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El periodista millonario

Anderson Cooper no sólo es el reportero de televisión más famoso del mundo, es también uno de los herederos de la inmensa fortuna de la dinastía Vanderbilt.

23 de enero de 2010

Gracias a la televisión, el mundo entero ha seguido paso a paso la tragedia de Haití. Y entre los reporteros que han llegado a ese país caribe, donde los muertos son ya más de 80.000, se destaca uno que se ha convertido en el periodista estrella en este tipo de dramas: Anderson Cooper.

Con ojos muy azules, pinta juvenil, pelo corto y una cabeza plateada por las canas, su programa, Anderson Cooper 360, es el que le lleva más información a millones y millones de televidentes en todo el planeta. ¿Quién es este hombre que a los 42 años se ha convertido en la estrella del periodismo mundial en televisión? ¿Cuál es su historia dentro del reporterismo y la de su familia materna, los Vanderbilt, dueña de una de las fortunas más tradicionales de Estados Unidos?

Anderson Cooper se interesó por los medios de comunicación a raíz de dos episodios que vivió en su juventud. El primero tuvo lugar en un viaje que su colegio organizó cuando él tenía 17 años a África, en donde contrajo la malaria. El segundo fue el suicidio de su único hermano, mayor que él, Carter Vanderbilt Cooper, que en 1988 se lanzó al vacío desde el piso 14 de un penthouse. "Eso me puso a pensar mucho en las situaciones difíciles de la vida", escribió luego Anderson.

Con el diploma de bachiller bajo el brazo, Cooper se matriculó en la prestigiosa Universidad de Yale y después pidió un trabajo en el canal de televisión ABC. No tuvo suerte. Por eso tomó la determinación de irse un año a la Universidad de Hanoi para aprender la lengua vietnamita, un viaje para el que empacó una pequeña cámara con la que envió una serie de informes al Canal Uno, especializado en noticias para jóvenes.

Más adelante cubrió aspectos del genocidio de Ruanda. Y ahí dio en el clavo: en 1995 la ABC le firmó un contrato para ser uno de los presentadores de World News Now, de donde pasó a presentar un reality show titulado The Mole.

Pero eso no era lo suyo y como las noticias lo atraían más, aceptó en 2001 una oferta de la CNN para aparecer ante las cámaras en un programa matinal junto a la periodista Paula Zahn, por lo cual le hicieron otra propuesta dos años más tarde: montar su propio espacio. Y fue entonces cuando pisó aún más fuerte con la cobertura no sólo del tsunami, el 26 de diciembre de 2004, sino de la muerte de Juan Pablo II en abril de 2005, y el desastre del huracán Katrina, en Nueva Orleáns, cuatro meses después.

Semejante trabajo disparó a los cielos la audiencia de CNN en el nivel mundial, por lo que en noviembre el presidente de la cadena, Jonathan Klein, cambió para las 10 de la noche el comienzo del programa y le dedicó dos horas diarias. Aunque no se sabe cuánto gana Cooper, la prensa gringa asegura que recibe más de 300.000 dólares mensuales.

Pero hay varias preguntas que se hace la gente en Estados Unidos sobre este 'león de plata' de la CNN. ¿Cómo llega tan pronto al lugar de la noticia? Fácil: en jet privado. Y ¿tiene novia, o es gay? Nadie lo sabe. Algunas revistas gay afirman que es homosexual y le atribuyen compañeros sentimentales. La cosa es tan misteriosa como la homosexualidad de Miguel Bosé y él se niega a hablar en público del asunto. Ni siquiera alude al tema en sus memorias, Dispatches from the Edge (Despachos desde el borde), publicadas en mayo de 2006.

Lo cierto es que Cooper es el reportero de televisión más famoso del mundo. Ha superado a Christiane Amanpour, también de la CNN, y a John Simpson, de la BBC. Además, viaja mucho. En su blog incluso ha escrito desde Bogotá.

Si su historia personal es llamativa, su historia familiar es curiosa. Cooper es hijo de una pareja muy conocida en Estados Unidos. Su padre era el escritor Wyatt Emory Cooper, que murió en 1978, a los 50 años de edad, mientras se sometía a una cirugía de corazón abierto tras haber sufrido numerosos infartos. En aquel entonces Anderson era un niño de 10 años que hoy dice admirar profundamente la obra de su padre, en especial el libro titulado Families (Familias).

Su madre ha sido aún más célebre. Se trata de Gloria Vanderbilt, famosa por su carrera como actriz y diseñadora. Nadie olvida su línea de bluyines elegantes que llevaban su nombre como firma en los años 70. Pero ella, que el próximo 20 de febrero cumple 85 años muy bien llevados, ha dado mucho de qué hablar por sus romances. Se ha casado en cuatro ocasiones, la primera de ellas cuando apenas tenía 17 años. Su marido fue un agente de cine, Pat DeCicco, al que reemplazó en 1945 por el célebre director de orquesta Leopold Stokowski, con quien tuvo dos hijos: Leopold y Christopher. El director de cine Sidney Lumet fue su tercer esposo hasta agosto de 1963 y luego vino Wyatt Emory Cooper, con quien contrajo nupcias en diciembre del mismo año.

Gloria Vanderbilt es heredera de una de las fortunas más grandes de Estados Unidos. Hija de Reginald Claypoole Vanderbilt, un hombre que murió de cirrosis cuando ella era una niña de brazos, y tataranieta de Cornelius Vanderbilt, que construyó una fortuna impresionante en el siglo XIX. El viejo, mejor conocido como el 'Comodoro', provenía de una familia holandesa que había llegado de Utrecht a Nueva York de la mano del primero de la saga, cinco generaciones atrás: Jan Aertson de Aertzoon.

El caso es que Cornelius, que había nacido en 1794, decidió con apenas 11 años que quería ser un potentado y con esa "habilidad impresionante para hacer plata", que según el Nobel de Economía John Kenneth Galbraith tenían los Vanderbilt, terminó convertido en un zar del transporte marítimo. Poco después, extendió sus tentáculos a la industria de los ferrocarriles. Se hizo dueño de varias líneas en California y de otras más que partían o llegaban a Nueva York. Fue allí donde construyó lo que fue Grand Central Terminal, una estación situada en Park Avenue con la calle 42, cuyo edificio, en el costado sur, deja ver la estatua del 'Comodoro'.

El viejo Vanderbilt hizo muchas cosas más. Levantó y compró distintas casas en lo que se llama Midtown Manhattan, al norte de la estación, y pagó una millonada para edificar The Breakers, una mansión de película a la orilla del mar en Newport, en el norteño estado de Rhode Island, donde los multimillonarios de Nueva York iban a pasar seis semanas para huir del verano neoyorquino. En The Breakers hay salones enteros de mármol traído de Europa. No tiene nada que envidiarle a una casa ducal en Italia o a un palacete real en los campos de Francia.

No hay duda de que la fortuna de los Vanderbilt, heredada en parte por Anderson Cooper, le ha servido como herramienta para ser el reportero más famoso de hoy. Pero hay que reconocer que eso no habría sido suficiente si Cooper no tuviera el talento y la astucia que lo caracterizan.