De principe a mendigo
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Para llegar al trono de Inglaterra es necesario recorrer un arduo camino. El príncipe William lo comprobó en carne propia durante los dos meses y medio que estuvo en el sur de Chile trabajando en una misión de caridad. Mientras que en Londres el heredero de los Windsor sólo tiene que estirar la mano para que sus asistentes se desvivan por complacer sus más mínimos caprichos, en el cono sur las cosas fueron diferentes. Durante su estancia William tuvo que realizar trabajos físicos tan agotadores como cargar leños, pintar casas, clavar estacas y lavar baños. Todo esto sin pedir ayuda de nadie. Pero el príncipe no se quejó. Contrario a lo que muchos de sus súbditos pensaban, el joven siempre se mostró alegre y colaborador con sus compañeros de jornada.