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EL BUS DE PEREIRA

Con el triunfo de Gaviria, todo lo que tenga que ver con Pereira se puso in.

16 de abril de 1990

Pereira, palabra mágica. De la noche a la mañana y por cuenta de más de dos millones de voto que sacó César Gaviria en la consulta popular, se ha convertido en la ciudad in de Colombia. Pereira produce hoy en cada pereirano, no importa su condición, clase o color político, un fervor patrio similar al que despierta en los colombianos un gol de la Selección Colombia.
Pereira está de moda y todos buscan en el baul de los recuerdos o en el cuarto de los chécheres, algo que acredite su pedegree de pereirano. Porque como dice uno de ellos refundido aquí en el altiplano, "todos aspiramos a un puestico en el próximo gobierno". Y por cuenta de estas aspiraciones, afirma Tulio Angel, pereirano de pura cepa pero cachaquizado, "la firma Valher, que fue la primera fabrica de vestidos del país y pereirana por más señas, va a poder salir del concordato. Todos los pereiranos estan encargando su ajuar y su vestido de posesión".
En Colombia, dos son las cosas que todos conocen de Pereira: el Bolívar Desnudo y un par de dichos (Así no llegamos a ningún Pereira" y "Los pereiranos o son futbolistas o son p..."). Pero si la historia del Bolívar de Arenas Betancur es reciente y conocida, la de los dichos no lo es tanto. Cruce de caminos, Pereira, fundada por segunda vez en 1863 por Guillermo Pereira Gamba, radical y literato que dono los terrenos, se convirtió en importante centro de comercio y en la sede de la mayor feria ganadera del país. A ella llegaban para quedarse durante 15 días los grandes comerciantes de ganado con sus bolsillos llenos de dinero. Y como donde hay plata hay viejas, rumba y trago, Pereira se convertía durante las ferias en una especie de pueblo del Lejano Oeste, de bares y cantinas y mujeres de vida ligera en busca de billete. Llegaban en la grupa de los caballos de los ganaderos y escandalizaban a las señoras del pueblo que buscaban refugio en sus casas o en las iglesias hasta que la calma volvía. Las mujeres se iban pero dejaban la fama. Por eso el legendario dicho, "modernizado con el cuento de los futbolistas para logral el empate con los machos", le dijo a SEMANA un pereirano conocedor de la letra menuda de la ciudad. Y como negocio que no se cerraba en Pereira era negocio que no se hacía, de ahí proviene ese otro famoso que dice: "Así no llegamos a ningun Pereira".
Los pereiranos, a pesar de no ser muy numerosos, son una institución en Bogotá. Tal vez los más conocidos a nivel nacional hasta hoy, con excepción de César Gaviria, son Jorge Mario Eastman y Bernardo Ramírez.
Eastman es, sin duda, el pereirano que más lejos ha llegado en la escala burocrático-política. Eastman, quien quedo bien conectado politicamente al aguantar un carcelazo con Belisario Betancur durante la dictadura de Rojas Pinilla, tuvo una carrera fulgurante que comenzó como ministro de Trabajo a los 30 años en 1970, y que parece haber terminado la semana pasada con su derrota como cabeza de Cámara de la lista de María Eugenia Rojas, quien también se ahogo. En estas dos décadas llego a tener una hoja de vida presidenciable: presidente de la Cámara, presidente del Parlamento Latinoarnericano, ministro de Trabajo y de Gobierno, embajador en Lima y Washington. Sin embargo, el sabor que da ser inquilino de Palacio no lo conoció sino por cuenta de una paloma de ocho días, en calidad de ministro Delegatario durante el gobierno de Turbay Ayala.
A pesar de haber logrado tantos puntos, Eastman no llego a la Presidencia de la República, ni tuvo el poder que llego a tener en sus manos su coterraneo Bernardo Ramírez en el gobierno de Belisario Betancur. Bohemio impenitente, con veleidades marxistas --de Karl-en su juventud, y apariencia marxista --de Groucho-en la actualidad, este publicista se convirtió en el alter ego de Betancur durante su administración. Para tener una idea de su poder, basta decir que era similar al que han tenido en este gobierno German Montoya y Gustavo Vasco sumados. El mismo, burlándose de su história de pereirano venido a más, ha inmortalizado un chiste según el cual el bus que lo trajo de Pereira a la capital debería ser instalado con honores en el Museo del Hombre de Pereira.
Con menos éxito que los anteriores, otro pereirano, Hernán Vallejo, ha intentado probar suerte en la arena política de Bogotá. Aunque con una hoja de vida de quilates en la que figuran ministerios, alcaldía y gerencias gremiales, Vallejo fue derrotado estruendosamente la semana pasada en su lucha por la Alcaldía de Bogotá, en competencia con otro "extranjero", el calero Juan Martín Caicedo.
En el mismo bus de Ramírez llegaron también a Bogotá otros pereiranos no propiamente interesados por la política. Con una bien ganada herencia de comerciantes, los pesos han sido para ellos más importantes que los votos. Y esta categoría esta encabezada por Gustavo Gaviria y Byro López. El primero, combinando una carrera de llerismo y café, llego a se hombre clave en el manejo de las finanzas de la campaña de Luis Carlos Galán. El segundo es probablemente el más versátil de todos sus coterraneos. De redactor económico de El Tiempo, con 700 pesos de sueldo, pasó a ser el primer gran marchand dnart del país, actividad en la que, según sus críticos, sin entender mayor cosa de pintura, dio el salto de pobre a rico. Porque de rico a magnate pasó no por cuenta del arte, sino por obra y gracia de su sagacidad financiera. Hoy es miembro activo del jet set, gran coleccionista de arte y uno de los pocos colombianos que se pueden dar el lujo de viajar en avión privado.
Jet set, coleccion de arte y avión propio son palabras que se asocian más bien con Nubia Arenas, más conocida como la Condesa Braschi. Tal vez el único personaje de Pereira que en lugar de lanzarse a conquistar a Bogotá decidió conquistar el mundo. Casada con el Conde Piero Braschi, descendiente de una noble pero empobrecida familia del principado de San Marino, la condesa no tiene jet privado ni colección de arte, pero se mueve de tu a tu con los que si los tienen. Particularmente ha estada muy vinculada con la familia Kennedy, a la cual le ha colaborado en las olimpiadas para niños diferentes que la familia patrocina. Su hija Francesca, la contessina, es una diseñadora con grandes conexiones en la ciudad de Nueva York.
Pero toda esta colección de personajes no podía dejar de tener su propio juglar. Y ese es, ni más ni menos, que Tulio Angel, quien se autocalifica como tal. De humor agudo como una gillette y con un hablar que no disminuye de 78 revoluciones por minuto el ex director de Asomedios y actual gerente de Intervisión es un popular personaje de la vida social bogotana. Comentando la trayectoría de su carrera afirma: "Me mandaron de Pereira a Bogotá que dizque para que conociera gente importante como los Holguin, los Samper, los Pombo y los Santos, y aquí vine a descubrir que los importantes son de Pereira. Cada vez que hay elecciones me toca votar por uno: Eastman, Vallejo, Gaviria...".
En todo caso, si esto es lo que se sabe hoy de Pereira, de llegar Gaviria a la Presidencia de la República lo más seguro es que lo mismo que Amagá con Belisario, Popayán con Valencia y Neiva con Pastrana, Pereira entrara a formar parte del folclor geográfico-político colombiano.