en la noche ya todo esta en calma el músculo duerme la ambición descansa Un coro lejano de madres que cantan mecen en sus cunas nuevas esperanzas Silencio en la noche.silencio en las almas.