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EL CIRCO DE WARHOL

En sus "Diarios", Andy Warhol retrata con acidez y nostalgia el mundo de los ricos y famosos.

26 de junio de 1989

Todos, los famosos y los bellos, los millonarios y los excéntricos, los escandalosos y los viciosos, los inteligentes y los audaces, los pintores y los escritores, los actores y los cantantes, en fin, todos los amigos de Andy Warhol estaban esperando estos "Diarios". Sabían que estaba escribiéndolos, mejor, dictándolos a su gran amiga Pat Hackett -con quien habia escrito "POPism", sus memorias de 1980- y resumiendo todo cuanto había vivido el día anterior, con toda clase de detalles, lugares, precios, conversaciones, chismes y colores. Ella grababa el diálogo, lo sacaba en limpio y le enviaba una copia al artista, quien en esos momentos no sabía que haría con esos textos.
Ahora acaban de aparecer estos "Diarios" en forma de libro, con más de 800 páginas y fotografías que recogen la vida minuciosa y escandalosa de Andy Warhol entre 1976 y 1987, cuando murió de un ataque al corazón después de sufrir una operación.
Dentro de algunos años, cuando algún historiador quiera hurgar en la conciencia de los años setenta y ochenta y conocer lo que pensaban sus personajes más representativos, bastará que mire estos " Diarios" donde un observador cáustico pero no vengativo, humoristico pero piadoso, supo recoger sus impresiones de primera mano en torno a una década que fue decadente, viciosa y también brillante. Warhol tenía una frase que hizo escuela: "Todos tienen derecho a ser famosos durante quince minutos", frase que algunos convirtieron en esta derivación: "Todos tenemos nuestro cuarto de hora". Pero Warhol mantuvo la fama y el dinero más allá de ese limite de tiempo, y durante todo un cuarto de siglo dominó la escena mundana y artística internacional, tanto en Estados Unidos como en Europa. Sin temor a equivocaciones se podría afirmar que durante esos 25 años ninguno de los famosos del mundo dejó alguna vez de hablar o encontrarse por cualquier motivo con Warhol. Y él lo sabía y en el fondo se burlaba de todas esas circunstancias ridiculas en las cuales el sexo y las drogas y el alcohol jugaban un papel importante.
Con su melena plateada, que le daba la apariencia de un albino, con su rostro muy pálido, con su delgadez y una cámara Instamatic siempre en las manos, tenía el don de la ubicuidad y en algunas ocasiones tenía que asistir hasta seis veces una misma noche a inauguraciones y fiestas que lo tenían como el personaje principal.
Auténtico revolucionario del arte contemporáneo (con sus retratos de los famosos, incluyendo el de Liz Taylor y el de Marilyn, sus pinturas en las latas de sopa y las marquillas de las mercancias, sus películas inacabables y aburridas), se sentía fascinado por el morbo que el chisme produce en la mayoría de las personas. Por eso estos " Diarios", que formaban parte del legado de Warhol junto con más de 50 millones de dólares, son todo un homenaje a una época que estuvo marcada, entre otros símbolos, por la discoteca Studio 54, en Manhattan, donde en un mismo diván era frecuente encontrar sentados a Warhol con sus amigos Liz Taylor, Betty Ford, Liza Minelli, Mick Jagger y su mujer Bianca, mientras en la sala cercana estaban Barbra Streisand, Jon Peters y Sidney Lumet.
Hijo de un inmigrante checo -que era minero-y una humilde mujer, Warhol sabia que era un genio y desde temprano se dedicó a la mejor de sus empresas: promocionar sus obras y su persona, promocionar la clase de vida que compartía con los famosos, quienes ahora, a diferencia de lo que pasó con "Plegarias atendidas", de Truman Capote, no se sienten traicionados sino halagados.
Lo curioso es que siempre que Warhol estaba cerca algo ocurría, como pasó en la noche del 6 de diciembre de 1976, cuando fue a cenar a la casa de Halston con un grupo de amigos, entre los cuales estaban Marisa Berenson, su marido James Randall, Bianca Jagger, la actriz Barbara Allen y otros. En medio de la cena, Bianca se quitó los panties, se los pasó a Warhol por encima de la mesa, éste los olió,los guardó en el bolsillo de la chaqueta y se quedo con ellos.
En otra ocasión estuvo en la casa de una famosa columnista, especializada en ornamentación y jardinería, y lo primero que descubre es que los arreglos hermosos de la casa son de plástico. Al final, la anfitriona regaló a sus invitados con un spray contra las plagas.
El lunes 27 de diciembre de 197 tiene esta anotación: "Me llegó la invitación para asistir a la posesión de presidente Carter. Está dirigida (risas) al señor y la señora Andy Warhol". A pesar de todo el dinero ,toda la fama que lo rodeaban, en e fondo era vulnerable a los pequeños gestos y en una ocasión se mostró un poco resentido porque Elizabeth Taylor en vez de asistir a la inauguración de una muestra de sus trabajos, le envió una pintura que la actriz hizo especialmente para él.
Cuando quiere es mordaz: "Trabajé hasta las 7:30. Fui a Regine's y Warren Beatty estaba allí, un poco viejo y gordo. Jack Nicholson también estaba, un poco viejo y gordo. Anjelica Huston y la modelo Apollonia también estaban.Me gusta Apollonia, es realmente dulce. Warren estaba saliendo con Imán, la modelo negra. Barbara Allen y su novio Philip Marchos también estaban. Una chica de 15 años que Philip había conocido en St. Moritz estaba con su padre y hablaba con él y Barbara; estaba nerviosa porque al verlos juntos uno sentía que mujeres como Barbara y Apollonia ya habían vivido, se véían mayores y en cambio esta chica de 15 años, con su encanto, demostraba que era demasiado joven, como una niñita, como si no hubiera sido usada todavía".
Hay situaciones ridículas como la descrita el 2 de febrero de 1977: en compañía de Catherine Guinnes, heredera de una fortuna y miembro de planta de la revista Interview, que era propiedad de Warhol, el artista fue a entrevistarse con Michael Jackson: "La situación era divertida porque ni Catherine ni yo sabíamos nada sobre Michael y él tampoco sabía quién era yo; pensaba que era un poeta o algo por el estilo. Así que comenzó a preguntarme cosas que las personas que me conocen jamás me preguntarían, como si era casado y si tenía hijos".
Toda una sociedad retratada bajo la mirada de un observador que no pierde el menor detalle: cómo Sidney Lumet besa a todo el mundo al saludarlo y, al llegar ante Warhol, lo evita porque en la tradición de los verdaderos machos no debe besarse jamás a un homosexual; Tony Curtis repartiendo dosis de marihuana; Roman Polanski pellizcando el trasero de Alana Hamilton y proclamando que quiere violarla; sus diálogos con Jackie Kennedy y Norman Mailer; sus encuentros con Truman Capote; el odio que siente hacia las grandes ceremonias, los premios y los vencedores; las peleas a puños entre Nicholson y Ryan O'Neal; las bromas con Liz Taylor sobre las aspiraciones presidenciales de John Warren, su asistencia regular a misa como buen católico que era; las compras de ropa que hacía para Lennon y Yoko; su asistencia a la cena en honor a los Marcos en la Casa Blanca... todo un circo sofisticado y hermoso y famoso, retratado con humor, ingenuidad, acidez y nostalgia.