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En nombre de Dios

Un nuevo libro revela la existencia del servicio secreto de espionaje papal, que involucra al Vaticano en actividades 'non sanctas'.

5 de diciembre de 2004

Espionaje, asesinatos, tráfico y venta de armas y lavado de dinero son elementos que parecen propios de las familias de la mafia siciliana y de la camorra napolitana. Sin embargo, de acuerdo con un nuevo libro, no muy lejos de allí, en el Vaticano, esas prácticas también son comunes. Así lo explica el periodista Eric Frattini en su obra La santa alianza: cinco siglos de espionaje vaticano. Según el autor, la ciudad pontificia, en el mejor estilo de la CIA, tiene su propio servicio secreto con sus espías dirigidos por el Papa para servir a las causas de la fe, pero también a las económicas y políticas. Su ideología sería bien clara: "Si el Papa ordena liquidar a alguien en defensa de la fe, se hace sin preguntar. Él es la voz de Dios y nosotros, su mano ejecutora", fueron las palabras que en el siglo XVII habría pronunciado el cardenal Paluzzo Paluzzi, jefe de la Santa Alianza.

Un tema que involucre a los representantes de Dios en la Tierra y a la Iglesia siempre levanta ampollas, y la polémica no se hizo esperar, especialmente en España, donde trabaja Frattini. "Una investigación histórica que podría leerse como una novela si no fuera porque todos los hechos que relata son reales", fue la descripción del diario La Vanguardia de Barcelona. Al mismo tiempo, aunque no ha habido declaración oficial de la Iglesia, algunos sectores la han tildado de "novelucha anticatólica" y conspiracionista a la que le hace falta rigor. Para el autor, su principal argumento son los 500 documentos que revisó y los 260 libros consultados. "En el año 2002 la CIA, bajo la ley de libertad de Información, comenzó a desclasificar una serie de documentos hasta entonces secretos. Yo estaba investigando en el FBI, en Washington, temas relacionados con la mafia para uno de mis libros y en la CIA en Langley. Fue así como descubrí un documento titulado 'El Servicio Secreto del Vaticano', cuyo contenido me sorprendió", contó Frattini a SEMANA.

En las páginas se hablaba de un servicio al que se referían como 'La Entidad', creado para acabar con la vida de Isabel I, quien había devuelto a Inglaterra al protestantismo tras la muerte de María la Sanguinaria. Este ente habría sido creado en 1566 por el papa Pío V para derrocar del trono inglés a la reina hereje y apoyar a la católica María Estuardo, reina de Escocia. "En los primeros años sus agentes eran reclutados entre las huestes jesuitas, llamados los soldados del Papa. Eran filósofos, astrónomos, navegantes o botánicos, pero también expertos en armas, explosivos y venenos. Después, entre la Orden de los Benedictinos, en las nunciaturas o entre los seminaristas jóvenes en Roma".

En adelante la Santa Alianza seguiría metiendo la mano en los más importantes sucesos históricos, como en la catastrófica aventura de la Armada Invencible, el asesinato de Guillermo de Orange y el rey Enrique IV de Francia, la Guerra de Sucesión española, el atentado contra el rey José I de Portugal, en el ascenso y caída de Napoleón y hasta en la fuga de los más importantes criminales de guerra nazis. Este último episodio recibió el nombre de 'Operación convento' o 'Pasillo vaticano'. Finalizada la Segunda Guerra Mundial, bajo el pontificado de Pío XII (1939-1958), los espías de la Santa Alianza habrían creado una serie de refugios, especialmente conventos y monasterios para albergar a personajes como Adolf Eichmann, coordinador de 'La solución final', con la que se exterminó a seis millones de judíos, y al médico de Auschwitz Joseph Mengele, conocido como 'el ángel de la muerte', entre otros. Los habrían ayudado a escapar de la justicia internacional hacia Argentina, Bolivia o Paraguay mediante identidades nuevas; "a muchos de ellos incluso les dieron pasaportes de la Cruz Roja Internacional o del Estado Vaticano", revela Frattini.

Aunque Adolf Hitler era abiertamente anticristiano, él y la Iglesia tenían un aliado en común: el dictador croata Ante Pavelic, furibundo católico y a la vez pronazi, responsable del asesinato sistemático de serbios ortodoxos. Con la ocupación nazi, Pavelic cumplió su sueño de una Croacia independiente, y en una especie de retribución a la milicia de Hitler habría pagado con oro a los agentes secretos del Vaticano para que ayudaran a escapar a los oficiales alemanes. Incluso el criminal de guerra croata pudo huir gracias a la colaboración pontificia y se refugió en Argentina bajo el manto protector de Juan Domingo Perón.

Otra de las jugadas maestras de 'La Entidad' tuvo lugar durante el pontificado de Pablo VI (1963-1978) y se conoció como la operación 'Tatoi', que era el nombre del Palacio Real de Atenas. A través de sociedades pirata y paraísos fiscales, propiedades del IOR o Banco Vaticano, el Papa habría autorizado a su aparato de espionaje el envío de fondos, en su mayoría provenientes de la mafia de los Gambino, a los militares griegos para evitar que Andreas Papandreu llegara al poder. El temor era que se preveía que este entregaría Grecia a los comunistas. Las finanzas del IOR darían pie a otras acciones de los agentes secretos. El banco estaba dirigido por monseñor Paul Marcinkus, que tenía estrechas relaciones con Michele Sindona y Roberto Calvi, conocidos como 'los banqueros de Dios'. Sindona no solo era asesor financiero de Pablo VI y el Vaticano sino también de familias mafiosas. Sin embargo, con la muerte del Papa y la llegada de Juan Pablo I a ocupar "el trono de Pedro", se inició una investigación al Banco Vaticano. "Misteriosamente, cinco cardenales relacionados con el proceso del IOR y la Banca Ambrosiana murieron en un lapso de tres años", cuenta Frattini. Una de las teorías que se manejan es que agentes de la Santa Alianza al servicio de Marcinkus los habrían asesinado.

Más tarde el propio Calvi apareció colgado en un puente y Sindona correría la misma suerte. "Calvi era director del Banco Ambrosiano, que se mantenía con el dinero lavado de la mafia, el del tráfico de armas y con el del Vaticano". Este quebró y se especula que la mafia asesinó a ambos banqueros. Pero para Frattini la mano de Marcinkus estuvo detrás. Había que callarlos.

Según el autor, uno de los pontificados que más ha utilizado este servicio secreto ha sido el de Juan Pablo II, especialmente por su participación en una operación conocida como 'Pez volador'. A través de la Santa Alianza y el aparato financiero del Vaticano se habrían vendido misiles Exocet a la dictadura argentina de Leopoldo Galtieri poco antes de la Guerra de las Malvinas contra la Gran Bretaña de Margaret Thatcher. Con el desvío de los fondos conseguidos, se financió el sindicato de Lech Walesa y la revolución polaca. Pero uno de los misterios más grandes de los últimos tiempos ha sido la muerte en 1998 de Alois Esterman, comandante de la Guardia Suiza, el cuerpo militar encargado de la seguridad del Vaticano. Él, su esposa y el cabo Cédric Tornay aparecieron abaleados en el apartamento del cuartel de la institución. El portavoz del Vaticano se apresuró a decir que "en un arrebato de locura,

Tornay había matado a la pareja", al parecer porque su superior no lo dejaba ascender, y que "luego se suicidó". Frattini cuenta que Estermann no solo trabajaba para la Santa Alianza sino que habría sido agente de los servicios de inteligencia de la Alemania oriental, a la que informaba de los movimientos de la Santa Sede. Nuevamente 'La Entidad' actuó en su beneficio.

Algunos sacerdotes jesuitas consultados por SEMANA aseguran que, pese haber vivido en Roma, nunca han escuchado hablar de esta Santa Alianza. En su libro Frattini explica cómo hasta el sol de hoy el Estado Vaticano sigue negando la existencia de su servicio de espionaje. Para el periodista hay una simple razón: "Para el Vaticano todo lo que no es sagrado es secreto".