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EL HOMBRE DE LOS UNICENTROS

Un abogado que se convirtió en el gestor de nuevos conceptos urbanísticos

9 de julio de 1984

Actualmente es un lugar común decir que en el país "no se está moviendo nada". Y al parecer no se está moviendo nada. Por eso sorprende que alguien haya emprendido un proyecto de tanta magnitud como el de la ciudadela Metrópolis cuyo eje es un inmenso centro comercial. "De la avenida 68 hacia el occidente hay una gran ciudad que no tenía organizado su comercio", explica el artífice de esta empresa, el urbanizador Pedro Gómez Barrero. "Con Metrópolis quisimos darle a las clases medias las mismas facilidades comerciales que le habíamos dado a las clases altas con la construcción de Unicentro".
Pedro Gómez Barrero con su facha de hidalgo español y sus maneras de dandy, es el típico ejemplo de lo que los norteamericanos llaman el self made man. "Mis padres fueron unos campesinos ilustrados" recuerda con cariño. A pesar de la gran pobreza de su familia, él y sus siete hermanos lograron, "saltando matones", llegar hasta la Universidad. Trabajando como celador en el ministerio de Agricultura, con un sueldo de escasos 60 pesos, pagó sus primeros años de estudios de Derecho en la cachaca Universidad del Rosario donde "tuve como compañero de pupitre a Jaime Michelsen Uribe". Lejos estaban ambos en ese entonces de imaginarse que llegarían a ser en pocos años dos figuras dominantes del sector privado del país.
"Ejercité el Derecho con devoción durante muchos años". Sus primeros cargos en la Personería y como director de Valorizaciones de Bogotá cambiaron fundamentalmente el rumbo de su carrera. "En la Personería aprendí a conocer a Bogotá desde el punto de vista jurídico y urbano, afirma Gómez, y en Valorizaciones desde su punto de vista comercial".
Que un abogado que comenzó a ejercer su carrera como juez en Facatativá, hubiera terminado al cabo de los años convertido en "el hombre de los Unicentros", no parece extrañar a Pedro Gómez. "La abogacía y otras carreras sociales están más próximas al urbanizador que la arquitectura e ingeniería que son carreras formales. A través del Derecho logré una aproximación a la sociedad y a la familia, lo cual me permitió, a la vez, una visión más universal de las ciudades".
Sin duda alguna, el "descubridor" de Pedro Gómez fue Fernando Mazuera Villegas. El lo nombró director de Valorizaciones durante su alcaldía y fue quien más tarde lo llamó a "alistarse" en las filas del equipo que llevaría a cabo grandes proyectos urbanizadores. En el intermedio de las dos actividades, Pedro Gómez se lanzó al agua como abogado litigante en una oficina prestada por uno de sus compañeros de universidad. Fueron años duros y "estando en ésas fue cuando me llamó Fernando Mazuera para fundar la compañía "Currea, Aya y Mazuera". Corría el año de 1960". Esta compañía sufrió algunas transformaciones, incluyendo nuevos socios, hasta colocarse en la lista de las 37 más importantes del país. Pero en 1968, Pedro Gómez tomó la decisión de fundar su propia empresa, a pesar de ser en ese entonces "el gerente mejor pagado del país", como insistentemente se lo recordaron sus "patrones" para evitar su retiro. "Tan bien pagado estaría, recuerda, que en cinco años logré ahorrar lo suficiente para montar mi propia empresa. Pequeña, pero propia".
El primer hit
Los primeros pinos de Pedro Gómez como urbanizador independiente fueron casas muy modestas en el sur de la ciudad. "Estando en esos pataleos de microempresario, se me apareció Jaime Michelsen, mi compañero de pupitre, y me ofreció un respaldo financiero ilimitado". Así pudo pensar en proyectos de mayor envergadura y dedicarse a lo que sería la pieza clave de su éxito: diseñar "cosas que resultaran interesantes urbanísticamente y llenaran los gustos de la gente a nivel ambiental. Viviendas buenas para gentes sin muchos recursos, hechas con sentido estético inusitado en esa época".
Con esta idea en la cabeza, la urbanizadora de Pedro Gómez se anotó su primer hit: las unidades cerradas, por aquel entonces totalmente exóticas. "Con ello logramos una mayor comprensión entre la gente que las habitaba explica, porque el aseo, el mantenimiento de jardines, la conservación de edificios y la seguridad se convirtieron en temas de motivación comunitaria". Pero el proyecto más ambicioso emprendido por él fue el de la "ciudad dentro de la ciudad" como estilo de desarrollo urbano. "El proyecto me cautivó" afirma tajantemente Pedro Gómez. Y como aporte experimental a nivel de empresa privada, comenzó a construirse Multicentro que, en pocos años, cumplió con sus principales objetivos: convertirse en célula urbana relativamente autosuficiente y ofrecerle a la gente comunicación, esparcimiento y trabajo. Después vino el Unicentro de Cali que resultó, en poco tiempo, igualmente exitoso.
Ante los argumentos de quienes ponen en duda el éxito de un proyecto comercial de la magnitud de Metrópolis en una época de recesión como la actual, Pedro Gómez recuerda, con una sonrisa orgullosa, que Unicentro también fue construído en una época de recesión, la de 1974. "Y sin embargo, afirma, jamás tuvimos duda de su éxito". La razón es que Pedro Gómez no improvisa. Incluso desde sus primeras épocas como urbanizador, cada uno de sus proyectos ha estado precedido de investigaciones sobre el medio social y urbano en el que se van a hacer efectivos. Un ejemplo de ello lo constituye el estudio que sirvió de base para ubicar a Unicentro en el lugar donde se encuentra en la actualidad. "Estuvimos en una época considerando la posibilidad de comprar un lote en el sitio en el que unos años más tarde se construyó la urbanización La Alhambra recuerda, pero las investigaciones que realizaron nos hicieron ver que un centro comercial de gran magnitud, diseñado para la ciudad, tendría mucho menos posibilidades al occidente que al oriente de la autopista. La gente preferiría comprar al oriente para ganar status".
Cuando Pedro Gómez habla de investigación, habla en serio. La Urbanizadora cuenta con un departamento de investigación y desarrollo cuya función es "exclusivamente la de pensar para la ciudad y para el país", y que trabaja fuera del ritmo agitado de la actividad diaria. Varios estudios de proyección nacional han salido de este departamento. El más importante de ellos, es una propuesta de política de desarrollo rural y urbano para Colombia, que no se ha puesto aún en práctica "por motivos políticos. Precisamente por haber participado en ese estudio, afirma Pedro Gómez, me opuse a la candidatura de B.B. y principalmente a su plan de vivienda sin cuota inicial. Considero que había en ese entonces y hay en la actualidad alternativas mejores".
Al referirse a su vida y a sus empresas, Pedro Gómez no puede dejar de mencionar en varias oportunidades el nombre de Jaime Michelsen Uribe, a quien considera su gran amigo. Refiriéndose a su caso afirma: "El gobierno, con muy buenas razones, tomó medidas para controlar el uso desmedido del ahorro privado. Pero esas medidas afectaron radicalmente la organización empresarial de Jaime Michelsen, un hombre aguerrido y osado, que quiso utilizar los recursos financieros a su alcance, para crear infinidad de empresas e industrias y producir bienes y servicios que cada vez requerían más financiación. Por eso Jaime Michelsen cometió un grave error al no pedir el auxilio que el gobierno ha debido darle para salvar la organización. En cambio, decidió batirse a duelo con sus propios medios para no pedir cacao a quien era su amigo personal y quien, como gobierno, lo estaba afectando tan sustancialmente. La lucha era desproporcionada y perdió la batalla. Pero además, Jaime Michelsen cometio otro grave error: pelear con muy importantes medios de comunicación".
De la ciudad al campo
Pedro Gómez, contrario a lo que pudiera pensarse, no invierte las 24 horas del día en su gigantesca urbanizadora, que conforman 200 empleados de oficina y alrededor de tres mil 200 obreros, y que tiene a su haber la construcción de más de 10 mil viviendas. Tiene tiempo también para formar parte de comités, juntas directivas y asociaciones filantrópicas y para atender su principal hobby: su finca. Y es que Pedro Gómez, a pesar de ser un forjador de ciudades, no está dispuesto a olvidar sus orígenes campesinos.--