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CONTRA LAS CUERDAS

El juicio por violación que enfrenta Mike Tyson, podría ser su última pelea.

2 de marzo de 1992

LOS ANIMOS NO habían terminado de enfriarse en torno al ultrapublicitado caso de William Kennedy, acusado por violación. Cuando un nuevo escándalo de tribunales divide a la opinión pública norteamerica. Mike Tyson, el más joven boxeador en la historia en llevarse la corona de los pesos pesados, la máquina de dar golpes, la última leyenda del ring, ocupa primeras páginas por cuenta, también, de cargos por violación.
El juicio, que empezó la semana pasada, ha puesto de nuevo todo el mundo a ejercer de juez y jurado en tomo a uno de los crímenes más comunes y repudiados por la humanidad.
Pero a diferencia del caso Kennedy, el de este boxeador -ahora en la lona jurídica- tiene una serie de agravantes que posiblemente orienten los sentimientos del jurado en una dirección distinta de la que se adoptó con el sobrino de Ted Kennedy. Para empezar está la víctima. En el caso Kennedy se trataba de una joven dama amante de la vida nocturna y sin ningún prejuicio ante un "levante" in situ, así fuera sólo para bailar. Este hecho induce a pensar que las posibilidades de que hubiera sido forzada eran de 50, 50. En el caso de Tyson, por el contrario, la víctima es una niñita de 18 años, hija de familia, y cuya ilusión en la vida era ceñir la corona por el Estado de Indiana en el concurso de belleza Miss América Negra. Terminado el concurso, Tyson la invitó a una copa en su cuarto y ella aceptó...
Ingenuidad o no, el caso es que, según ella, terminó violada por el monstruo del ring.
Otro agravante para Tyson es su historial violento. A diferencia de Kennedy, que no iba más allá de ser un indolente hijo de papi, Tyson apareció en los libros policiales por bobaditas como golpear a una mujer por negarse a besarlo darle tundas a la esposa, golpear empleados de parqueaderos, estrellarse contra los árboles, botar todo el mobiliario de su casa por la ventana, romperse la mano golpeando a un "viejo amigo" en la calle, acosar sexualmente a las damas, tener niños ignorando la paternidad responsable.
Quizás, dicen los expertos, un argumento de tipo sicológico durante el juicio puedan atenuar los cargos. Tyson, quien saliera de una correccional para menores a un ring de boxeo, fue entrenado para "matar" y si no es justificable sí es por lo menos entendible que le resulte difícil convertirse en otro cuando sale a la calle. El mismo Tyson lo explica a su manera refiriéndose a su trabajo en el cuadrilátero: " Sabía que tenía que ser un miserable. Porque si perdía iba a morirme de hambre".