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Con voz y voto

Hace 50 años las mujeres obtuvieron el derecho al voto. Desde entonces su lucha por una mayor injerencia en diseñar el futuro del país no ha cesado.

29 de agosto de 2004

El Himno Nacional se escuchaba diferente. Sonaba a victoria. Las voces de cerca de 1.000 mujeres que entonaban al unísono las estrofas expresaban el regocijo que las embargaba aquel 25 de agosto en el Salón Elíptico del Capitolio. La euforia llegó a su punto máximo cuando una de ellas se dirigió a una de sus compañeras diciéndole: "Ciudadana". La palabra, cargada con algo más que su significado, salió de la boca de la abogada liberal Esmeralda Arboleda, la segunda mujer en convertirse en miembro de la Asamblea Nacional Constituyente, Anac, que en 1954 otorgó a las mujeres el derecho a su plena ciudadanía: el voto, elegir y ser elegidas.

La escena tuvo lugar hace 50 años y se convirtió en uno de los momentos más importantes de la historia política de Colombia. Junto a Esmeralda, Josefina Valencia de Hubach, primera constituyente; María Currea de Aya, suplente en la Anac, y Berta Hernández de Ospina, esposa del ex presidente Mariano Ospina Pérez, entre otras, se convirtieron en las heroínas de esta causa que tuvo lugar durante el gobierno de Gustavo Rojas Pinilla. "A mis 87 años me siento afortunada de haber sido testigo y partícipe de cambios tan importantes", cuenta hoy Beatriz Aya de Cárdenas, hija de María Currea, que recorrió con su madre este difícil camino.

"Seducir y ser madres: para eso es que están hechas las mujeres", expresó en 1919 un senador francés. Tal vez por eso en Francia ellas solo obtendrían el derecho al voto en 1944. El primer país en concederlo fue Nueva Zelanda en 1893. Estados Unidos lo hizo en 1920 y España, en 1931. El primer país latinoamericano fue Ecuador en 1929. Aún más demorados que Colombia fueron Paraguay en 1961 y Suiza 10 años después.

Durante años el clima no parecía propicio para que la situación cambiara. "Ser fea es lo único que no se le puede perdonar a una mujer y ser sufragista es lo único que no se le puede perdonar a las feas", escribió un columnista conservador en el periódico El Siglo, y la escritora Emilia Pardo Umaña se quejó en El Tiempo: "¡No más derechos innecesarios!".

Las mujeres colombianas habían obtenido algunas conquistas en la década de los 30. La ley 28 de 1932 les permitió a las casadas administrar sus propios bienes. Luego ganaron el derecho de estudiar secundaria y en 1933, el de ingresar a las universidades. Tres años más tarde una reforma constitucional les otorgó a las mayores de edad el derecho a tener un empleo. En 1945 una ley amplió la ciudadanía a todos los mayores de 21 años sin distinción de sexo, pero dejó a las mujeres privadas del derecho al voto. Entonces empezaron a cobrar fuerza los movimientos de las sufragistas como la Organización Nacional Femenina, creada por Josefina Valencia y Esmeralda Arboleda, que a pesar de estar en orillas ideológicas opuestas, la primera conservadora y la segunda liberal, se unieron en un mismo propósito.

Recorrieron el país para recoger firmas y fue así como, pese a la oposición para darles la palabra en el Congreso, presentaron el memorial con más de 1.000 rúbricas. Era tanta la resistencia de algunos sectores que el propio hermano de Josefina, Guillermo León Valencia, futuro presidente de la República y diputado en ese entonces, se atrevió a decir que el voto femenino podría "llegar a perturbar la tranquilidad de los hogares". Su hermana, sin pelos en la lengua, refutó: "Lamento en esta intervención tener que hacer alusiones personales, pero desciendo, como el diputado Valencia, de Guillermo Valencia; hubiera preferido que su posición frente al voto femenino no hubiera sido plena galantería sino de absoluta igualdad, como se vivió en nuestra casa, al lado de nuestros padres".

El siguiente capítulo fue la aprobación unánime del Acto Legislativo número 3 de 1954 que reconoció la verdadera independencia de las mujeres. "Hasta este momento, algo más de la mitad de la ciudadanía colombiana estaba privada del derecho a elegir y en mayor medida de representar a sus conciudadanos (...) La irrupción femenina dentro del gobierno de Rojas fue inmediata. La presencia de ministras, embajadoras y gobernadoras se dio con gran prontitud", dijo a SEMANA María Eugenia Rojas de Moreno, hija del general y quien en 1974 fue la primera mujer candidata en elecciones presidenciales, en las que obtuvo el 10 por ciento de la votación.

Durante este gobierno Josefina Valencia fue la primera constituyente, la primera gobernadora del país (Cauca) y la primera mujer ministra cuando se le designó la cartera de Educación.

La norma no tuvo aplicación hasta 1957 pues durante la dictadura de Rojas Pinilla no hubo elecciones. Fue realmente el primero de diciembre de ese año cuando las mujeres ejercieron como ciudadanas en un plebiscito para estructurar el Frente Nacional. "Fue algo apoteósico", recuerda la abogada antioqueña Rosita Turizo, miembro de la Unión Ciudadana de Colombia y una de las primeras sufragistas. Ella, junto con otras mujeres, se dio a la tarea de visitar los diferentes municipios de Antioquia para trabajar en la campaña del plebiscito. "1.835.255 mujeres, es decir, el 42 por ciento del total de votantes, acudieron a las urnas. Cuando metí el dedo en la tinta roja sentí una emoción indescriptible porque supe que estaba participando en la dirección de Colombia".

Desde entonces la presencia de las mujeres en la vida política del país ha ido creciendo aunque a pasos lentos. La primera senadora fue Esmeralda Arboleda en 1958, y en 1961 fue ministra de Comunicaciones. Durante su gobierno Alfonso López Michelsen designó a seis gobernadoras y una ministra de Trabajo. Luego Belisario Betancur dejó todos sus viceministerios en manos femeninas y en 2000 se dictó la ley de cuotas según la cual las autoridades públicas deben nombrar en los cargos de máximo nivel decisorio un mínimo de 30 por ciento de mujeres. Sin ir lejos en el tiempo, Álvaro Uribe empezó su gobierno con mujeres en seis de los 13 ministerios.

Sin embargo falta mucho camino por recorrer. Aunque en el Congreso la presencia de mujeres ha ido en aumento luego de cinco décadas, no ha superado el 12 por ciento de participación. "Hay trampas perversas en la situación colombiana: como más mujeres profesionales se visibilizan en el campo político, entonces rápidamente se concluye que el país está 'bien' en esta materia. Sin embargo, los porcentajes de mujeres en cargos de elección siguen siendo bajos y más precisamente ridículamente bajos en el nivel local y regional", escribió la politóloga María Emma Wills en su tesis sobre mujeres y ciudadanía en Colombia.

La semana pasada, en el mismo lugar donde hace 50 años las mujeres obtuvieron su primera gran victoria política, se reunieron algunas de las sufragistas de entonces, sus sucesoras y quienes han seguido sus pasos en la búsqueda de la equidad, para conmemorar el aniversario. La escena parecía muy similar a la de antaño porque su reconocimiento como ciudadanas fue sólo el principio. Hoy su lucha continúa.