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EL SUPERMAN DEL SIDA

Un neoyorquino, Steve Crohn, es uno de los pocos seres humanos que es inmune al contagio del virus.

26 de agosto de 1996

En la comunidad científica mundial el nombre de Steve Crohn representa a la vez una incógnita y una esperanza. El es un homosexual de Manhattan, de 50 años, que siempre se consideró un ser humano común y corriente pero hace cuatro supo que era un ser privilegiado. A pesar de haber estado expuesto al virus del sida, Steve Crohn no se ha contagiado del mal. Su compañero de muchos años, Jerry Green murió en 1982 por esta causa. Y en este lapso Crohn ha visto morir también a 74 de sus amigos. Al igual que un puñado de personas en el mundo, Crohn es inmune al contagio del mortal virus. A pesar de lo mucho que han tratado, los científicos no han podido infectar sus muestras con el VIH. Lo que ahora investigan es si la inexplicable inmunidad de Crohn puede proveer la respuesta para combatir el mal del fin de siglo. Sangre más que azul Diez años después de iniciarse la epidemia varios investigadores empezaron a notar que algunos pacientes que habían sido diagnosticados con el virus entre 1981 y 1982 estaban, contra todos los pronósticos, todavía vivos. Algunos, que incluso habían perdido a sus parejas por causa del VIH, permanecían, inexplicablemente, saludables. Entre esos investigadores estaba el inmunólogo escocés William Paxton, quien trabaja en un instituto de investigación sobre sida en Nueva York, y decidió entonces analizar la sangre de esas personas. Una de esas pruebas realmente lo sorprendió: a pesar del intento de contagiar la sangre con una dosis del virus 300 veces superior a la normal, las células no se infectaban. Esta muestra de sangre correspondía a Steve Crohn. Aunque los científicos aún desconocen el porqué de esa resistencia a la infección, sospechan que puede estar relacionada con un gene. Muchos miembros inmediatos de la familia de Crohn, inmigrantes de Europa Oriental, ya han recolectado muestras de sangre para ser analizadas. Por ahora Crohn ha puesto su cuerpo al servicio de la ciencia para ver si hay algo en su organismo que permita entender mejor el virus. Una vez cada dos meses acude al laboratorio Aaron Diamond de Manhattan para donar sangre al equipo del doctor Paxton. Es el único paciente del centro de investigación contra el sida cuya salud es excelente. Y también es el único seronegativo. La idea es que su sangre puede tener una sustancia química importante en la futura elaboración de una vacuna. Drama de un seronegativo Pero Steve Crohn no es un hombre feliz. En este año han muerto tres de sus amigos. Durante los últimos años ha visto la muerte frente a frente y los ha acompañado en sus batallas. Para Crohn la guerra comenzó el 4 de marzo de 1982, cuando su compañero de muchos años, Jerry Green, sucumbió a una misteriosa enfermedad. En unas cuantas semanas vio cómo el cuerpo sano de un joven de 32 años se convertía en viejo y demacrado. Cuando murió, el mal que lo mató ni siquiera tenía nombre. Jerry fue sólo el primero de una larga lista de amigos que han sido diezmados por el sida. Después de la muerte de su compañero y de varios de sus más cercanos amigos, Steve Crohn decidió rebelarse contra el estigma de que el mal era un castigo divino a la homosexualidad. Nacido en una prestigiosa familia de médicos neoyorquinos, Steve Crohn cree en la importancia de un diagnostico precoz. Por eso no quiso esperar a ser atacado por el mal para combatirlo. Aunque en ese momento ni siquiera se habían establecido las formas de contagio, tuvo la intuición de que la comunidad homosexual era una población en riesgo. Sabía que en 1980 había estado expuesto de manera directa al virus del sida y eso lo hacía un condenando en potencia. Aunque no tenía muchos recursos económicos, Steve Crohn era consciente del prestigio de su apellido dentro de la comunidad médica. Su padre, Burril B.Crohn, un gastroenterólogo afamado que tenía 95 años en 1982 había aislado, en 1932, la enfermedad que lleva su nombre. Con ese respaldo acudió a los médicos que se interesaban en el estudio del terrible virus. "Fueron años terribles recuerda. Durante 15 años viví día a día pendiente de cualquier evidencia que anunciara mi muerte". En 1986, cuando estuvo disponible el primer examen de sida, Steve Crohn fue de los primeros en someterse. Así lo hizo cada seis meses y siempre el resultado fue el mismo: no hay infección. Pero fue sólo hasta 1992 cuando los investigadores decidieron dejar de concentrarse en los portadores del virus y analizaron el caso de un hombre que debería estar infectado y no lo está. Entonces Crohn llegó al laboratorio de William Paxton. Steve Crohn le contó a Paxton su curiosa anomalía y desde ese momento se convirtió en conejillo de indias. A mediados de 1995, cuando el doctor Paxton terminó el análisis de la fórmula sanguínea de Steve Crohn, creyó que había cometido un error. Practicó el examen en tres ocasiones y los resultados permanecieron idénticos: ninguna infección. Centenares de veces (entre 300 y 1.000) Paxton intentó bombardear las células inmunitarias del organismo de Crohn con fuertes dosis de virus. En todos los casos sus linfocitos se comportaron como una armadura que no permitía el paso del sida. "Yo debería quizá patentar mi sangre" explica Steve Crohn con humor. Y agrega con sorna: "Me imagino que estoy condenado a vivir".