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EL SALMONA DE LAS BARBIES

El ex edecán militar de Carlos Lleras se convierte en un genio constructor de casas de muñecas.

17 de septiembre de 1990


Hace veinte años, el mayor Raúl Ocampo se paseaba por los corredores y salones del Palacio de San Carlos. Su mundo era el del poder. Ahora, se pasea por corredores de 10 centímetros de ancho y salones que harían palidecer de envidia, ya no a un aspirante presidencial sino a una Barbie. Aunque todo el mundo en algún momento dado tiene la intención de cambiar de vida, muy pocos lo logran. Pero sin duda alguna, nadie ha logrado un cambio tan radical como el mayor Ocampo. De edecán del presidente Carlos Lleras ha pasado, en los apacibles días de su retiro, a ser fabricante de exclusivas casas de muñecas.

Todo empezó hace dos años, cuando su esposa Nora se enamoró en los Estados Unidos de una casa de muñecas estilo inglés, que valía su peso en dólares. Para darle gusto, el mayor Ocampo se ofreció a construirle una igual. Ella no tuvo más remedio que aceptar la propuesta, aunque un poco escéptica de sus habilidades como artesano manual. Sin embargo, poco tiempo después Raúl Ocampo descubrió que su vieja manía de tallar figuras de madera con navaja era sólo la punta del iceberg de una oculta habilidad. Cuando su esposa empezó a ver los resultados, se entusiasmó tanto que comenzó a tejer cortinas y hacer cubrelechos para esas diminutas ventanas y camas que empezaban a tomar forma en el minitaller de su marido. El, no contento con tallar mueblecitos, decidió estudiar a fondo los diferentes estilos y hacer réplicas a escala que siguen fielmente el diseño original. Cuando meses después, los Ocampo mostraron su creación artística, sus amigos y familiares no podían dar crédito a sus ojos. Y con las exclamaciones de admiración, empezaron a llover las ofertas.

Así, lo que empezó como un apacible pasatiempo se convirtió en un lucrativo hobbie. Desde entonces Raúl Ocampo ha construido, amoblado y dotado hasta en sus mínimos detalles, seis casas que son, como dicen las señoras, "de exposición". Su último trabajo, una vieja casa de hacienda antioqueña, tiene el costo de la cuota inicial de una casa de verdad: un millón 300 mil pesos.Como quien dice, a $10.000 el centímetro cuadrado.

Aunque cualquiera de sus creaciones supera con creces los sueños infantiles, los encargos que recibe no son casas de muñecas. Son juguetes para adultos. Sus clientes son nostálgicos personajes que desean tener una réplica de la vieja casa donde nacieron y que está a punto de ser demolida, o románticas ancianas que disfrutan contemplando aquellos ambientes donde vivieron mejores tiempos. La réplica exacta de esas viejas casonas o mansiones de estilo inglés o californiano, son entregadas con su miniescritura, en la cual se especifica el estilo arquitectónico y la historia de cada uno de los muebles, cuyo diseño ha sido cuidadosamente estudiado para reproducirlo, con paciencia y minuciosidad de relojero, hasta en sus mínimos detalles.

La construcción de una casa demanda tres meses de trabajo. Mientras Raúl talla en un pequeño tomo cada uno de los muebles, por ejemplo una vitrina estilo Luis XV que tiene 5 centímetros de alto o un "secreter" cuyos cajones miden 5 milímetros y las manijas apenas sobrepasan en tamaño la cabeza de un alfiler, su esposa Nora se ocupa de tejer los tapetes, hacer almohadas con fundas bordadas del tamaño de una caja de fósforos, carpetas que no cubren una uña o floreros y adornos que hay que mirar con lupa. Este trabajo artesanal, que en los Estados Unidos y Europa es toda una industria y tema de numerosas publicaciones especializadas, en Colombia no es muy conocido. Aunque la mayoría de los materiales que emplean son nacionales, a falta de un gran mercado de miniaturas, especialmente en la escala universal de 1-10 como existe en otros países, los Ocampo utilizan su ingenio y creatividad para fabricar cada uno de los detalles que integran los diferentes ambientes.

Ahora, el sueño de este ex edecán presidencial, hijo del general Germán Ocampo, ministro de Defensa del presidente Ospina Pérez, es realizar ambientes históricos y costumbristas para exhibir en un museo, al estilo de los famosos "Thorne Rooms" que expone el Instituto de Arte de Chicago. Y aunque por el momento no le han faltado rentables ofertas del exterior, las exigencias de los pedidos, eso sí a gran escala, van en contra de su firme deseo de realizar él mismo todo ese trabajo minucioso y perfeccionista, para que siga siendo un apacible pasatiempo y un producto exclusivo para románticos. Sin duda quienes más disfrutan de esta nueva vida del mayor Ocampo, son sus nietas, para quienes una visita a la casa del abuelo, se convierte en una experiencia tan apasionante como ir a Disneylandia. -