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¿Culpable o inocente?

La acusada de las torturas de Abu Ghraib reconoció su responsabilidad pero su juicio resultó extrañamente anulado.

9 de mayo de 2005

El rostro de Lynndie England se volvió mundialmente famoso hace un año, cuando estalló el escándalo de las fotos en que ella aparecía con los prisioneros torturados de la cárcel iraquí de Abu Ghraib. La semana pasada el tema regresó a las primeras planas por el extraño final de su proceso. Aunque la mujer se declaró culpable para bajar su posible sentencia de 16 a 11 años, el juez militar, coronel James Pohl, resolvió declarar nulo el juicio al advertir contradicciones en el testimonio de los acusados. La joven soldado, que se crió en una humilde casa rodante en Kentucky, aparece en casi todas las fotos posando al lado de prisioneros desnudos amontonados en pirámides humanas. Con poses instigadoras y una sonrisa señalaba los genitales de los cautivos musulmanes, para quienes el ser vistos desnudos y masturbándose es la peor humillación posible, más aún si el testigo es una mujer. La foto en la cual arrastraba a un iraquí con una correa de perro recorrió el globo como sinónimo de tortura y humillación. Pocos meses más tarde dio a luz a un hijo de su superior en la cárcel, el teniente Charles A. Graner, quien aparecía al lado de ella en algunas de las fotos. Él se casó con otra de las soldados implicadas en el caso y fue sentenciado hace un par de meses a 10 años de prisión por maltrato de prisioneros y tortura. El juicio contra Lynndie, de 22 años, comenzó el 3 de mayo. La táctica de los abogados de la defensa era que ella se declarara culpable de siete de los nueve cargos que se le imputaban, en un acuerdo para disminuir la sentencia. Pero el juez comenzó a impacientarse cuando la defensa presentó como testigo al sicólogo Thomas Denne, quien alegó que England había sufrido una deficiencia de oxígeno durante su nacimiento, por lo que su nivel intelectual es más bajo de lo normal. Lo que significaba que si ella no entendía claramente la diferencia entre el bien y el mal, no podía declararse culpable. El juez Pohl pidió luego la declaración de Lynndie. La que en las fotos parecía una mujer fría, insensible y maliciosa, resultó siendo una joven cabizbaja, poco segura de sí misma y con un hilillo de voz. Declaró haber aceptado posar en las fotos a causa de la presión de grupo ejercida por los demás guardias, entre ellos Graner, y que en ningún momento fue obligada a hacerlo. El juez le preguntó: ?¿Hubiera podido escoger irse de ahí y no participar en los hechos??. England respondió muchas veces y como para sí misma: ?Sí, hubiera podido?. Como un pequeño ratón asustado dijo que creía que sus actos eran inmorales e ilegales. Pero la cosa se complicó aún más cuando Graner, declarando también como testigo de la defensa, contradijo a su ex amante y aseguró que ella estaba siguiendo sus órdenes, que ella no podía rehusarse y que las fotos iban a ser usadas como material de instrucción. En ese momento el juez, visiblemente molesto, resolvió anular el juicio. Dirigiéndose a los abogados defensores, les dijo que no podían declarar a su cliente culpable para luego negarlo. ?¿Me estoy perdiendo de algo aquí??, dijo furioso. Lo grave para England es que el acuerdo para que se declarara culpable a cambio de disminuir su pena se basaba en que la defensa aceptaba que su conducta era ilegal. Pero al negarlo, ella ya no está cobijada por la admisión de culpabilidad y podría recibir una pena aún mayor. Sin embargo, como parece demostrado, con la justicia norteamericana nunca se sabe.