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Juan Pablo Salazar está convencido de que la mejor manera de hacer activismo en las calles es a través del deporte. | Foto: ANDRÉS GOMÉZ GIRALDO/SEMANA

PARALÍMPICOS

El capitán

Desde que un accidente dejó en silla de ruedas a Juan Pablo Salazar, el jefe del equipo paralímpico colombiano se convirtió en el abanderado de la inclusión social de personas con discapacidad en el país. Esta es su historia.

1 de septiembre de 2012

Juan Pablo Salazar llevaba trabajando tres años en la agencia de publicidad Sancho cuando le cambiaron los planes. En 2004 durante el matrimonio de su hermana en las Islas del Rosario se lanzó desde un bote para nadar hacia la orilla, pero no calculó bien. "El agua no era tan honda como yo pensaba y me pegué contra la arena. Me fracturé la cuarta y la quinta columna cervical y quedé con parálisis del pecho para abajo", cuenta. Después de salir de cuidados intensivos, viajó a un centro de rehabilitación en Detroit, donde entendió que el deporte era la cura que estaba buscando.

Allí se unió a un equipo de rugby en silla de ruedas y cuando regresó a Bogotá creó el primero con esas características. "Me traje una silla y le dije a un vendedor de un almacén de bicicletas: 'Hermano, hágame ocho iguales a esta'. Luego vinieron mis compañeros de Michigan e hicimos una gira de exhibición por todo el país. Así arrancaron algunos equipos y hoy ya hay algo más o menos parecido a una liga". Durante los últimos años el 'Quadrugby' (en español, rugby para parapléjicos) ha llegado a países como Perú, Bolivia, Chile, Ecuador, Paraguay y Uruguay gracias a Juan Pablo.

"Yo juego, pero mal, así que preferí ponerme la corbata", dice. Hoy además de ser el presidente de la Federación de Personas con Limitaciones Físicas, es el jefe de misión del equipo que por estos días está representando a Colombia en los Juegos Paralímpicos de Londres: "Hay 39 atletas que tienen puesta la camiseta del país, no la de los discapacitados".

Tras dos años de terapias Juan Pablo creó Arcángeles, una fundación que atiende a personas en situación de discapacidad. "Les ayudamos a recuperar su potencial físico y psicológico, así como a reintegrarse a la sociedad porque una vez dejan de ser pacientes se convierten en ciudadanos que trabajan, hacen deporte, participan en actividades culturales y elaboran un discurso político".

Uno de los proyectos más reconocidos de Arcángeles fue el piloto para que Gran Estación se convirtiera en el primer centro comercial de Colombia en contratar personal con alguna limitación. El modelo ha tenido tan buena acogida que ya suman más de 360 personas vinculadas a diferentes empresas e, incluso, otros países de Latinoamérica lo han copiado.

La campaña Remángate contra las minas antipersonal también es un "producto de exportación 100 por ciento colombiano" liderado por Juan Pablo. En asocio con la Vicepresidencia de la República, Naciones Unidas y la agencia Proximity diseñó una iniciativa para animar a la gente a que el 4 de abril se subiera la bota del pantalón en señal de rechazo a ese flagelo: "Este año llegamos a 70 países y logramos que personajes como Ban Ki-moon y Michelle Bachelet se remangaran el pantalón". Tal fue el impacto que se ganaron dos leones en Cannes Lions, uno de los festivales de publicidad más importantes del gremio.

Ante el inesperado crecimiento de la fundación, Juan Pablo decidió especializarse en Harvard en Gerencia de Organizaciones Sin ánimo de Lucro y tomó un curso de Desarrollo Social en Japón. Si bien el accidente cambió sus prioridades, asegura que en ese momento las circunstancias eran muy diferentes. "Yo creo que es injusto decir que gracias a una calamidad descubrí lo que quería hacer en la vida -aclara-. Sin duda el hecho de vivir en una silla de ruedas me enfocó y me hizo entender una realidad que es muy complicada para mucha gente, pero también hay que considerar que antes del accidente yo tenía las preocupaciones de un chino de 23 años".

Ahora se encuentra en Londres acompañando a los deportistas colombianos en las competencias, al igual que lo hizo hace cuatro años en los Juegos de Beijing. "Los hermanos del deporte convencional dejaron la vara muy alta, no solo por las hazañas sino porque inspiraron al país. Ahora el reto es para nosotros. La meta es traer por lo menos bronce y plata, las medallas que ganamos en 2008", concluye.