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El jeque soñador

El gran avance de Dubai, con sus modernos proyectos y su crecimiento económico, se debe a un visionario, el jeque Mohammed bin Rashid Al Maktoum.

26 de julio de 2008

El emir de Dubai vive en un mundo parecido al de Las Mil y una Noches. Varias esposas, gigantescos palacios, edificios que llegan al cielo y el cumplimiento inmediato de todos sus caprichos. Pero, a diferencia de Aladino, Mohammed bin Rashid al Maktoum no posee una lámpara mágica, y los genios responsables de su éxito como empresario y visionario son él mismo y, por supuesto, su cuantiosa fortuna.

"El dinero es como el agua. Si la encierras, se estanca y se vuelve apestosa, pero si la dejas correr, se mantiene fresca", dijo el jeque Mo, como lo llaman sus amigos, durante una reunión con inversionistas poco después de convertirse en regente oficial de Dubai en 2006. Para entonces, el minúsculo reino en la mitad del desierto en el Golfo Pérsico ya se estaba convirtiendo en la ciudad del futuro, en el más grande centro turístico y financiero de todo Oriente Medio. Ya comenzaba a ser la ciudad cosmopolita con la que soñaba su padre, Rashid bin Saeed al Maktoum, hace 50 años y de la que le hablaba cuando lo llevaba a caminar por la playa cuando apenas era un niño.

A pesar de que su puesto como emir sólo se oficializó hace dos años, había estado ejerciendo el cargo de facto desde mediados de los 90. Hasta el día de su muerte, su hermano mayor, el jeque Maktoum, sólo se encargaba de los asuntos de política exterior y de su puesto como primer ministro y vicepresidente de los Emiratos Árabes Unidos -cargo que ahora ocupa Mohammed-. Desde entonces continuó con los proyectos que su padre había iniciado bajo el lema: "Si lo construyes, todos vendrán". Durante el mandato del jeque Rashid, entre varios otros proyectos, se construyó el puerto marítimo Jebel Ali (el más grande del mundo) y el aeropuerto, los cuales hasta el día de hoy son parte de la clave del éxito económico de Dubai. Por un lado, porque ese emirato mantiene una política de comercio libre de impuestos en ciertas zonas de su territorio, que es lo que ha permitido que se lleven a cabo eventos que dejan grandísimas ganancias, como El Festival Anual de Compras. Por el otro, gracias al aeropuerto, Mohammed decidió en 1986 crear la aerolínea Emirates, que hoy día cuenta con una de las flotas más sofisticadas y viaja a más de 80 destinos en el mundo.

Pero estas no son la únicas inversiones importantes que ha hecho el quinto hombre más rico del mundo -su fortuna personal es de más de 15.000 millones de dólares, sin contar el capital familiar-. Su idea, desde un principio, fue convertir Dubai en un hub financiero en donde todas las grandes empresas del mundo vieran la necesidad de tener sedes en lugares como Dubai Internet City y Dubai Media City, donde las compañías de todo tipo pueden operar sin restricciones y con exenciones de impuestos.

El jeque Mo siempre ha sido descrito como un soñador. Por eso ha hecho todas las apuestas posibles para construir una ciudad del futuro, en donde los rascacielos demarcan el horizonte. Entre ellos se encuentra el Burj al Arab, el hotel más alto y más caro del mundo, y el único con siete estrellas. Este edificio se ha convertido en un faro de lo que simboliza este emirato hoy: lujo y modernidad. El turismo es el otro gran enfoque de la economía local. Por eso no se ahorraron gastos para construir las islas artificiales más grandes del mundo, en las cuales se construirán hoteles, spas y villas para que los visitantes que lleguen al reino de Mo se dejen consentir.

Mohammed, que fue educado en Gran Bretaña en la academia militar de Sandhurst y luego en la universidad de Cambridge, tuvo claro desde un principio que a pesar de los yacimientos petroleros que se encontraron en los años 60, el oro negro no se podía convertir en el motor principal de la economía del reino. Sobre todo si se tiene en cuenta que los cálculos arrojan que esas reservas estarán agotadas para 2010. En 10 años ha logrado aumentar el PIB en un 400 por ciento, y eso a pesar de que la mitad de los grandes proyectos sigue apenas en etapa de construcción, como Dubailand, un complejo recreativo mucho más grande que Disneyworld; el Burj Dubai, la torre más alta el mundo, o Flacon City, un complejo que reúne réplicas de las maravillas del mundo.

"Él hace todo tal y como lo sueña", dijo su segunda esposa, la princesa Haya bint al Hussein, hija del rey Hussein I de Jordania, durante su primera entrevista pública poco después de casarse con el jeque en 2004. La numerosa familia de Mohammed está compuesta por Haya, su primera esposa; Hind bint Maktoum bin Juma al Maktoum, y 17 hijos que ha tenido con ambas y con otras esposas temporales.

Dedica su tiempo libre a numerosas actividades. Las más importantes son la poesía, pues comenzó a escribir desde cuando estaba en el colegio, y las carreras de caballos y camellos. Su gigantesca fortuna no sólo le ha servido para alzar vuelo como empresario, también le ha permitido alimentar sus costosas aficiones. Además de yates, aviones privados y cientos de carros lujosos, sus establos están llenos de miles de purasangre por los que ha pagado millones de dólares. Su empresa Godolphin, una de las más prestigiosas del mundo de las carreras y la crianza equina, tiene sedes en Kentucky, Inglaterra y Dubai. Además, es el organizador de la Dubai World Cup, la serie ecuestre más costosa del mundo.

Pero la vida del jeque Mohammed no sólo ha estado llena de triunfos y admiración. Además de ser catalogado como un regente absolutista y megalómano por sus opositores, fue acusado en 2006 de esclavizar niños y obligarlos a trabajar como jockeys de camellos. A pesar de que la familia real de Dubai aseguró que prohibieron esas prácticas hace años, la demanda decía que él y su hermano menor permitían y apoyaban el tráfico de niños de países africanos y asiáticos, los cuales eran raptados, mantenidos en muy malas condiciones y obligados a participar en carreras que podían llegar a ser mortales para ellos.

Se le ha comparado en varias oportunidades con el magnate ruso Roman Abramovich, sobre todo cuando ofreció 900 millones de dólares para comprar al equipo de fútbol inglés Liverpool F.C. El negocio fracasó, pues el club se negó a vender. Por lo tanto, en las canchas no se podrá ver, por ahora, el duelo entre los millonarios, pues Abramovich, además de ser desde hace cinco años el dueño del Chelsea F. C., siempre está en constante competencia con el jeque para ver quien tiene los 'juguetes' más lujosos.

A pesar de los contratiempos, son pocos los que se atreven a hablar mal del jeque de 58 años, pues su emirato es uno de los lugares más libres en Oriente Medio. Él es musulmán sunita, pero en Dubai ninguna mujer está obligada a usar velo, hay templos de varias otras religiones y también, como en cualquier otro paraíso turístico, hay bares y discotecas. El legado del jeque Mo es un oasis en la mitad del desierto, en todo el sentido de la palabra.