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DE NUEVO EN LA CIMA

Perseguida durante años por sus ideas políticas Vanessa Redgrave regresa triunfal a las tablas.

13 de noviembre de 1989

Partidaria de los palestinos, defensora de las mujeres que practican el aborto y lo expresan públicamente, hija y madre de actores, protagonista de películas que provocaron controversia en su momento, la actriz Vanessa Redgrave ha regresado a un teatro de Nueva York a demostrar por qué muchos críticos siguen considerándola una de las más completas de este siglo.

Karel Reisz, el director que la convirtió en el personaje volcánico de Isadora en la película del mismo nombre, recuerda una anécdota que resume muy bien el temperamento, la imaginación, la rebelión permanente que anima sus actos más cotidianos: estaban en el set de "Isadora" y el fotógrafo le pidió que, con los vestidos de época de la bailarina, se subiera a un parapeto alto y peligroso con el fin de hacerle unas fotos publicitarias.
No había finalizado el fotógrafo su petición cuando ya estaba allá arriba, desafiando cualquier sentido de prudencia mientras todos temían ante una eventual caída. Ella, sin inmutarse, respondió: "No se preocupen. Yo sabía que estaba en peligro pero no me caía por nada del mundo. Además no importaba para nada".

Esa es la Vanessa Redgrave que ha sacudido a espectadores y críticos con su nuevo trabajo, con su nuevo papel en la obra Orpheus Descending de Tennessee Williams, una historia amarga que ya había sido llevada al cine con Marlon Brando. El retorno de la Redgrave ha despertado toda clase de reacciones y algunos que no la quieren (habría que decir: muchos no la quieren) han atacado su imagen controvertida, vocera del movimiento palestino, la misma radical que en 1982 fue capaz de demandar a la Orquesta Sinfónica de Boston por haberle cancelado un contrato para narrar el "Edipo Rey" de Stravinsky.
Es que las directivas de la orquesta sintieron temor ante las declaraciones políticas de la actriz.

Lo curioso de este regreso con una obra de Williams es que, precisamente, fue el mismo escritor quien la calificó como "la mejor actriz de teatro en lengua inglesa". Ahora hace de Lady Torrance, un personaje conflictivo y excéntrico, además de vulnerable.

Decir que Vanessa Redgrave lleva la actuación en la sangre, es un lugar común pero cierto. Después de todo, su padre es uno de los mayores actores shakespereanos, sir Michael Redgrave y su madre, Rachel Kempson, otra notable actriz. Su hermana Lynn tiene una sólida reputación en el teatro y el cine, y su hermano Corin ha desarrollado una exitosa labor con la Royal Shakespeare Company. De otro lado, las dos hijas de Vanessa, Natasha y Joely, ya iniciaron sus respectivas carreras cinematográficas.

Todos los directores, actores, técnicos, guionistas y expertos que han estado cerca de Vanessa Redgrave coinciden en destacar cómo se transforma, cómo su naturaleza de camaleón se proyecta aun en aquellos papeles que eran insignificantes al comenzar su carrera. Todos se han formulado la misma pregunta: ¿cómo hace para saltar, por ejemplo, de alguien como Jean Brodie, la víctima de un intelectual en "Los papeles de Aspern" o la mujer apasionada de "Fantasmas" de Ibsen, a los personajes feministas de "Julia" o "Los Bostonianos"? O, ¿cómo interpreta a Cleopatra en la obra de Shakespeare o la muchacha rebelde de "La fierecilla domada"?
En Hollywood dicen que nadie es más fanático para preparar sus personajes que Dustin Hoffman, quien, durante varios meses, antes del rodaje, sufre y se retuerce mientras entra en la piel del otro. Pero, conociendo de cerca el trabajo previo de Vanessa Redgrave, no hay nada qué hacer: para interpretar a Renee Richards, el ex atleta transexual que provocó todo un escándalo, pasó varias semanas entrevistando homosexuales, médicos, sicólogos y otros hasta cuando se sintió segura de lo que quería hacer.

Quizás la mejor definición sobre el arte interpretativo de esta mujer, quien ahora ha regresado triunfalmente a Estados Unidos después de varios años de ausencia del cine y el teatro por sus ideas antisemitas, esté en la frase de Fred Zinneman, quien la dirigió en "Julia" "Vanessa no interpreta un personaje... ella 'es' el personaje".