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EL AMANTE DE LA PRINCESA

El libro 'La princesa enamorada' podría ser el puntillazo que lleve a la reina a aceptar el divorcio entre el príncipe Carlos y Diana.

7 de noviembre de 1994

POCAS HORAS después de haber llegado a las estanterías, la edición de 75.000 ejemplares de La princesa enamorada se agotó en las librerías londinenses. El día anterior todos los diarios ingleses habían anunciado la aparición del libro, escrito por la periodista Ana Pasternak, y basado en el relato del amante de la princesa. En el almibarado estilo de una Corín Tellado, la autora cuenta los cinco años del romance dé Diana con el ex oficial de Caballería James Hewitt, a quien conoció en 1986, cuando se convirtió en su profesor de equitación.

"La relación entre Diana y Hewitt era una historia de amor que merecía ser contada -dice la escritora-. Este romance fue muy importante para la princesa, quien se sentía rechazada por su esposo y desilusionada por el resquebrajamiento de su matrimonio. Al no verse satisfecha ni emocional ni físicamente por su marido, cayó en brazos de otro hombre". Este hombre es un apuesto mayor retirado, de 36 años, hijo de un oficial de la Marina Real, que durante varios años fue guardia personal de la reina Isabel, y en 1991 fue enviado a la Guerra del Golfo. Según contó La la periodista, la princesa de Gales consideró seriamente la idea de abandonar a su esposo por él. Diana se separó formalmente del príncipe Carlos en diciembre de 1992.

Aunque se trata de un libro más de los publicados en los últimos años sobre las aventuras amorosas de los miembros jóvenes de la familia real inglesa, lo que más ha sorprendido es que hasta el momento nadie ha salido a desmentir tales revelaciones. Y en Inglaterra todo el mundo asume que el affaire fue verdad. La semana anterior, tanto republicanos como monárquicos estaban pendientes de la reacción de la opinión pública ante este nuevo escándalo, que ha sido calificado como el puntillazo a la Casa de Windsor incluso por los más prestigiosos defensores de la realeza británica.

Pero es más el escándalo que ha suscitado la falta de caballerosidad de Hewitt que el adulterio de Diana. En un país donde la discreción y la reserva son la base de la sociedad, contar un affaire con Diana es más grave que tenerlo. Y el hecho de que el oficial haya revelado sus amores con la princesa, ha convertido a Hewitt en el ser más odiado en Inglaterra desde Jack el Destripador. Por eso, aunque haya recibido 3 millones de libras (4.5 millones de dólares) por relatar su romance con Diana, la opinión pública inglesa -fiel a la norma de que 'los caballeros no tienen memoria'- no logra entender que Hewitt haya traicionado la confianza de la princesa. De eso dan cuenta los titulares de los diarios que lo califican de 'traidor' y 'patán': "El sinverguenza de Dí se da a la fuga... Hewitt el Judas... Diana fue vendida... Y lo cierto es que si Alberto Giraldo afirma que se 'suicida civilmente', lo mismo puede decirse de este ex militar de 36 años que hoy se encuentra escondido en un lugar desconocido porque sabe que socialmente está muerto. En cuanto a Diana, los británicos siguen apoyándola a pesar de su adulterio. Una encuesta realizada esta semana por el diario The Sun mostró que el 72 por ciento de los lectores sigue apoyando a la princesa y que el 71 por ciento continúa culpando al príncipe -quien hace poco confesó su infidelidad en un documental sobre su vida- por el colapso del matrimonio.

Pero quizás la reacción más registrada a raíz de la aparición de este libro sea la de haber abierto la posibilidad al divorcio del heredero de la corona británica. Si bien las revelaciones del adulterio de Diana no tienen implicaciones constitucionales inmediatas, la verdad es que a la luz de un estatuto del siglo XIV, que todavía está vigente, tanto el mayor Hewitt como la princesa Diana serían culpables de traición y deberían ser ejecutados. Aunque esto seguro no va a suceder, sí se ha planteado abiertamente la posibilidad de que Carlos y Diana se divorcien legalmente.

La semana anterior, los miembros del Consejo Privado de la Reina le sugirieron que agilizara los trámites del divorcio de los príncipes de Gales -y de paso el de los Duques de York- como una forma de restablecer la respetabilidad de la monarquía, cuyo prestigio ha llegado ahora a su punto más bajo. Según una encuesta realizada la semana pasada por el diario republicano Daily Mirror, el 73 por ciento de los lectores opinan que la reina Isabel II debería ser la última soberana de Inglaterra, mientras sólo el 27 por ciento cree que la dinastía de los Windsor debería continuar. Pero no sólo los asesores del palacio de Buckingham han comenzado a mencionar la conveniencia del divorcio, destacados constitucionalistas y miembros de la Iglesia Anglicana han asegurado que debería realizarse lo antes posible, para evitar que nuevas revelaciones puedan dañar aún más el prestigio moral de la casa real.

Si esto sucediera, el parlamento británico entraría a decidir si Carlos es el indicado para convertirse en soberano. El historiador Paul Johnson, una de las biblias de la nobleza, cree que el único camino que queda para salvar la reputación de la familia real británica es que Guillermo, el hijo mayor del príncipe Carlos, asuma el trono cuando la reina muera o abdique. "Yo creo que deberíamos pensar seriamente en si sería conveniente alterar la sucesión y hacer posible que el príncipe Guillermo se ubique como el próximo en la línea -dijo la semana pasada a la BBC de Londres-. Me parece que ambas partes en este matrimonio han cometido graves faltas que los descalifcan para convertirse en rey y reina".

Pase lo que pase, una cosa es cierta. No es este el primer amorío de la princesa Diana del que se tienen pruebas. En dos ocasiones anteriores el teléfono ha delatado secretos romances de la esposa del heredero al trono. La primera vez fue en septiembre de 1992, cuando se hizo pública la grabación de una romántica conversación de Diana con un viejo amigo llamado James Gilbey. La charla, sostenida entre el teléfono de un automóvil, fue grabada por un radioaficionado. Y, recientemente, la Policía descubrió que cerca de 300 llamadas anónimas hechas al comerciante de arte Oliver Hoare, provenían del palacio de Kennsington -la residencia de Diana- y del celular de la princesa. Y con tres amantes documentados, hay quienes piensan que Diana es más 'casquifloja' de lo que se ha creído.