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EL VIEJO ZORRO

Como sucede cada vez que se discute una reforma tributaria, el senador Víctor Renán Barco volvió a ser la estrella de este debate en el Congreso.

11 de diciembre de 1995

EL PROYECTO DE REFORMA TRIBUTARIA que hace tránsito en el Capitolio Nacional ha tenido dos protagonistas: uno del gobierno y uno del Congreso. El del gobierno es el ministro de Hacienda, Guillermo Perry. El del Congreso es el senador Víctor Renán Barco. Pero si el primero se ha destacado como proponente de turno en su calidad de jefe de las finanzas públicas, el segundo, como ponente, es ya un viejo zorro en estas lides.
En sus 26 años de vida parlamentaria este controvertido político caldense se ha ganado el respeto de sus colegas, no solo a punta de trabajo sino a fuerza de haberse convertido en un eximio conocedor del tema económico. Tanto que en el interior del Congreso muy pocos discuten que Barco sea una de las principales autoridades en materia de hacienda y régimen municipal. De hecho, Víctor Renán Barco fue quien impulsó la ley de descentralización fiscal a los municipios y ha estado detrás de las últimas cinco reformas tributarias -incluida la actual-, en cada una de las cuales ha sacado a relucir sus dotes en un tema que por tradición causa escozor en el Parlamento con solo nombrarlo.
Desabrochado y lenguaraz, Renán Barco es famoso por cultivar una humildad que a veces bordea el extremo. Aun cuando en La Dorada, donde reside los fines de semana y cuenta con un apoyo popular histórico, sus habitantes afirman que no se mueve ni una hoja sin su autorización, allí Barco se desmonta de su título de honorable senador para involucrarse con las necesidades de la gente sin diferencias de rango. En el Congreso, a pesar de que ha hecho carrera la versión según la cual ningún proyecto ha pasado a ponencia sin sus comentarios, Barco se dispensa de tal poder con frases que más que sinceras a veces resultan demasiado duras: "La existencia mía no tiene futuro, soy un hombre sin biografía", lo han escuchado decir. Sin ir más lejos, la última de sus sentencias ocurrió el año pasado cuando sonó su nombre para la presidencia del Senado. "Si el país reclama cambios, al primero que hay que cambiar es a un vejestorio como yo", fue su señal de renuncia a la postulación. Pero aunque sus enemigos estén de acuerdo con esta última opinión, ni siquiera ellos dudan que Víctor Renán Barco López es hoy un patriarca de su tierra y del Capitolio.
Quienes lo conocen dicen que después de más de un cuarto de siglo de combate en el Congreso y con 67 años a sus espaldas, probablemente este es su último período como senador. Sin embargo, si esto llega a ser cierto, lo que no se puede asegurar es que esta sea su última ponencia, pues en un país donde hay una reforma tributaria cada dos años, no es raro que al patriarca de La Dorada le queden todavía varias oportunidades de destacarse.-