Home

Gente

Artículo

EL CHINO JUAN

Juan Mesa, el secretario privado del presidente Samper, un sardino de 25 años, se ha convertido en uno de los hombres claves del gobierno.

28 de abril de 1997

Entre los personajes de la política que llamaron a Ernesto Samper cuando regresó de España a emprender su campaña política en 1993 estaba un estudiante de derecho de la Universidad Javeriana que no pasaba los 23 años. Era Juan Mesa Zuleta, el último de cinco hijos de una familia de abogados, diplomáticos y políticos de larga tradición conservadora. Mesa y otros compañeros de estudio le pidieron una cita al entonces candidato para presentar un proyecto sobre la juventud. Desde ese momento empezaron a colaborar en la organización del movimiento juvenil de la campaña. Hoy ese muchacho es el secretario privado del Presidente, el más 'sardino' de los altos funcionarios de Palacio y una de las pocas personas que tiene el privilegio de hablar al oído de Samper.
Desde agosto de 1994 Juan Mesa trabaja en la Casa de Nariño. Fue subsecretario privado, a las órdenes de José Antonio Vargas Lleras, y cuando éste fue ascendido a secretario general hace más de un año Mesa Zuleta heredó su cargo. Para entonces ya conocía los gajes del oficio. Cuando Vargas Lleras tenía otros compromisos le daba una que otra 'paloma' para viajar en calidad de secretario encargado en algunas giras del Presidente, y así se fue fogueando en esas lides. Pero el oficio de Mesa tiene además de la agenda presidencial dos grandes retos: debe manejar parte de la imagen del Presidente y supervisar que sus alocuciones, discursos y compromisos salgan bien. Este trabajo, sumado a su permanente respaldo al primer mandatario, lo han convertido en uno de los funcionarios más cercanos a Samper. Incluso más que algunos ministros.
Esto obedece también a que la oficina de Mesa está ubicada frente a la del Presidente, y en el gobierno la cercanía al mandatario se mide en metros. Mesa es también quien lo mantiene informado sobre lo que pasa detrás de los telones de su gobierno y de los medios de comunicación. Esa función le ha valido que Samper lo llame no por su nombre sino por el apodo de 'Radar'. Efectivamente, según un colega suyo de Palacio, "el 80 por ciento de las noticias graves de este último año las ha conocido Samper por boca de Juan". Además de mantenerlo informado, Mesa ha logrado que Samper le tenga la confianza suficiente para pedirle opiniones sobre asuntos de Estado. "El Presidente escucha su criterio", comentó un funcionario del gobierno.
La relación entre Juan y el Presidente va, sin embargo, más allá de los asuntos oficiales. Según una anécdota que circula en Palacio, todo el mercado que la mamá de Juan le envía para la nevera de su oficina termina en la boca del Presidente. Cuando ella se enteró de la situación decidió comprar más provisiones y enviar otra ración para Samper. Esa confianza con el jefe le ha valido también el respeto de todos los funcionarios de Palacio. "Le ayuda el hecho que aparenta más edad y que es muy serio, pero lo que más ha contribuido es el respaldo del Presidente y la confianza que deposita en Mesa", dijo su asistente, Leonardo García Suárez.

El 'pilo' del salón. Quienes lo conocen lo definen como una persona inteligente, prudente, de una nobleza infinita y con un gran don de gentes. A pesar de que su seriedad le echa unos cuantos años encima, sus amigos más cercanos conocen su faceta 'mamagallista' y sus habilidades para imitar a todo el mundo, desde sus primas hasta los personajes de la política. Todos coinciden en que es una persona "muy entradora". Su compañero de curso en el Gimnasio Moderno, Juan Pablo Ortega, dice: "Siempre estaba metido en todo y tenía una gran capacidad para cubrir varios temas al mismo tiempo. Cuando un personaje iba de visita al colegio era Juan quien le abría la puerta y lo escoltaba por todos los salones". En esa época de estudiante trabajaba como secretario privado de la rectoría. En el anuario de 1989 sus amigos escribieron: "Podemos decir que combina varios oficios, desde periodista barato hasta político manifestante...". Esa vocación de colaborador le ocasionó más de una broma por parte de sus compañeros, quienes lo apodaron sin tapujos 'Juancho el lagarto'. Sin embargo, para su amigo y colega Andrés Cubides, su gran cualidad "es que carece de toda ambición política. Le fascina pero no es el político que le hace favores a los amigos y que se deja manosear, lo cual para su cargo es muy bueno. El está entregado al Presidente".A pesar de que por la crisis política del gobierno muchos de sus antiguos jefes o amigos se encuentran en la orilla opuesta, Mesa sigue manteniendo amistad con algunos de ellos, como Hernán Echavarría Olózaga, quien lo describe como "un joven de magnífico trato que se destaca por su prudencia. Es un magnífico asistente. Samper está muy bien asesorado por él. Nos hablamos en buenos términos pero nunca conversamos de negocios".
Pero el mejor ejemplo de esta capacidad para mantener una distancia prudencial se vive en su propia casa. Mientras Juan organizaba las juventudes en las filas samperistas, su hermano mayor, Gabriel, trabajaba hombro a hombro en la campaña de Andrés Pastrana. Hoy en día la casa de los Mesa, con los dos hijos en posiciones diametralmente opuestas, es un reflejo de lo que vive el país. Mientras Gabriel es el más furibundo de los conspiradores, Juan es uno de los personajes más leales a Samper. A pesar de esto, cuando llegan de la oficina ninguno de los dos menciona el tema. "Eso no ha afectado la relación como hermanos porque sabemos que la unión familiar es nuestra prioridad.", dice Gabriel, actual vicepresidente jurídico de la Bolsa de Bogotá. "Incluso juntos seguimos por televisión el juicio que el Congreso le hizo al Presidente. Obviamente, nos reservábamos los comentarios", agrega.
Así como nadie duda que Mesa es la mano derecha de Samper, todos saben que representa el ala derecha de Palacio. La opinión de quienes han trabajado con él es la de una persona con mucho interés por el tema militar, y la prueba de ello es que mantiene una excelente relación con la cúpula de las Fuerzas Armadas. Tanto que el Presidente lo nombró consejero para la defensa y la seguridad. Recientemente, cuando Mesa entró a una reunión _en la que a un lado de la mesa se encontraban los altos mandos militares y al otro el Ministro de Hacienda y funcionarios de Planeación Nacional_ para definir el presupuesto militar, el general Harold Bedoya le preguntó: "¿Y usted de qué lado está?" Juan se sentó frente a Samper al otro lado de la mesa y le contestó: "Del lado del Presidente". En esa oportunidad, según cuenta un funcionario de Palacio, delante de la concurrencia el Presidente le dijo: "encárguese de que lleguen a un acuerdo", y lo nombró mediador en el asunto. De esta faceta no han faltado anécdotas. La más reciente fue hace un mes, cuando Samper se enteró que Juan estaba ennoviado con Luisa Fernanda González, hija del entonces ministro de Defensa Guillermo Alberto González. El comentario del mandatario fue: "Cómo será de militar este chino que su suegro es el Ministro de Defensa". Carrera meteórica Si bien hay quienes se sorprenden de que este joven bogotano haya llegado a los 25 años a la posición que hoy tiene, no sucede lo mismo con aquellos que lo conocen. Nieto de Eduardo Zuleta Angel, criado en un ambiente de lectura establecido por su padre, el abogado Humberto Mesa, y en una casa por donde habitualmente desfilaban figuras como Alfonso Palacio Rudas, Darío Echandía y Hernán Echavarría Olózaga, Juan aprendió desde muy niño a entablar conversaciones con los mayores. "Para él es natural conversar con cualquiera, desde un adulto de alto rango hasta un niño, y no tiene obstáculo en decir lo que piensa", dice Carlos Delgado Pereira, presidente de la Asociación Nacional de Anunciantes _Anda_, quien lo conoce desde hace muchos años.Además de su interés por la política, Juan siempre se distinguió por su obsesión con el idioma. "Era el menor de todos y nos vivía corrigiendo cuando utilizábamos de manera imprecisa una palabra", recuerda su mamá, Teresa Zuleta de Mesa. Otro factor que le enseñó a formarse y manejar el mundo de los adultos desde muy pequeño es que por mucho tiempo fue el menor de 30 primos. "En esos casos el chiquito aprende a defenderse _dice su primo Alberto Calderón Zuleta_. El aprendió a tomar el pelo, a tener correa, a ser un gran negociador". Calderón cuenta que en el colegio, junto con Andrés Cubides y Gustavo Dajer, formaba un grupo de líderes que se distinguían por su interés en la política, participaban en jornadas democráticas y en reuniones como el congreso ideológico del liberalismo. Después de su grado de bachiller, en 1989, ingresó a la facultad de derecho de la Universidad Javeriana. Era un alumno aplicado pero no dedicado porque repartía su tiempo entre el estudio y el trabajo. Durante el transcurso de su carrera trabajó con Benjamín Villegas en investigación y documentación para libros. En 1990 su profesor Fernando Carrillo _en ese entonces ministro de Justicia_ lo llamó como su asesor de investigación. Cuando Carrillo se retiró del cargo fue a trabajar con el concejal Alejandro Uribe Uribe en el estudio de proyectos de acuerdo. Fue en ese momento cuando Hernán Echavarría Olózaga lo contactó para trabajar en el Instituto de Ciencia Política, uno de los más importantes think tanks de Colombia, para que le hiciera seguimiento a la ley 100. Al poco tiempo fue nombrado director del Instituto.Todavía no se ha graduado pero en las horas que le saca al trabajo adelanta su tesis. Sin embargo está convencido de que la oportunidad de estar en Palacio en el momento más complicado de la historia de Colombia le ha dado más experiencia que un posgrado en la mejor universidad del mundo. Y sabe que no va a ser un abogado de oficina porque ya lo picó el bicho de la política. El mejor diagnóstico de que esa va a ser su vida lo hicieron sus amigos cuando notaron que mientras antes conversaba de muchos temas, ahora su obsesión es la política y ni de fútbol habla.