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En casa de herrero...

Masters & Johnson, los pioneros de la sexología en el mundo, no lograron salvar su propia relación.

6 de abril de 1992

SEGUN WILLIAM Masters y Virginia Johnson -médico él, sicóloga ella- el trabajo que realizaron juntos durante 35 años permitió que buena parte de la población mundial se enterara de que el clítoris no es una montaña de Grecia. El caso es que estos dos personajes, conocidos como Masters & Johnson, fueron los primeros en la historia en llevar el sexo a un laboratorio. Durante más de tres decenios, estos dos galenos se dedicaron a observar el acto sexual en todas sus manifestaciones físicas y sicológicas -pararon de contar orgasmos en el número 14.mil- y a derivar toda suerte de conclusiones a partir de sus observaciones.
Sus libros, seis en total, revolucionaron en su momento el mundo del sexo pues empezaron a llamar por su nombre no sólo las diferentes variantes de una relación sexual, sino la variedad de problemas y disfunciones más comunes. Su trabajo tuvo tanto eco en los años 60, que crearon una fundación dedicada al tema, en la que adelantaban sus investigaciones y a la que asistían personas de ambos sexos en busca de ayuda o de consejo. La consejería sexual se fue extendiendo al mundo del matrimonio, convirtiendo a Masters & Johnson y sus libros en el oráculo del éxtasis y la vida en común.
Lo que no calcularon estas humanas pitonisas es que sus propias vidas terminarían desvirtuando las teorías desarrolladas durante tantos años. El mes pasado William Masters y Virginia Johnson decidieron separarse después de 21 años de matrimonio y 35 de trabajo diario juntos.
Para ellos todo empezó como un colegaje científico. Masters decidió estudiar la fisiología del acto sexual bajo la convicción de que, a pesar de ser este una respuesta casi instintiva en el ser humano, los conocimientos sobre el funcionamiento del cuerpo en el momento de la relación sexual eran hasta ese momento prácticamente desconocidos para el hombre. Entre las cosas que revelaron sus investigaciones está el dato de que el 15 por ciento de las mujeres nunca en su vida han tenido un orgasmo; que el promedio de tiempo para llegar a él es más o menos de siete minutos; y que para ellas el orgasmo es más de clítoris que de vagina. También registró en sus libros que un hombre en sus 20 requiere de media hora para obtener una segunda erección, mientras que al llegar a los 50 el plazo se extiende a seis horas. Para llegar a toda esta información, Masters echó mano de sofisticada tecnología que le permitía penetrar el cuerpo humano y registrar científicamente las transformaciones físicas que tienen lugar durante el acto sexual.
Virginia Johnson lo convenció de que el estudio físico no era suficiente, puesto que una inmensa variedad de factores sicológicos y emocionales pueden definir una buena o mala relación sexual. Su teoría se basaba en que el orgasmo no constituye un fin en sí mismo, y en cambio el placer que se brinda y obtiene a partir de un conocimiento sobre las zonas erógenas de la pareja y la existencia de afecto y comunicación, son la base de una buena vida sexual. Así sus terapias consideraban desde estímulos físicos específicos en el hombre y en la mujer, hasta consideraciones de tiempo y estado anímico de cada uno.
El caso es que después de tanto tiempo de observar desde sus batas blancas el placer ajeno, Masters & Johnson llegaron a la conclusión de que tenían metas distintas en la vida y sus 35 años de existencia conjunta quedó reducida, según sus palabras, a "una gran aventura intelectual"... -