En la piel de un dictador

El comediante británico Sacha Baron Cohen es un genio de la irreverencia. Desde que hace unos años se hizo famoso con Ali G, el rapero que presenta un programa de entrevistas en el Reino Unido, no ha parado de crear personajes políticamente incorrectos. Al cantante le siguieron Borat, el impertinente periodista kazajo, y Brüno, el austriaco homosexual, quienes a pesar de venir de orígenes diferentes tienen en común su facilidad para avergonzar y, en muchas ocasiones, hacer salir de casillas a escritores, músicos y políticos. Cada vez que Cohen interpreta un papel se compromete tanto que es capaz de asumir la nueva personalidad por varios meses. Aladeen, su más reciente personaje inspirado en Sadam Husein, no fue la excepción: en la pasada entrega de los Óscar, los organizadores intentaron vetar al humorista, que intentaba arrojar las supuestas cenizas del líder norcoreano Kim Jong-Il sobre la alfombra roja. El gesto no fue más que una artimaña para promocionar El dictador, película que se estrenará en Colombia el 20 de julio. Aunque Cohen todavía no se ha quitado la ropa de tirano, se sabe que su próximo rol será el de Freddie Mercury, líder de la banda británica Queen, fallecido hace 20 años.