Home

Gente

Artículo

| Foto: AP

GENTE

El guatemalteco que enamoró a Google y sueña con frenar el crimen

Luis von Ahn inventa formas de usar la capacidad humana para resolver problemas que superan a las computadoras. Ahora quiere emplear la tecnología para frenar el delito en América Latina.

Alianza BBC
15 de junio de 2011

Leyó a Jorge Luis Borges, quien hace unos 70 años pensó una biblioteca infinita que cualquier lector de nuestra época, inadvertido, podría confundir con internet.
 
Hoy dice no tener ya tiempo para leer, porque dedica sus horas a la red de redes, a cómo hacerla herramienta no del caos ordenado descrito por Borges, sino de orden y conocimiento.
 
Luis von Ahn nació en Guatemala en 1979 (el apellido es legado del origen alemán de su padre), pero vive en Pittsburgh, Estados Unidos, donde enseña ciencias de la computación en la Universidad de Carnegie Mellon.
 
Recientemente la revista Foreign Policy lo ubicó a la cabeza de su clic lista de los diez nuevos rostros del pensamiento iberoamericano (mención que se suma a más de una decena de honores semejantes).
 
Es empleado de Google, aunque alguna vez dijo que no quería trabajar para ninguna empresa porque no soporta tener jefes.
 
En Google "mi jefe no me dice qué hacer, puedo hacer lo que quiera", se justifica con BBC Mundo. Además, no es un empleado común y corriente del gigante de internet. La compañía lo contrató para integrar una de sus creaciones, clic reCAPTCHA, a sus propias plataformas.
 
Google parece tener un especial gusto por las innovaciones de este científico (tal vez porque la misión de esa empresa es "organizar la información del mundo y hacerla universalmente accesible y útil"): en 2005 ya había comprado su clic juego ESP.
 
Traducir internet
 
Tanto reCAPTCHA -la invención más difundida de von Ahn- como el juego ESP hacen uso de la computación humana, el campo de la informática en el que él investiga. Consiste en utilizar las habilidades y conocimientos de los individuos para resolver grandes tareas que las computadoras no pueden solucionar.
 
En varios sitios web, cuando uno quiere registrarse o completar algún formulario, se le solicita que transcriba dos palabras que se muestran en una imagen distorsionada, como medida de seguridad para comprobar que uno es un humano y no un programa informático. Eso es reCAPTCHA.
 
Pero no se limita a ser un filtro. Una de esas dos palabras forma parte de un texto que el sistema está intentando digitalizar, pero que las computadoras no pueden entender porque la impresión es poco clara (una primera edición de "El Aleph", de Borges, por ejemplo). Un humano sí puede entenderlo. Y muchísimos humanos pueden ayudar a digitalizar muchísimos textos.
 
"Alrededor de 850 millones de personas han participado", cuenta von Ahn.
 
El juego ESP utiliza un principio similar para determinar qué es lo que hay en una imagen, una fotografía. Y siempre se trata de una tarea cooperativa, a escala gigantesca.
 
"Ésa es la escala que me gusta", cuenta el investigador antes de hablar de su siguiente proyecto, clic Duolingo, con el que sueña traducir todo el contenido de internet entre todos los idiomas porque cree que con las computadoras solas no funciona. "Funciona un poquito, pero no bien
 
¿La solución? "Convertir la traducción en algo que millones de personas quieran hacer, convertir traducción en educación. Duolingo es un sitio donde la gente va a poder aprender un idioma gratis. Y mientras están aprendiendo, al mismo tiempo están traduciendo internet".
 
La idea es darles a los usuarios frases en el idioma por aprender y sugerirles las palabras sueltas para construir la traducción en su propio idioma.
 
"Ellos traducen las frases y pueden ver cómo las tradujeron otras personas. Y después de hacer eso empiezan a aprender, y a medida que aprenden les damos oraciones más complejas", explica Von Ahn.
 
Duolingo se lanzará en unos meses (menos de 12, dice el investigador) en cuatro idiomas: alemán, francés, español e inglés.
 
Después de Duolingo, ¿Guatemala?
 
Cuando BBC Mundo le pregunta qué tendría que pasar para que vuelva a Guatemala, el científico responde: "Uno de los requerimientos es realmente más seguridad".
 
Tal vez de este anhelo haya nacido el que podría convertirse en su próximo proyecto.
 
"La idea es ésta", explica. "En América Latina, tomemos México y Guatemala que son los que conozco más, es muy pequeño el porcentaje de personas que realmente son criminales. Estamos hablando de que el total de personas en Guatemala que son criminales será como 10.000. Y las personas que no son criminales son como 13 millones".
 
"Cómo podemos hacer que estos 13 millones de personas se coordinen para parar el crimen. Eso es lo que me gustaría averiguar".
 
Cuenta que empezó a pensar en esto cuando vio cómo, gracias a la tecnología de internet y los teléfonos celulares, se lograron organizar los levantamientos en Egipto que terminaron con el régimen del presidente Hosni Mubarak.
 
"Sé lo que quiero hacer, pero no tengo la menor idea de cómo lo voy a hacer. Todavía está como estaba Duolingo hace como dos años, cuando yo sabía que lo que quería hacer era traducir internet, pero no sabía cómo lo iba a hacer".
 
Para su idea de resolver el crimen, ha estado pensando en "alguna manera de hacer un sitio o una aplicación de teléfono, o algo por teléfono, porque es lo que tiene la mayoría de personas".
 
Pero reconoce que "es posible que nunca" se logre cumplir el objetivo de controlar el crimen utilizando computación humana.
 
"Cultura de ciencia"
 
Si lograra encontrar una solución exitosa y Guatemala se volviera más segura, ¿regresaría entonces?
 
"No estoy seguro. Realmente el otro impedimento es la falta de una cultura de ciencia. Creo que eso está mejorando un poco en Guatemala y creo que eso es algo que podría armar yo mismo, al menos en mi círculo, llevándome gente con la que trabajo en Estados Unidos, que ya son de Guatemala o Latinoamérica".
 
Aunque se entusiasma al hablar de esos planes y empieza a pensar cómo podría conseguir financiación en EE.UU. para investigar desde el sur, reconoce que eso no sucederá "por al menos 10 o 20 años".
 
Mientras tanto seguirá dedicándose a inventar juegos que crean conocimiento, como se dedicó a aprender computación para poder jugar cuando a los ocho años su madre le trajo de regalo un ordenador, en vez de la consola de videojuegos que él le había pedido.