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Espinel no sólo trabaja con obras realistas, sino abstractas. Su estudio sobre cómo Willem de Kooning pintó con mal de Alzheimer hace parte de la publicación ‘Frontiers of Neurology and Neuroscience’, que escogió las más recientes y revolucionarias investigaciones

CIENCIA

El médico del arte

La prensa internacional registra a un doctor colombiano que le diagnosticó depresión a Rembrandt, gota a Miguel Ángel, cáncer de seno a la amante de Rafael y reumatismo a un modelo de Caravaggio. ¿Cómo lo hace?

7 de febrero de 2009

El doctor Carlos Hugo Espinel no se cansa de ver las imágenes de uno de sus pacientes favoritos. Le diagnosticó envejecimiento prematuro causado por dermatocalasia, enfermedad que hace que la piel se caiga y aparezcan arrugas más profundas. También determinó que tenía depresión clínica, el colesterol alto y que padecía rosácea, conocida como el acné de la edad madura. Espinel, sin embargo, no conoce a su paciente. No podía ser de otra manera, pues se trata de Rembrandt, el pintor holandés que murió hace más de tres siglos. Lo estudió en los autorretratos que el maestro pintó a lo largo de su vida.

Este médico nacido en Pamplona, Norte de Santander, radicado en Estados Unidos desde finales de los 60 y profesor de Georgetown University en Washington, también afirma que Miguel Ángel sufría de gota y falla renal, pues lo revisó a partir del cuadro Escuela de Atenas, de Rafael, donde asegura que aparece dibujado el artista de la Capilla Sixtina.

Las galerías de arte se han convertido en su consultorio desde cuando creó una original disciplina a la que llama ArtScience, cuyos hallazgos, aunque no son conocidos en Colombia, han sido registrados en las revistas científicas más prestigiosas, como la norteamericana Jama y la británica The Lancet. Ahora, después de más de 15 años de investigaciones, está a punto de publicar un libro en el que integra dos mundos que parecen opuestos: el arte y la ciencia. Espinel ve las grandes obras como documentos científicos en los que se pueden encontrar evidencias de enfermedades que se creían propias de la era moderna, y hasta de los males que aquejaban a los propios artistas. No es fácil notarlo, aunque sean imágenes famosas como La Fornarina, de Rafael, a la que le diagnosticó cáncer de mama. "Un experto en Renacimiento veía el seno de la modelo perfectamente piramidal siguiendo los dogmas de interpretación del arte de ese período, pero no era así, tenía un abultamiento", aclara.

Espinel, quien se especializó en medicina interna, cardiología, nefrología e hipertensión, explica que "hay una desagregación en nuestra forma de pensar que no permite hacer una observación integral completa. En medicina, por ejemplo, si se va a donde el cardiólogo, muchas veces sólo mira el corazón y no otros problemas por fuera de la especialidad, con lo que se fragmenta al paciente". Agrega que estas barreras son aun más grandes entre dos áreas distintas como el arte y la ciencia. "La mayoría de los científicos no ve con interés el arte y muchos expertos en arte rechazan cualquier interpretación cognitiva de este". Él mismo reconoce que nunca le había llamado la atención ir a exposiciones.

Comenzó su investigación con el objetivo de hacer diagnósticos más precisos. Así nació la idea del "Pensar Cerebral", con su Método de Observación, que consiste en "ver como el cerebro ve", al recoger y procesar información de la manera como las neuronas lo hacen. "Sólo somos capaces de ver lo que estamos entrenados para ver, pero no lo desconocido. El cerebro no trabaja así, lo hace sin prejuicios, sin ideas preconcebidas". Entonces se le ocurrió que sólo podría probarlo con imágenes a las que todo el mundo pudiera tener acceso y que pertenecieran a un campo nuevo para él, con el fin de que su visión fuera objetiva. Las obras maestras de arte cumplían ambas condiciones.

Su primer paciente artístico fue el Cupido Durmiendo, de Caravaggio, que se encuentra en el Palacio Pitti de Florencia, Italia. Al aplicar su método, estudió líneas, texturas y colores y vio algo más que "un ser deformado que para los expertos en la obra era una representación del amor degenerado, una expresión del enloquecido Caravaggio, que incluso había asesinado, cuyos trabajos a veces generaban rechazo", explica. Comparó sus notas con varias patologías, hasta que, sin ser conocedor de este mal, concluyó que el modelo del artista tenía 22 signos de reumatismo juvenil, como la falta de mandíbula y la inflamación de sus cachetes, y que no estaba dormido, sino muerto. "Lo más sorprendente es que la enfermedad se empezó a registrar a finales del siglo XIX, por lo cual era asociada a las condiciones del mundo moderno como la contaminación. Esta pintura acaba con ese argumento, pues es de 1608, y sería la primera y la más completa evidencia de la enfermedad", cuenta Espinel. Según él, este cuadro sirve para generar mayor sensibilidad ante problemas de salud tan dramáticos y, de paso, cambiar la imagen que algunos tenían de Caravaggio.

Su teoría no fue bien recibida por algunos sectores. De hecho, recuerda cómo durante una visita al director del museo, este le dijo: "Doctor, usted está del otro lado de la mesa", para subrayar las diferencias entre ciencia y arte. "Pero para mí tienen mucho en común, son los logros más importantes del intelecto, el mejor testimonio de la presencia del ser humano", concluye el médico. También le llamó la atención que ni siquiera la experta en reumatismo de la Universidad Johns Hopkins descubrió lo que él. "He tenido la obra en frente y no lo noté", le habría confiado a Espinel.

Sin embargo, la descripción oficial del cuadro ahora incluye apartes de su investigación. Y aunque muchos creen imposible hacer diagnósticos de este tipo, en los que no hubo contacto directo con los pacientes, ha captado la atención de medios y cadenas como la británica BBC, que realizó un documental sobre Rembrandt, y Discovery, que lo presenta como el hombre "que haría sentir celoso a Sherlock Holmes". En universidades como Harvard se realizan proyectos de ArtScience y Espinel creó su propio curso en Georgetown donde a través del arte enseña a observar y a hacer mejores diagnósticos. "Arte y ciencia se especializan en el cuidado en los detalles. Las líneas, los colores y los matices de los pacientes a veces dicen más que los exámenes de laboratorio", dice. Cuando se le pregunta por la eficacia de su técnica, habla de casos concretos como el de una mujer que sufría de lupus, pero además presentaba asfixia e hinchazón. "Por el color de sus ojos noté que tenía falla hepática, una complicación agravada por la medicina que recibía".

Para Espinel, ver más allá es útil no sólo para los doctores, sino para el conocimiento personal. "Todos nos miramos al espejo cada día... En cada ser humano hay un Rembrandt". n