Home

Gente

Artículo

Mientras hablaba de las bondades de la lectura, Bush prentendía leer un libro que estaba al revés

PERSONAJE.

Dio papaya

Se acaba la era de George W. Bush, el presidente más ridiculizado de la historia de Estados Unidos debido a sus constantes 'metidas de pata' y el auge de Internet.

1 de noviembre de 2008

Quizá muchos mandatarios de hoy preferirían que todo fuera como en la época medieval, cuando el bufón de la Corte era el único que tenía licencia para hacer parodias acerca del poder del rey sin que le cortaran la cabeza. George W. Bush debe ser uno de ellos, pues aunque de todos los jefes de Estado se han burlado, es el presidente número 43 de Estados Unidos el que bate el récord en la historia contemporánea. Sus ocho años de gobierno han sido un festín para los comediantes que han sabido aprovechar sus constantes equivocaciones verbales, sus frases sin sentido, sus controvertidas decisiones y sus fotos ridículas, como fuente de inspiración.

Si bien satirizar a un gobernante no es algo nuevo, ha cambiado la forma de hacerlo durante la estancia de Bush en la Casa Blanca. Según escribió el crítico de televisión Jason Zengerle en The New York Times, antes "el humor era suave y apolítico, y se centraba en debilidades personales de poca importancia". Eran comunes las imitaciones de aspecto y voz, o caricaturizar algún rasgo característico del mandatario de turno. Incluso al comienzo de la presidencia del segundo Bush las burlas parecían más inocentes y lo que causaba risa eran los chistes sobre su pobre dialecto, como cuando Will Ferrell en el show Saturday Night Live lo encarnaba diciendo "soy un estrategerista", al hacer alusión a la manía de Bush de inventar palabras. Así nació el término 'bushismo' para definir sus frecuentes gazapos y su mal manejo del inglés; libros publicados con esas expresiones son best sellers (ver recuadro).

Sin embargo, no han sido graciosas su guerra en Irak y la creciente inestabilidad económica del país que lo convirtieron en el Presidente norteamericano más impopular con niveles de desaprobación que en la actualidad se acercan al 70 por ciento. "Su administración ha sido tan polémica y ha generado tanta frustración que el humor ha sido una de las maneras más efectivas para hacerle frente", explicó a SEMANA Daniel Kurtzman, editor de la página web www.politicalhumor.about.com. En síntesis, los chistes se volvieron serios y cargados de ideología. "Representar al Presidente como un estúpido era poco usual hasta en los tiempos de Ronald Reagan, otro conservador que tenía la oposición de los medios y cuyas sátiras eran más respetuosas, incluso hechas con algo de cariño", comentó el experto en sátira política Richard Vatz, profesor de la Towson University.

Ya no suena increíble que un programa televisivo de debate político dedique varios minutos a la pregunta "¿Es el Presidente un idiota?", como lo hizo el ex congresista republicano Joe Scarborough en su espacio de la cadena Msnbc que con toda la seriedad del caso entrevistó a analistas sobre el tema. Y es que sin duda la administración Bush es la que más pantalla ha tenido, desde documentales como Fahrenheit 9/11, de Michael Moore, hasta la película W, de Oliver Stone, la primera sobre un presidente aún en el poder y que se estrenó recientemente en plena campaña electoral. La pregunta: "¿Cómo pasó Bush de ser un alcohólico holgazán a convertirse en el hombre más poderoso del mundo?" es, según el cineasta, el hilo conductor de su cinta.

El Presidente también fue representado como un niño de primaria, y su despacho oval, como un patio de recreo en la serie de dibujos animados Lil'Bush (Pequeño Bush) para hacer énfasis en la idea de que el mandatario es un irresponsable, una amenaza. En la historia sus amigos son Lil' Condi (la secretaria de Estado, Condoleezza Rice), que como está enamorada de George Jr. le hace todas las tareas; Lil' Rummy (su ex secretario de Defensa Donald Rumsfeld), un niño sádico que fue abusado por su padre, y Lil' Cheney (el vicepresidente Dick Cheney), una especie de monstruo que en vez de hablar hace rugidos incoherentes y al que sólo de vez en cuando se le entienden palabras como 'ataque'. Esta pandilla crea en Irak un parque de diversión llamado Halliburton Land, en referencia a la empresa de servicios petroleros de la cual Cheney fue presidente, y que se quedó con los contratos más jugosos después de la intervención norteamericana en ese país árabe. La ex primera dama Barbara Bush es mostrada como una mujer frustrada sexualmente que busca al pequeño Cheney para satisfacerse. Su esposo se refiere a ella como "un Frankenstein hecho de partes de Presidentes, cuya cabeza es la de George Washington".

También fue popular el programa That's my Bush, acerca de su disfuncional vida familiar y que en un capítulo llegó al extremo de referirse a los problemas sexuales de George y Laura Bush: él no quería practicarle sexo oral y comparan las partes íntimas de la primera dama con un "gato apestoso".

Para el profesor Jeffrey Jones, autor del libro Satire TV: politics and Comedy in the Post-network era, estos programas demuestran que las reglas del juego para referirse a un presidente en ejercicio ya no son las mismas. "Ya no se trata simplemente de producir unas rápidas carcajadas. Las comedias que ridiculizan a Bush intentan conectar sus limitaciones como persona con sus desastrosas políticas", dijo a esta publicación.

Por si fuera poco, Bush tuvo la desgracia de gobernar en la era de Internet, en la cual cualquier persona puede montar una página de burlas sin censura. "En los 90, especialmente durante el escándalo de Monica Lewinsky, hubo muchos chistes sobre Clinton, pero Internet no era tan popular como ahora", señala Kurtzman. Los espontáneos cómicos han comparado expresiones de Bush con las de los monos, han creado juegos interactivos para ponerle cerebro al mandatario y sitios web como TooStupidToBePresident.com (Demasiado estúpido para ser presidente).

Hasta las críticas más duras tienen su lado gracioso, como el supuesto fraude electoral de Florida en la primera campaña a la Presidencia que dio pie a un original sistema de voto electrónico durante la contienda de 2004 establecido en la ficción por el entonces gobernador de ese estado Jeb Bush, hermano del Presidente. "¿Está seguro de su elección?" era la frase que aparecía cuando alguien trataba de hacer clic sobre el botón de John Kerry. "¿Seguro?", era la insistencia cuando se reafirmaba el voto. "¿Usted está realmente, realmente seguro?", continuaba. Luego el botón de Kerry se hacía escurridizo hasta que se transformaba en el de Bush. "El estado de Florida le agradece una vez más haber votado por George W. Bush".

El Presidente está tan desprestigiado, que por primera vez en la historia moderna de Estados Unidos, ningún candidato -ni a la Presidencia, ni al Congreso ni al Concejo- quiere tenerlo a su lado. El mismo John McCain, el aspirante republicano, tuvo que aclarar enfáticamente: "Yo no soy George Bush". Tal vez el único dirigente que no se sonroja con tomarse una foto a su lado es Álvaro Uribe.