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EL "RAMBO" PAISA

Fabio Echeverri Correa: trompadachín de joven, dirigente gremial exitoso y político frustrado

19 de octubre de 1987

Para encóntrar a un paisa tan paisa como él, habría que ir a buscarlo a un pueblo como Titiribí, por ejemplo, o esperar horas en el Parque de Berrío a ver si aparece.
Porque Fabio Echeverri Correa, nacido en Medellín en abril de 1933, es lo que se llama un paisa de todo el maíz: trabajador, cabeciduro, frentero, intenso y hablador. A pesar de su vida estudiantil en Bogotá y Estados Unidos y de su constante roce con gente de todas partes, el antioqueño que lleva incorporado no lo desampara ni de noche ni de día. No haberle hecho concesiones a ese cosmopolitismo significa que en su manera de hablar el "vos" no ha cedido a la tentación sofisticada del "tú" y el "no jodas" sigue siendo "no jodás".
Los hermanos Echeverri, dos hombres y dos mujeres, heredaron el espíritu arrollador de su padre Luis Guillermo Echeverri Abad, uno de los hombres más importantes que ha tenido Antioquia (fue alcalde de Medellín a los 21 años, gobernador a los 23 y ministro a los 28).
El hoy presidente de la Asociación Nacional de Industriales pasó por el Gimnasio Moderno de Bogotá en su bachillerato, después de haber entrado y salido de otros colegios en una peregrinación de años producto de su poca amistad por la disciplina académica. Después de "coronar" como pudo el bachillerato, cayó a la Universidad de los Andes por obra y gracia de una jugada que lo habría de llevar a organizar la primera huelga en la Facultad de Economía de ese claustro. La "jugada chueca" consistió en que el Gimnasio Moderno, sin discusión, sin previo aviso, le endosó a Uniandes a sus bachilleres que iban a estudiar economía. A Echeverri no le gustó el detalle y así lo dijo en un artículo del periódico de esa universidad, que tituló "El mercader de discípulos" y en cuya publicación tuvo que ver Gloria Zea, como directora.
El mal humor de Echeverri por lo que había pasado, desembocó en la huelga que soportó el rector de Los Andes, Alberto Lleras Camargo y que condujo a los estudiantes de economía a un camino inesperado: fundar una facultad de esa ciencia en la Universidad Jorge Tadeo Lozano.
En esas circunstancias se estrenó Echeverri Correa como dirigente de algo. Su primer cargo directivo fue la vicepresidencia de la Federación de Estudiantes Colombianos (el presidente era Crispín Villazón de Armas, ex ministro de Trabajo) y una vez terminada economía empezó por la base hasta llegar a la cima: fue supernumerario del Banco de Colombia en Bogotá; de ahí lo trasladaron a Medellín como secretario y llegó a ser el gerente de la regional de Antioquia. Después cambió de banco: se pasó al Comercial Antioqueño y a su filial Almagrán, hasta cuando en 1963 murió su padre y le sonó el clarín de la responsabilidad familiar, al tener que asumir el manejo de las fincas. Fue entonces negociante en ganado, en maíz, en sorgo, chofer de tractor, lanchero de río, jinete de potrero. Un aprendizaje de tantas cosas que lo capacitó para la vida al punto de que un amigo le augura que "no tendría problemas si llegara el comunismo, porque se puede ganar la vida de veinte maneras distintas".
Estaba en ese ajetreo de finquero consagrado, cuando le llegó la tentación del cargo público. Fue un ofrecimiento para que gerenciara las Empresas Varias de Medellín y ahí se metió, con su estilo y su ímpetu, a hacer cosas. La que más recuerda la ciudad fue el plan de plazas satélites que hubo que construir de afán, ante el incendio que cualquier día devoró la centenaria Plaza de Cisneros. La rapidez con que actuó, pasando por encima de las trabas burocráticas y las zancadillas políticas, le valieron el reconocimiento de la comunidad y la admiración de los administradores paquidérmieos.
HACIA LA ANDI
Aquello era sólo el comienzo de la carrera de Echeverri Correa. Lo que siguió fue la apertura del camino de su dirigencia nacional en el campo económico y en el político. De Empresas Varias pasó a manejar varias empresas a la vez: Simesa (Siderúrgica de Medellín) y Holasa (Productora de láminas de aluminio) y por ahí derecho llegó a influír poderosamente en el liberalismo de Antioquia, en cuya presidencia se sentó en 1971.
Mientras incursionaba en la política (lo que comenzó en el '59 cuando fue militante activo del MRL) y le ponía a la campaña presidencial de López Michelsen todos los fierros del sistema de computación que en Colombia eran una novedad, su vozarrón empezó a oírse en el templo sagrado de los industriales. Hasta que un día, en junio de 1974, fue elegido presidente de la ANDI, como fruto de una campaña que él mismo se hizo, sin disimulo, mientras se desempeñaba como representante a la Cámara.
ENTRE LAS MUJERES Y EL POLO
Pero para llegar a esa cúspide Echeverri no abandonó sus grandes pasiones y gustos. Como finquero de tradición, es amigo íntimo de los caballos. Y por esa amistad llegó al polo, deporte que practica desde joven, en el que ahora se considera "un jugador regular", pero con atenuantes: "Es que no puedo practicar y así queda muy de pa'rriba". Pero a pesar de ser jugador de uno de los deportes más sofisticados, no cree que su éxito con las mujeres ("Las mujeres me han querido mucho") se deba a éste sino a que es un buen bailarín. Pero a la hora del balance las mujeres de su vida han sido dos: Maríaelena Vélez, con quien estuvo casado 17 años y con quien tiene el único hijo (Luis Guillermo Echeverri, Luigi, rejoneador y abogado) y Helena Mogollón, con quien lleva casado 14 años.
"MANO DE PIEDRA" ECHEVERRI
Entre los compañeros de todas etapas, ha hecho fama de hombre amigo de la discusión, con fuerte tendencia al puñetazo. "La manera en que uno se conocía con Echeverri era a los pescozones", recuerda uno de sus amigos de infancia. Aunque para el dirigente industrial lo que pasa es que "me encanta discutir, pero aquí a eso le llaman pelear", no esconde los motivos de su fama de mano dura, que no es lo mismo que mano negra. El mismo cuenta que en su juventud daba tan duro que las autoridades echaron mano de la curiosa figura de "multarle la mano" (le cobraban algo así como 50 pesos si se la ponía encima a alguien) para evitar tanto ojo amoratado.
Para sus amigos -que son muchos y que constituyen una especie de secta de admiradores- es un hombre generoso, sin envidias, que le encanta ver progresar a la gente. Pero, aparte de leyendas, Echeverri es en realidad un tipo que sabe que para él es imposible no tener enemigos. "Los tengo y no me choca". En estos días en que el país se está polarizando cada vez más, un "Rambo" gremial, que no se pone con medias tintas y que llama a las cosas por su nombre, inevitablemente es un punto de referencia. "El problema con Fabio no es que sea un Rambo sino que se cree uno", afirma un crítico suyo haciendo alusión al descomunal ego que desde hace años se le atribuye al presidente de la ANDI. Ego, que a veces da la impresión de ir acompañado de una cierta frustración por no haber llegado aún a destinos más grandes que en su juventud creia tener reservados. "Me hubiera gustado ser ministro cuando comenzaba el gobierno de López y creo que lo merecía pero no me nombraron. Luego Turbay me ofreció el de Desarrollo pero en ese momento no me interesaba. Después Belisario me ofreció el de Hacienda y acepté. Pero el 6 de agosto, un día antes de posesionarme decidí no aceptar por las circunstanclas personales y familiares que estaba atravesando debido al secuestro de mi cuñada, Gloria Lara". Con una gota de trascendencia y nostalgia, injustificadas dados sus escasos 53 años, agrega, "ya no me interesan los ministerios. A pesar de que ha habido varias excepciones en los últimos años se ha nombrado mucho incompetente y el cargo se ha desprestigiado".
El cargo de alcalde elegido todavía no está desprestigiado y muchos consideran que en una ciudad como Medellín, un hombre con los pantalones bien puestos como Fabio Echeverri Correa puede ser una buena carta. Interrogado sobre este tema manifiesta no tener ningún interés. Pero a pesar de estas negativas, quienes lo conocen afirman que después de casi 15 años en la ANDI, a Fabio Echeverri le interesan muchas cosas y que un luchador como él prefiere ser elegido que nombrado. Así que, si de casualidad los diferentes sectores liberales de Antioquia se ponen de acuerdo sobre su nombre, quién sabe, quién sabe...