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DEBUTA LA BHUTTO

Aristócrata de 33 años, radical y vengadora, Benazir Bhutto inicia carrera política para gobernar uno de los países más poblados del mundo

20 de octubre de 1986

En un país donde las mujeres deben llevar velo en público y donde "es mal visto" que no se casen a determinada edad, hay una que desafía todos los protocolos y las costumbres y, de a poco, entra en la categoría de las heroínas de la época.
La mujer se llama Benazir Bhutto, tiene 33 años, ojos café y un rostro trágico, arrogante y aristocrático. Y el país se llama República Islámica de Pakistán, es uno de los diez más poblados del mundo (cerca de cien millones de habitantes) y en su interior se libra una intensa lucha por el poder de la cual es protagonista esta B.B. de la política mundial. Su estatura de líder ha comenzado a ser reconocida por las publicaciones internacionales más importantes y, a raíz de la prisión que debió pagar por presidir manifestaciones públicas, pocos dudan que este es sólo el debut de una líder de larga duración.
La historia política de Benazir, como le dicen sus seguidores en un país donde se hablan tres lenguas (ingles, urdu y sindhi), se inició en 1971 cuando comenzó a estudiar en la Universidad de Harvard, en los Estados Unidos. Además de los buenos amigos que hizo, entre ellos una de las hijas de Robert Kennedy, se ganó el apodo de Pinkie por su costumbre de usar el color rosado y logró fama de pronunciar buenos y enérgicos discursos. Sus compañeros de entonces recuerdan que el primer síntoma de su vocación política fue en una clase donde el profesor criticó a la milicia de Pakistán. Se levantó, furiosa, y leyó una proclama en favor del gobierno de su país, entonces gobernado por su padre, Zulfigar Ali Bhutto, un socialdemócrata radical que propugnó por una política exterior independiente.
Durante los años de universidad, Benazir mostró su garra de dirigente y un profundo amor por su patria. Su tesis de grado en 1973, que le mereció honores, fue sobre la separación musulmana y los orígenes de Pakistán, toda escrita sobre papel rosado. Después de los estudios regresó a su país y de ser la hija del Jefe de Estado, se convirtió en 1979 en una perseguida política. El motivo la radicalizó al punto del exilio: su padre fue depuesto y, tras un juicio y meses de prisión, fue ejecutado en la horca.

Herencia de combate
El dolor y su convicción política la volvieron la enemiga número uno del régimen instaurado por Mehmmed Zia ul-Haq, que hoy sigue gobernando a Pakistán contra toda resistencia de sus opositores. Pero, además, Benazir fue marcada por la fe que en ella tenía su padre, quien le dejó la lucha como herencia. "Sé fuerte. Por ti yo gobernaré este país desde mi tumba", cuentan que le dijo antes de su muerte.
Después del golpe y de la ejecución la familia Bhutto se perdió en el exilio, con excepción del hijo menor que formó parte de grupos terroristas, cual pagó con su vida: fue envenenado el año pasado en Francia. La madre de los Bhutto está exiliada en París y tiene cáncer en un pulmón; la hermana de Benazir vive en Londres el otró hermano se encuentra escondido, probablemente en Pakistán.
Con todos esos antecedentes de terror, Benazir regresó a su país en abril de este año. Lo hizo llamada por su deseo de luchar por el poder, de hacerle honor al legado de su padre y de empuñar otra vez la bandera del Partido Pakistaní del Pueblo, que tiene unos ciento cincuenta mil seguidores fieles y matriculados a la causa de la que es llamada "Hija de Pakistán". Para sus enemigos menos beligerantes, sin embargo, el regreso de Benazir sólo busca "vengar lo que le hicieron a su padre" y ella, aunque no confiesa ese propósito, tampoco disimula la inspiración de su lucha: lo recuerda constantemente y guarda con celo la ropa que vestía el día que lo mataron.
Desde su llegada, celebrada con una lluvia de rosas, su imagen de mujer autoritaria y carismática ha movilizado multitudes, lo que provocó de entrada dolores de cabeza en el gobierno que, a través del Estado de Guerra, tiene prohibidas las reuniones públicas de más de cinco personas. Por su lenguaje pacifista, lleno de llamamientos a sus seguidores para evitar choques con la Policía y no dejarse provocar, su labor política fue consentida hasta el pasado 14 de agosto. Ese día --en la celebración de la independencia nacional--, Benazir presidio una manifestación que terminó con otra lluvia, esta vez de gases lacrimógenos, y centenares de detenidos, incluida ella misma.
El estoicismo forma parte de su carisma. Además de producir "un calor de hipnosis" y de su fama de que con "sólo mover un dedo es capaz de hacer callar una multitud", en la detención guardó una serenidad asombrosa. "Volví a Pakistán a probar que la democracia es posible. Es un honor y un privilegio ir a la cárcel por ello", declaró entonces antes de ser conducida a una cárcel cerca a Karachi, la capital, al borde del desierto, donde permaneció un mes aislada, con cincuenta grados de temperatura en promedio y con la única compañía de Sugar, su gato.
De nuevo en libertad la semana pasada, la Bhutto ha seguido con paciencia, pero con energía, su campaña política hacia las elecciones de 1990.
Tanto para ella como para los cuadros directivos de su partido y algunos observadores occidentales, el presidente Zia ul-Haq desea sabotear esos comicios en un país cuyo territorio formaba parte del Reino de la India hasta 1947 y cuya economía se basa en el cultivo del algodón en dimensiones tan gigantes que significa el cinco por ciento del total sembrado y cultivado en el mundo.
Para evitar el saboteo de las elecciones, Benazir cuenta con su propia fuerza y convicción política y, además, con la ayuda aparente de los Estados Unidos, cuyo Congreso comenzó también la semana pasada a debatir el auxilio económico y militar de cuatro mil millones de dólares en los próximos seis años. La esperanza del Partido Pakistaní del Pueblo está en que el gobierno y el Congreso norteamericano mantenga su vigilancia sobre el regreso a la democracia en ese país.
Mientras tanto Benazir, que sigue soltera y que cada vez gana más terreno como líder al punto de que muchos la llaman "la nueva Corazón Aquino", tiene toda la paciencia y la convicción en el triunfo de su movimiento. Para demostrarlo describió así el tamaño y la duración de su compromiso: "Esta lucha es como comer un elefante lentamente. Bocado a bocado. Eso es lo que tratamos de hacer".--