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La voz del padre se escucha en el estadio El Campín cuando da la bienvenida a los asistentes. Luego invita a que la fiesta del fútbol se celebre en paz . Durante los partidos es común verlo merodear con su radioteléfono por el que se comunica con los miembros de su equipo, ubicados en las tribunas, para ver que todo marche bien

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El ‘10’ de la paz

A punta de fe y trabajo con los jóvenes, el padre Alirio López ha logrado meterle varios goles a la violencia entre barras en el estadio El Campín.

21 de abril de 2007

"APedro le quedaría bien el puesto de defensa, por su carácter inmediatista. Juan sería el 10, por su capacidad de organizar, y Tomás el arquero, por sus dudas. Me lo imagino diciendo: 'salgo o no salgo'. Santiago sería un buen delantero porque siempre estaba pendiente de todo. Como Lucas el evangelista era médico, sería el preparador físico, y Mateo el mayor accionista del equipo porque era cobrador de impuestos. A Judas no lo ubico en ningún lugar, de pronto me vende el equipo. Y, lógicamente, Jesús sería el director técnico". Si al padre Alirio López se le ocurrió armar un equipo de fútbol con los apóstoles es porque a sus labores como sacerdote les imprime algo de su pasión deportiva. O al revés: acompaña su afición por el balón con sus mensajes espirituales. Por eso en el estadio El Campín es toda una institución. Sagradamente, antes de cada encuentro visita a los dos equipos, les desea suerte, reparte bendiciones y recoge las nóminas que leerá con su potente voz tras darle la bienvenida al público. "Paz, reconciliación y autorregulación es el compromiso de los buenos hinchas", remata.

Y aunque ese es su más profundo deseo, cuando apaga el micrófono se convierte en un aficionado y reza para que su Millos tenga la estrella 14. "Una vez nos metieron un gol y solté un madrazo, sin saber que tenía el sonido abierto". Lo recuerda como un gran chasco, aunque el incidente produjo aplausos.

Esa empatía con los hinchas lo llevó a crear 'Goles en Paz', un programa que desde hace seis años promueve la convivencia entre las barras. "Los estadios son templos del compartir y de la fiesta más linda que puede existir", recalca. En el año 2001, durante un clásico Santa Fe - Millonarios, el alcalde Antanas Mockus y el padre Alirio, su consejero para la Vida Sagrada, fueron invitados a hacer el saque de honor y bautizaron el partido con el nombre que llevaría la iniciativa. Desde entonces, el sacerdote se ha convertido en la voz de la conciencia de los jóvenes, pues su herramienta para desarmar sus corazones en El Campín ha sido darles la oportunidad de ser escuchados. "Su éxito radica en que los muchachos le creen. Él es franco y paciente, pero al mismo tiempo nos enseñó a aplicar el lema: 'mansos pero no mensos'", explica Mockus.

Fue así como en 2002, él y su gente invitaron a 24 líderes de las barras de Santa Fe y Millonarios que habían tenido conflictos en Bosa, a una salida pedagógica a Villa de Leyva. Como resultado, pactaron dejar de agredirse. También ha dirigido campamentos con otras barras como las del América de Cali, que han ayudado a crear una Guía para la Convivencia y Seguridad. En la actualidad por los conflictos que se han presentado en las barras de Millonarios, está trabajando para que los integrantes de Blue Rain y Comandos se reconcilien porque, como dice, "en el estadio se unen en una sola voz".

Su mejor gol ha sido darle forma al Decreto 164 de 2004, por medio del cual se creó el Comité de Seguridad y Convivencia para Espectáculos de Fútbol Profesional Goles en Paz. Está conformado por representantes de la Policía, el Cuerpo Oficial de Bomberos y el Instituto Distrital para la Recreación y el Deporte. Además de preparar las medidas para los partidos, se busca convertir a Bogotá en un ejemplo de hospitalidad para los hinchas visitantes, al recibirlos a su llegada a la capital y facilitarles su ingreso al evento. El coronel José Javier Vivas, comandante de la Fuerza disponible de la Policía Metropolitana, considera que "Goles en Paz es un punto neutral entre la afición y las instituciones, pues el padre mantiene un contacto con los jóvenes sin ser impositivo". De hecho, uno de los mensajes que el padre no se cansa de repetir es "fuerte en los principios, suave al aplicarlos".

"Las quejas de los vecinos del estadio, que eran diarias, han disminuido, y hay mayor afluencia a los partidos", cuenta Sandra Jaramillo, alcaldesa de Teusaquillo. Pero la violencia va más allá de las tribunas y esa es una de las mayores preo-cupaciones del 'curita', como lo llaman. Al programa le critican limitarse a la seguridad en El Campín y dejar de lado los conflictos en los barrios. "Las barras reflejan los problemas de la sociedad, como la falta de oportunidades", advierte Luis Bermúdez, director de la Fundación Bermúdez Nieto, también dedicada al trabajo con los hinchas.

Al respecto, Mockus considera que "el padre tiene una capacidad de identificar esas dificultades. Prueba de ello es su labor pedagógica en los colegios". Se refiere a iniciativas como Semilleros de Paz, con la cual no sólo crean una sana conciencia de barra en los niños, sino que realizan acompañamiento para ayudarlos en la construcción de proyectos de vida. "Uno no le puede echar la culpa a Dios de todo lo malo, explica Lucho Garzón, alcalde de Bogotá. El padre Alirio es polémico, comprometido, militante con lo que se propone. No hace consensos babosos, fija posiciones. Manejar pasiones es de una gran complejidad. Tiene un liderazgo fuera de lo común". Con el Sena se está incorporando a los jóvenes en procesos de capacitación, además de talleres de liderazgo y de música, entre otros. "Tenemos proyectos de microempresas y vamos a sacar un CD con canciones, realizado por la barra de Santa Fe", cuenta Pedro Durán, líder de la Guardia Albi-Roja Sur. "El padre es gallina", dice refiriéndose a la manera como los del Santa Fe llaman a los de Millos, "pero su programa se debería extender a todos los estadios donde las barras sólo se controlan con represión".

El padre reconoce que ha habido momentos difíciles. Aún no ha podido olvidar el 11 de mayo de 2005, cuando en un partido entre Santa Fe y América, murió un hincha y varios resultaron heridos."Me sentí impotente. No tiene sentido que por una camiseta nos matemos". Pero su lucha continúa y cada vez son más los jóvenes que quieren vivir la fiesta en paz.

Eso es lo que ha motivado al párroco de La Veracruz. No es casualidad que en 1996 liderara la campaña 'Que las armas descansen en paz en esta Navidad'. Desde entonces, en 13 jornadas ha recogido más de 4.600 artefactos bélicos.

Con Goles en paz ha unido sus dos pasiones: la fe y el fútbol. Recuerda cómo de niño solía disfrazarse de cura y con gaseosa y panecillos celebraba misas con su hermano Luis, también sacerdote. Pero la religión los une y el fútbol los separa: "Hermano, oro todos los días para que te conviertas a Millos y dejes a Santa Fe. Nunca es tarde para entrar al reino de los cielos", bromea. También recuerda cómo hace 30 años era el arquero del Seminario Mayor. Por eso hoy, en cada partido, pide para que haya paz... "pero con goleada".