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Durmiendo con el asesino

El 'Chacal', el legendario terrorista de los años 70, es retratado en su faceta más personal por Magdalena Kopp, su ex esposa, en un libro lanzado en Alemania.

29 de septiembre de 2007

Al igual que en la historia de El doctor Jekyll y Mr. Hyde, Magdalena Kopp tiene hoy la certeza de que el hombre con el que compartió su vida durante 17 años, Ilich Ramírez Sánchez, más conocido como Carlos el 'Chacal', tenía dos caras. Una era la de playboy latino y encantador que le coqueteaba de manera agresiva desde cuando la conoció, que pretendía tener la verdad revelada sobre la historia de la humanidad, que hablaba cinco idiomas y parecía ser el epítome del revolucionario de los años 70. La otra, que le tomó algún tiempo aceptar, era la del asesino brutal y sanguinario, que con la frialdad de un témpano acababa con su objetivo sin importar si antes hubiese sido su amigo o su peor enemigo. Y ahora cuando el terrorista venezolano ya lleva más de 13 años tras las rejas, sintió que era el momento de contar lo que vivió junto a él. La historia de cómo una jovencita de un pueblo bávaro entró en los círculos del terrorismo europeo y terminó casada con el hombre más buscado del mundo. Por eso acaba de lanzar en su natal Alemania el libro autobiográfico Los años de terror. Mi vida al lado de Carlos.

Hija de un empleado de correos y una camarera, en su juventud se sintió agobiada por el mundo pequeño burgués y conservador en el que creció. Sus padres habían sido seguidores del régimen nazi, al igual que gran parte de los alemanes de su generación, y ella, en cambio, admiraba la revolución de izquierda que cogía cada vez más fuerza a finales de los 60. Se mudó a Berlín a estudiar fotografía. Un par de años más tarde, cuando vivía en Frankfurt con su primer compañero sentimental y después de tener una hija, decidió entrar a las Células Revolucionarias (RZ) y se convirtió en una militante que defendía los ideales antiimperialistas y apoyaba el Frente Popular de Liberación Palestina (Fplp). Tanto era su compromiso, que abandonó a su hija, dejándola al cuidado del padre. "Yo no me consideraba una terrorista, así nos veían los demás. Nosotros pensábamos que estábamos haciendo un bien. Causábamos daños materiales evitando matar, aunque sí llegamos a lastimar a varias personas", dijo Magdalena, de 59 años, a SEMANA. Pero hoy sabe que a pesar de que vivieron al límite y se dedicaron a la revolución, esto en verdad no les trajo nada. Siente que actuó mal. Y fue en su búsqueda por reconstruir su memoria y entenderse a sí misma que decidió escribir.

A pesar de que el 'Chacal' fue el hombre que marcó su vida, no se trató de un amor a primera vista. Lo conoció en Londres y pensó que era un "fanfarrón" engreído. La segunda vez que lo vio fue pocos meses después del espectacular secuestro de ministros en la reunión de la Organización de países exportadores de petróleo (Opep), dirigido por el terrorista venezolano, que se llevó a cabo en Viena en 1975. Se encontraba con su novio de entonces, Johannes Weinrich, en Yemen, en donde Ilich Ramírez Sánchez era el encargado de impartirles instrucción militar y dirigir el pequeño grupo al que pertenecían. "Separarme de Hannes fue el peor error de mi vida", asegura. Pero entonces, después de mucha insistencia, había cedido ante los coqueteos de su líder Carlos y se convirtió en su mujer. Además debió entrar en la clandestinidad, pues ya la buscaban las autoridades alemanas.

"Él necesitaba una mujer que estuviera a su lado, que viajara con él, que le cocinara y le lavara la ropa", confesó Kopp a esta revista. Después de haber sido una feminista convencida, se había convertido en una mujer abnegada que seguía órdenes, a veces por convicción, pero muchas otras por físico miedo.

En 1982 debió pagar tres años de cárcel. Había sido arrestada por las autoridades francesas mientras, con otro revolucionario, trataba de llenar un carro con explosivos en un parqueadero de París. Durante ese tiempo, el 'Chacal' realizó ocho atentados en ese país para forzar la liberación de su amada y 20 personas perdieron la vida por ello. "Siento culpa, se suponía que lo hizo por nosotros. Pero en verdad lo hizo fue para mostrarse al mundo. Mi error radica en haber estado con él. Que se enloqueciera no es culpa mía", relató. Sin embargo, al salir de la cárcel, Magdalena se casó con él y quedó embarazada.

Para entonces, el 'Chacal' ya no era el revolucionario que recibía el apoyo de países árabes y del bloque comunista, y casi todos sus aliados le habían dado la espalda, pues se había convertido en un asesino a sueldo. Cuando a Magdalena se le pregunta si vio cómo le quitó la vida a alguien, titubea y dice que casi. Aun así, registra cómo mató en la cocina, con un tiro en la nuca, a un antiguo compañero de la lucha palestina. Ella tenía siete meses de embarazo. Cinco años después, cuando Siria también les cerró la puerta, Magdalena y su hija Rosa se fueron para Venezuela.

Asegura que al conocer a José Altagracia y a Elba María, los padres de Ilich, entendió las contradicciones en la personalidad de su esposo. Su suegro, un marxista convencido, vivía en una casita en San Cristóbal de manera muy humilde y aplicaba esa ideología en su estilo de vida. Su madre, al contrario, siempre estuvo más preocupada por su apariencia y el dinero. Esas dos influencias crearon al playboy de alta sociedad, que al mismo tiempo predicaba el socialismo y trataba de enseñarlo a sangre y fuego. También dice que a ella le heredó la personalidad explosiva y la ira ciega. En su último encuentro, Elba María, después de tener un altercado con su nieta Rosa, comenzó a rememorar con nostalgia los momentos felices que había vivido al lado de su hijo en Londres. "No llores por los tiempos lindos", le gritó Kopp furiosa. "Llora más bien por el monstruo que criaste".

Monstruo que hoy sueña con ser liberado y regresar a su país para luchar junto a Hugo Chávez por la revolución bolivariana. Terrorista que asegura que Osama Ben Laden es su reemplazo natural e histórico en la lucha por la yihad. Asesino a quien se le acusa formalmente de 83 muertes y que aunque ya cumple una condena de por vida en una cárcel francesa, deberá comparecer de nuevo ante un juez en enero, en donde se reiterará que deberá pasar el resto de sus días tras las rejas. El mismo hombre de 58 años que hace seis se casó con su abogada defensora, Isabelle Countant-Peyre, y demostró que no ha perdido su aura de Casanova.

Sólo cuando encarcelaron a Carlos, en 1994, Magdalena se sintió realmente libre. Aunque hacía tiempo se había dado cuenta de la maldad de su cónyuge y de lo que un hombre así podría hacer contra ella o su hija, sabía que si lo dejaba, todo podría ser aun peor. Rosa, que ya tiene 21 años, no recuerda mucho a su padre, de quien recibe tarjetas en fechas especiales. Según Magdalena, su hija debe vivir con ese legado, pero lo maneja bien. En cambio ella siente que debe asimilar y procesar lo que presenció. "No me siento capaz de matar a nadie, ni siquiera a él. Aunque estoy convencida de que eso es lo que debí hacer".