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DIVORCIO EN LA CASA BLANCA

El distanciamiento entre el presidente Bill Clinton y su esposa, Hillary, se ha convertido en la <BR>comidilla de los medios de comunicación, que ya pronostican una separación.

19 de abril de 1999

El mejor abogado de Bill Clinton durante los amargos episodios de sus escándalos sexuales
fue sin lugar a dudas su esposa, Hillary. Fiel a su juramento en el altar la primera dama de Estados Unidos
acompañó a su marido en las duras y en las maduras y ni siquiera las argucias de Gennifer Flowers, Paula
Jones y Monica Lewinsky lograron minar su fuerte carácter. Sin perder la compostura Hillary dejó en claro que
ella era la única mujer importante en la vida del hombre más poderoso del mundo y que por consiguiente
haría todo lo posible por salvar su hogar.Así lo demostró a lo largo del juicio contra el presidente, en
especial el pasado 12 de febrero, cuando su esposo fue exonerado de los delitos de perjurio y obstrucción de
la justicia.Pero la felicidad duró poco pues la repentina aparición de Juanita Broaddrick le aguó la celebración.
La rubia cincuentona no ocultó su deseo de alborotar el avispero y declaró ante la opinión pública que en
1978 Bill Clinton _en esa época fiscal general de Arkansas_ la había violado. La mayoría de norteamericanos
consideró el escabroso incidente como uno de los tantos chismes que pretenden desprestigiar al primer
mandatario, pero para Hillary esta vergonzosa historia fue la gota que rebosó la copa.Esa es la hipótesis de
los principales medios de comunicación de Estados Unidos, que la semana pasada se dieron el gusto de
especular a sus anchas sobre la posible ruptura del matrimonio presidencial. Según el controvertido
diario virtual The Drudge report, la 'tormenta' se originó en Utah durante las vacaciones familiares
cuando la primera dama observó un video con los explosivos testimonios de Juanita. El calibre de las
confesiones la indignó a tal extremo que entró a la habitación donde dormía su esposo y le arrojó una
linterna. A pesar de las súplicas de su infiel consorte Hillary no se echó para atrás y le ordenó a sus
asistentes que le prepararan el equipaje porque se regresaba de inmediato a Washington.Aunque su vocera,
Marsha Berry, justificó el hecho argumentando que Hillary se había lastimado la espalda mientras esquiaba,
la prensa no tragó entero y siguió indagando sobre las verdaderas causas de la tensión marital. Las
sospechas de los periodistas encontraron eco en la visita oficial del presidente Clinton a Centroamérica,
en donde la figura de Hillary brilló por su ausencia. Como era de esperarse, los voceros de la Casa Blanca
salieron al paso asegurando que esos actos no hacían parte de la agenda de la primera dama.Ante una
explicación tan frágil muchos se han inclinado por la versión off the record, según la cual la señora Clinton se
habría negado a viajar por motivos personales. La noticia, primicia de la cadena Fox News, asegura que
Hillary prefirió quedarse en casa debido a la imposibilidad de conseguir habitaciones separadas durante la
gira. Al parecer la sola idea de dormir en la misma cama con el mandatario le desagrada. Fuentes cercanas a
Washington afirman que esta no es la primera que la primera dama le canta la tabla a su marido. El 18 de
enero, cuando el Congreso dio vía libre al juicio de destitución, Hillary montó en cólera pues la posibilidad de
perder todo lo que había logrado debido a un desliz de su lujurioso cónyuge le aterraba. Según testigos, la
mujer se transformó en una fiera, se abalanzó sobre Clinton y le propinó varios golpes hasta que un guardia
de seguridad intervino y los separó. Amigos de la familia sostienen que la pareja escasamente se habla entre
sí y que las vacaciones sólo son un teatro para dar algo de estabilidad afectiva a su hija Chelsea. Incluso hay
quienes dicen que la famosa escena de Bill y Hillary bailando en las playas de las Islas Vírgenes fue un
montaje para mejorar la maltrecha imagen del presidente. Esta clase de comentarios han ganado peso
gracias a las declaraciones de Monica Lewinsky, quien aprovecha la menor oportunidad para decir a los
cuatro vientos que el presidente accedió a sus coqueteos debido a las carencias sexuales y emocionales
de su relación conyugal. Para la prensa amarillista esta es la mejor prueba de que el matrimonio pende de un
hilo y pronostica que antes de que termine el pe-ríodo presidencial Hillary se habrá trasladado definitivamente
a Nueva York para dedicarse de lleno a su campaña al Senado. Si bien los especuladores le apuestan a
un próximo divorcio lo cierto es que esto no es muy probable ya que la pareja siempre se ha caracterizado
por sus jugadas tácticas y no se va a arriesgar con una movida en falso que pueda poner en peligro sus
respectivas aspiraciones políticas. Por lo pronto, lo más seguro es que Hillary continúe interpretando de
puertas para afuera su famoso rol de esposa fiel y amorosa aunque por dentro quiera 'matar' a su marido.
nEn medio de dos fuegosDesde que llegaron a la presidencia de Estados Unidos los Clinton han tratado
infructuosamente de mantener alejada a su hija Chelsea de la jauría de la prensa. Sin embargo la posible
separación de la pareja ha vuelto a centrar la atención sobre la adolescente y muchos se preguntan cuál va a
ser su reacción. Como la joven es totalmente reservada las especulaciones se encuentran a la orden del día y
hay quienes aseguran que Chelsea se inclinará a favor de Hillary debido al escarnio público al que Bill la ha
sometido desde hace años. Adoctrinada por su madre en las creencias feministas, la joven aún se muestra
renuente con su padre y por más que sonría en las fotos todavía se le ve cierto resentimiento. Para evitar la
presión del escándalo Chelsea ha buscado la tranquilidad de las aulas de la universidad de Stanford, en
donde trata de seguir una vida como la de cualquier muchacha de su edad cuyos padres atraviesan por una
crisis.