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En el campeonato de fútbol del Vaticano no se admite blasfemar, ni decir groserías, pese a la emoción de los partidos. Tampoco se juega los domingos porque para ellos ese es un día dedicado al Señor

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A Dios rezando y con el pie jugando

El Vaticano también ha caído a los pies del dios del balón y para poder venerarlo han creado su propio campeonato de fútbol

28 de abril de 2007

Si no hubiera sido por el escenario, la imponente mole de la cúpula de San Pedro que domina uno de los lados del campo, el partido al que asistió SEMANA en días pasados habría parecido un encuentro de fútbol normal. Sin embargo, se trataba de uno de los juegos entre sacerdotes y seminaristas de la Clericus Cup, el primer campeonato de balompié del Vaticano, en el cual sólo pueden participar religiosos.

Aunque las pantalonetas, las camisetas y los guayos engañen, estos atletas usan hábito talar fuera del campo. Estar al tanto con la modernidad y el paso del tiempo nunca ha sido el fuerte del Vaticano, en donde cada cambio requiere siglos de adaptación. Pero con la fiebre del fútbol sí se ha mantenido al tanto desde el principio. Por eso nació la copa, porque entre sus clérigos cada día hay más seguidores de esta pasión.

Aun así, el Vaticano sigue firme a los mandamientos católicos. Para empezar, no se juega los domingos, día consagrado al Señor y, por supuesto, no se blasfema en la cancha. Entre las novedades de este campeonato está la tarjeta azul cielo, que contempla una expulsión por cinco minutos. Esta sanción está entre la tarjeta amarilla y la roja, y también castiga el mal comportamiento. Además, los tiempos son sólo de 30 minutos y si un partido llega empatado al final del tiempo reglamentario, se va a los tiros penal.

Si existe un Estado multiétnico en el mundo, ese es el Vaticano y su primer campeonato lo demuestra. No hay un solo continente que no esté representado. Entre los 351 sacerdotes y seminaristas inscritos hay de todo, como en la viña del Señor: italianos, colombianos, mexicanos, norteamericanos, croatas, salvadoreños, africanos, vietnamitas... Incluso países como Papua Nueva Guinea y Myanmar, con poca o ninguna tradición futbolística, están presentes.

Una de las curiosidades de este torneo, como comentó Felice Alborghetti, jefe de prensa del Instituto de la Santa Sede para los Deportes (Centro Sportivo Italiano (CSI)), es que el arco de la cancha principal que más goles ha recibido es el que mira hacia la cúpula de San Pedro, mientras que el que da la espalda al Vaticano ha recibido un solo balón en su red, gracias a un penalty.

Los nombres de los 18 equipos que se enfrentan este primer año no dejan duda alguna sobre la procedencia de los protagonistas del torneo. Los nombres de algunos de los equipos son Pontificio Colegio Urbano, Pontificio Seminario Gálico, Redemptoris Mater, Divino Amore, Sedes Sapientae, Maria Mater Ecclesiae, Pontificio Seminario Mayor di Roma, Vicariato di Roma y Universidad Gregoriana (que es el sucedáneo de la selección del Brasil, ya que 10 de sus jugadores son de ese país). Hasta el momento, los equipos que encabezan sus respectivos grupos son el Maria Mater Ecclesiae y el Redemptoris Mater, que ya son favoritos. La forma de celebrar también es una clara muestra de su vocación. Después de los abrazos, los gritos, las fotos y las declaraciones a los medios, dejan de lado las celebraciones mundanas, se arrodillan y oran en silencio mirando hacia el Vaticano.

Detrás de la Clericus Cup está el secretario de Estado, cardenal Tarcisio Bertone. El número dos de la Santa Sede es un reconocido fan del fútbol. Cuando era arzobispo de la ciudad de Génova fue el primer alto prelado en comentar en directo dos partidos de fútbol entre la Sampdoria y el Génova. Meses atrás declaró a la prensa que le gustaría "poder ver un día un equipo del Vaticano jugando en la liga italiana, con los talentosos jugadores suramericanos que estudian en los diferentes seminarios pontificios".

La primera ronda de este campeonato se jugó durante ocho semanas, entre marzo y abril. La gran final será en junio, después de los cuartos de final y las semifinales, que empiezan a mitad de mayo. Los hombres de fe serán puestos a prueba para la final, pues los expertos han pronosticado que para esa época habrá un verdadero calor infernal.