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Juan Calvino nació el 10 de julio de 1509 y murió en 1564. Para celebrar su quinto centenario ha habido eventos alrededor del mundo. En el Museo internacional de la reforma, en Ginebra, hay una exposición dedicada al pensador en la que se recrea virtualmente un día de su vida

HISTORIA

El gran reformador

Hace 500 años nació Juan Calvino, un revolucionario que hoy es considerado uno de los padres de la reforma protestante. Su legado sigue más vigente que nunca.

18 de julio de 2009

El día de su muerte, Juan Calvino encontró el anonimato que buscó por 54 años. Los habitantes de Ginebra decidieron cumplirle a su ciudadano más ilustre su último deseo y lo enterraron en una fosa anónima. Pero este teólogo de Noyon, Francia, nunca logró ser olvidado, ni siquiera con su sepelio secreto.

Aunque soñaba dedicarse tranquilamente a la educación, sintió un llamado de Dios para cambiar la Iglesia Católica, cuyo culto le parecía idólatra. Sus revolucionarios sermones que atraían a 1.000 personas en una época en que esa cantidad era una multitud insólita, lo convirtieron en uno de los europeos más famosos, hasta el punto de que hoy, medio milenio después de su nacimiento, hay celebraciones en su honor en todo el mundo: en París, Estrasburgo, Ginebra y Berna; en Boston y hasta en Maracaibo.

Calvino es considerado uno de los pensadores que sentaron las bases de la modernidad, aunque hizo sus aportes desde la religión, como uno de los padres de la reforma protestante. Susan Hardman Moore, de la Edinburgh University Divinity School, explicó a SEMANA que Calvino consideraba incorrecto adorar a Dios en objetos materiales -como las imágenes-, pregonaba que la espiritualidad debía estar basada en la Biblia y que los hombres debían leerla en su propio idioma. Además, creía falsa la doctrina católica de que las personas podían salvarse con sus buenos actos, y defendió la vieja teoría de la predestinación, según la cual la voluntad de Dios es la fuente de todo, y determina quién se salva y quién no. Como consecuencia, sus seguidores buscan el triunfo en la vida terrenal, conscientes de que es la única que pueden controlar. De ahí que algunos hayan señalado que el calvinismo dio lugar a la prosperidad de los países que lo adoptaron.

Pero "Calvino fue más que un teólogo", escribe David Hall en su nuevo libro, El legado de Calvino: su influencia en el mundo moderno. Defendió la separación de poderes y expresó que los gobernantes deben tener límites. "Su contribución al pensamiento sobre el gobierno, la economía, la Iglesia, la caridad, el matrimonio, la naturaleza humana, el culto y la educación han sido y seguirán siendo formativas para la cultura occidental", explicó Bryan Chapell, uno de los ponentes de Calvin 500, un proyecto que conmemora el quinto centenario de este pensador.

Calvino fue, ante todo, un producto de su época, un hombre elocuente y disciplinado que supo entender el Renacimiento. Contemporáneo de Martín Lutero, el otro gran reformador, y ávido lector de Erasmo de Rotterdam, hizo parte de la renovación intelectual de París a comienzos del siglo XVI. Estudió leyes, apreció los clásicos y entendió la importancia de la crítica para llegar a la verdad. Pero, como les ocurrió a otros revolucionarios, sus posiciones también generaron críticas despiadadas y calumnias. Sus argumentos religiosos y hasta su temperamento, calificado como volcánico y rígido, fueron utilizados por sus contradictores para despotricar de él. Por la persecución huyó de París y se radicó definitivamente en Ginebra. "Fue un hombre notable con una naturaleza compleja", comentó a esta publicación Bruce Gordon, profesor de Yale Divinity School y autor de la nueva biografía Calvino. "Fue controversial. Trabajó de cerca con otros, pero no toleró la oposición. Con sus enemigos fue feroz y rencoroso".

Todavía hoy su legado genera debates candentes. Para Hall, es claro por qué Calvino continúa influyendo: "Lo quieran o lo odien, la verdad es que fue un agente de cambio". Por eso él mismo concluye que "su trabajo ha sobrevivido y seguirá sobreviviendo".