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Cruz de Boyacá

Reconocimiento del Gobierno a Pedro Gómez Barrero al cumplir un cuarto de siglo de vida empresarial.

11 de octubre de 1993

PEDRO GOMEZ BARRERO SUELE TENER agendas muy apretadas. Pero la de la semana pasada batió todos los récords. En un solo día, el jueves, recibió del presidente César Gaviria la Orden de Boyacá en el grado de Gran Cruz, e inauguró su más reciente proyecto urbanístico: el centro comercial y de negocios Andino. La fecha también coincidió con la celebración del nacimiento de su prestigiosa compañía constructora. En efecto, hace un cuarto de siglo este cundinamarqués de nacimiento abandonó el cargo de gerente de una importante empresa urbanizadora, con el propósito de lanzarse al ruedo de la construcción en calidad de único dueño y jefe de su propio negocio.
En ese momento se pensó que se trataba de una empresa suicida. Pero dos décadas y media después los resultados están a la vista.
La incidencia de Pedro Gómez y Compañía en el desarrollo de las principales ciudades del país incluye haber sido pionera y seguir siendo líder en la construcción de unidades cerradas de vivienda y en la de centros comerciales, como los Unicentros de Bogotá, Medellín y Cali, el Centro Comercial Metrópolis y el Andino, que, además de sus implicaciones urbanísticas, cambiaron los hábitos de compra de millones de colombianos.
En esto último, el Centro Andino es, sin duda, el más audaz. Aparte de su excelente ubicación y de la tradición del lote, su concepto ya no es el de los centros comerciales monumentales. Se espera, en cambio, que allí funcionen las boutiques más exclusivas de Bogotá, y que opere también un centro de actividad cultural y de negocios. El diseño de la arquitecta Piedad Gómez incluye una excelente disposición de los locales, ya que la mayoría de ellos están localizados alrededor de plazoletas y sobre más de 700 parqueaderos, única forma de prestar un buen servicio a los clientes en una zona de la capital tan congestionada como esta.
La Cruz de Boyacá le fue impuesta por todo ello y por mucho más. Hijo de un agricultor de Cucunubá, Cundinamarca, Pedro Gómez se ha convertido en el símbolo de un nuevo hombre de negocios, aquel que combina su actividad en el sector privado con experiencias en el sector público, como haber sido embajador en Venezuela en 1989, cuando se firmó el acuerdo de Caracas, gracias al cual las relaciones entre los dos países pasaron de su punto más bajo al más alto. Esto lo combina Gómez con el considerable número de horas que dedica a la Fundación Compartir, entidad por medio de la cual ayuda a sectores de escasos ingresos en materia de vivienda, trabajo y educación. Todas esas razones son más que suficientes para haber hecho de la celebración de sus 25 años, de la imposición de la Cruz de Boyacá y de la inauguración del Centro Andino, una fiesta inolvidable.