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Condena injusta

Esta semana se decide en Nigeria si Safiya Hussaini, una mujer de 35 años, debe morir lapidada por haber cometido supuesta infidelidad.

25 de marzo de 2002

Despues de los atentados del 11 de septiembre el Islam ha sido víctima de numerosas críticas por parte de las sociedades occidentales que relacionan al credo religioso con el fundamentalismo, la barbarie, el terrorismo y la violación de los derechos humanos. Pese a los intentos del pueblo musulmán por aclarar las confusiones la mala prensa continúa y esta vez la causa de la indignación es Safiya Hussaini, una nigeriana de 35 años que fue condenada a morir lapidada por haber cometido adulterio al concebir a su quinto hijo por fuera del matrimonio.

La historia se desarrolla en Sokoto, uno de los 13 estados del norte de Nigeria, que en 1999 adoptaron la sharia, o ley islámica, como principio regulador de la conducta tanto en lo civil como en lo penal.

Según la interpretación que hicieron las autoridades religiosas locales, Safiya faltó a sus deberes como esposa al mantener relaciones íntimas y engendrar una hija con un hombre diferente a su marido, aunque al momento en el que supuestamente ocurrió el delito la mujer estaba divorciada de su esposo. En la primera vista con los jueces del tribunal islámico Safiya confesó haber tenido relaciones con otro hombre pero aclaró que el acto sexual había sido una violación. Los jueces detuvieron al agresor, un pariente de la víctima, pero como el hombre se declaró inocente lo dejaron en libertad y condenaron a la nigeriana a morir lapidada tan pronto acabe de amamantar a su hija. Safiya deberá ser enterrada hasta el cuello y los hombres de la comunidad le arrojarán piedras a la cabeza hasta asesinarla.

Tan pronto se hizo pública la condena diversas organizaciones defensoras de derechos humanos realizaron jornadas de protesta en Europa y Estados Unidos para evitar que Safiya sea ejecutada. Los manifestantes exigen clemencia para esta pobre mujer analfabeta, casada tres veces y madre de cinco hijos que, según parece, confesó el supuesto adulterio por amenazas de las autoridades religiosas.

Los 15 representantes de la Unión Europea también manifestaron su preocupación por la suerte de Safiya y Amnistía Internacional está recogiendo firmas por Internet para presentárselas a Olusegun Obasanjo, presidente de Nigeria, y presionar la absolución.

La semana pasada, durante la apelación, Safiya contó por primera vez con la asesoría de un abogado que intentará demostrar su inocencia. Según los argumentos de la defensa, cuando Safiya quedó embarazada todavía mantenía relaciones sexuales con su ex esposo pues, de acuerdo con la ley islámica, el antiguo marido puede seguir acostándose con la mujer hasta seis años después de haber finalizado el vínculo matrimonial. Lo anterior comprobaría que la pequeña Adama, de un año de edad, es hija legítima.

Si bien la presión mundial ayudó a retrasar el fallo sobre la lapidación, la suerte de Safiya sigue en veremos pues su situación se ha convertido en un problema político para Nigeria, una nación en donde el 50 por ciento de la población es musulmana y el 40 por ciento restante profesa la fe cristiana. Safiya, sin quererlo, tiene a las autoridades civiles y religiosas de su país en vilo.