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Whitaker en el papel de Idi Amín Dada, acompañado por el actor James McAvoy, quien interpretó al joven médico escocés Nicholas Garrigan

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El nuevo rey del cine

Una película sobre la vida del sanguinario dictador de Uganda Idi Amín Dada ha convertido al actor Forest Whitaker en el más fuerte contendor al Oscar.

3 de febrero de 2007

Hasta hace un par de meses Forest Whitaker pertenecía a ese grupo de actores a quienes la mayoría de las personas reconoce, pero no recuerdan su nombre, ni tienen muy presente en qué películas lo han visto. En sus 25 años de carrera ha aparecido en más de 30 cintas, dirigido tres largometrajes, ha participado como actor invitado en varias series de televisión y además es productor de cine. Aun así, no había logrado hacer un papel que dejara claro que, a pesar de su párpado caído, sus 45 años de edad y su robustez, cosas muy poco atractivas para el Hollywood comercial, era un magnífico actor. Ahora, después de protagonizar El último rey de Escocia, en donde interpreta al sangriento dictador de Uganda Idi Amín Dada, no quedó ninguna duda sobre sus capacidades dramáticas. A la fecha se ha llevado a casa por esta actuación el Golden Globe, el Screen Actors Guild Award, el Critics Choice Award y siete premios más. Y parece ya un consenso general que el 25 de febrero se llevará también el galardón más cotizado del mundo del cine, el Oscar.

Interpretar a uno de los personajes más complejos de la historia contemporánea sin convertirlo en la caricatura de un simple asesino no era una labor sencilla. Es más, el director de la película, Kevin MacDonald, que hasta entonces sólo había hecho documentales, no estaba seguro de que Whitaker pudiese lograrlo. Pensaba que el actor era demasiado tierno, sensible y buena persona para el papel. Por supuesto, sabía que aunque las facciones de Forest no se parecían a las de Idi, sus 1,90 metros de estatura, contextura gruesa y edad, encajaban bien con lo que él buscaba.

A pesar de las dudas iniciales, MacDonald accedió a incluirlo en el proyecto. Whitaker sabía poco de la historia de Uganda, por lo que comenzó a investigar y a ver una y otra vez documentales que mostraban al dictador. Unos meses más tarde, la producción de la película se trasladó a ese país, donde se filmó toda la cinta. En Uganda el actor se dedicó a aprender swahili y a entrevistar a los familiares de Amín y a quienes lo conocieron en persona y vivieron bajo su dictadura. Su dedicación obsesiva, que lo carateriza desde niño, hizo que se concentrara totalmente durante el tiempo de la filmación en capturar a ese personaje. "Aprendí que como actor uno no puede engañar. Uno tiene que ser. Así fue como me enfoqué en el papel", explicó Forest al Chicago Sun Times. Y en efecto, Idi Amín comenzó a habitar en su cuerpo. Hablaba como él, comía como él, se movía como él. En ningún momento abandonó la caracterización durante el rodaje.

Lo más difícil de encarnar al personaje, según Whitaker, es que el sanguinario gobernante era encantador y carismático, pero al mismo tiempo, irascible, cruel y despiadado. Por eso, hasta el día de hoy los ugandeses tienen sentimientos encontrados hacia este hombre. Muchos creen que a pesar de haber desaparecido, torturado y asesinado a más de 300.000 personas, logró cosas buenas para el país y fue un símbolo de independencia en el África poscolonial.

"Amín fue un personaje muy aprovechado por Estados Unidos y Occidente para demostrar que los africanos no estaban preparados para gobernarse, que la descolonización era un proceso negativo y nocivo. Amín desempeñaba el papel de ejemplo negativo, del político no preparado, ignorante y brutal, incapacitado para gobernar bien a sus conciudadanos", escribió el periodista Ryszard Kapuscinski después de la muerte del dictador el 17 de agosto de 2003.

Idi Amín Dada era un hombre sencillo, sin educación académica, que para escapar del hambre decidió enlistarse en el Ejército colonial. Ascendió rápidamente y ganó la confianza de los británicos. Tanto, que estos decidieron ignorar que tomó el poder por la fuerza en un golpe de Estado en 1971 contra el presidente electo, Milton Obote. Idi era un populista y un gran orador que hacía a la gente gritar de emoción con sus discursos. Un excéntrico que estaba seguro de ocupar el cargo más relevante del mundo, que se condecoraba a sí mismo con méritos inventados y disfrutaba enviando telegramas absurdos a otros gobernantes. Por ejemplo le escribió en más de una oportunidad a la reina Isabel II pidiéndole que arreglara un tour digno de su persona para conocer todo Gran Bretaña, llamándola confianzudamente Liz. Declaró que Henry Kissinger era poco inteligente al no pedirle consejos a él sobre política internacional. Y planeó una invasión a Suráfrica para derrocar a los racistas. Además, expulsó a miles de asiáticos de Uganda y destruyó la economía. Todo mientras desataba la más brutal represión contra cualquier sospechoso de oponérsele.

Huyó del país en 1979, cuando fue invadido por el Ejército de Tanzania. En la nevera de su casa encontraron las cabezas de algunos de sus adversarios, lo que creó la leyenda de que era caníbal. Se hacía llamar 'Presidente vitalicio de Uganda', 'Señor de todas las bestias', 'Conquistador del imperio británico' y se autoproclamó 'Rey de Escocia'. Era tal su fascinación por ese país, que se vestía con kilt (la falda típica escocesa) para las ocasiones especiales y pedía a sus servidores que tocaran música celta con gaitas.

Esta última excentricidad se convirtió en el título de la novela de Giles Foden, que inspira la película. El filme cuenta la historia ficticia del joven médico escocés Nicholas Garrigan, interpretado por James McAvoy, quien llega a Uganda poco después de que Amín se toma el poder y queda encantando con su carisma. Se convierte en su amigo, al punto de que Amín lo nombra su doctor de cabecera y le consulta asuntos de Estado. La historia se concentra en el régimen del dictador hasta 1976. Muestra, entre otros, el incidente de Entebbe cuando Amín aceptó que un avión israelí secuestrado por palestinos aterrizara en su país. Este acto lo convirtió en una figura de fama mundial y generó la cinematográfica operación de rescate del Ejército israelí. En otro episodio de la película manda descuartizar a una de sus esposas porque le fue infiel.

El último rey de Escocia es una de las más recientes cintas que se han enfocado en el África poscolonial, como las aclamadas Hotel Ruanda y El jardinero fiel. Pero lo que más ha impresionado a los críticos es la actuación de Whitaker, que antes de este papel logró cierto reconocimiento con las películas Bird, de Clint Eastwood, y Ghost dog, de Jim Jarmusch. Él, un hombre humilde que nunca ha creído en la fama, asegura que esta es la mejor actuación de su vida. Y todo Hollywood parece estar de acuerdo.