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Entrevista con Danny Boyle: “Queríamos que el público sintiera como si estuviera en el cañón”

El director de ‘127 horas’ explica por qué se interesó en la historia de Aron Ralston, un montañista estadounidense que se amputó el brazo derecho luego de quedar atrapado entre una roca en el cañón Blue John, en Utah.

12 de febrero de 2011

Semana: Después de que ganó el Premio de la Academia a Mejor Director por su película Slumdog Millionaire en 2009, le debieron haber llegado muchas ofertas y podría haber escogido la que quisiera.

D.B.: Sí, te ofrecen muchas cosas, pero siempre quise hacer esta película. Lo que haces es tomar el poder que eso te da y lo utilizas para hacer una cinta en la que crees. El peligro es que lo uses en un proyecto vanidoso que nadie quiere ver. Nos convencimos de que 127 Horas, a pesar de que al principio parece imposible de verse, en realidad es una historia increíblemente fascinante.

Semana: ¿Cuándo arrancó el proyecto?

D.B.: En 2006 conocí a Aron y ya había leído su libro (Between a Rock and a Hard Place). Le dije: “Para poder ser testigos de lo que te pasó, tienes que hacer que la gente sienta como si estuviera en el cañón. Harán lo que sea para salir de ahí contigo”. Y de hecho, si ves la película con público puedes sentir que eso ocurre. La gente vitorea y grita y eso era lo que queríamos. Con un gran actor puedes lograrlo. Pero no podíamos llegar a un acuerdo sobre el enfoque porque Aron quería que fuera un documental dramatizado. Entonces le insistí: “Si te contratamos para que te interpretes, será terrible porque nadie lo creerá”. Es difícil de explicar, pero el poder que obtienes contando historias con actores talentosos es fenomenal y catártico.

Semana: ¿Entonces el obstáculo inicial fue que Aron quería que fuera un documental?

D.B.: No lo puedes llamar obstáculo porque es su historia. Debes tener mucho cuidado
 porque sería arrogante decir “¿quién me va a impedir hacer mi propia película?” porque él fue el que se tuvo que cortar el brazo. Claro, te desilusionas porque tienes esta visión febril de cómo quieres que sea y luego el tipo te dice “no, quiero que sea un documental”. Y cuando eso pasa tienes que respetar su decisión y decir “lo acepto”. Afortunadamente en 2009 cambiaron las cosas y pudimos hacer la película.

Semana: ¿El éxito de Slumdog Millionaire convenció a Aron de que estaba en buenas manos?

D.B.: Creo que sintió que podía confiar en nosotros y que si podíamos encontrar al actor idóneo estaba preparado para dejarnos hacerlo. Siempre estuvo nervioso y era lógico porque pudimos haber hecho lo que quisiéramos con su historia. Pero lo tranquilizó el hecho de que James Franco lo interpretara.

Semana: Una de las escenas más polémicas de la película es la de la amputación. ¿Le preocupó que fuera demasiado gráfica?

D.B.: Nos basamos en el libro, porque sabíamos que podía ser muy controversial si la llevábamos hacia el horror, pero igual de peligroso si la trivializábamos al hacerla demasiado fácil. Tratamos de mostrarla de forma muy fidedigna porque es una pieza de literatura de lo más extraordinaria. Me quedé sin aliento cuando la leí y pensé, “quiero esa cualidad”: que el público no pudiera verla, pero que al mismo tiempo sintiera la necesidad de hacerlo. No es algo fácil de ver y no debe serlo, de otra forma sería un truco.

Semana: Debe haber sido una experiencia de filmación muy íntima solo con Franco y los camarógrafos en ese espacio tan reducido. ¿No se volvían locos?

D.B.: Yo estaba afuera viendo en un monitor cuando hacían todas esas cosas y vuelvo a insistir en lo crucial que es trabajar con un buen actor. Es falso y lo estás viendo en una pantalla a dos metros, pero lo crees y te empiezas a sentir ansioso. Es muy raro lo que te pasa, pierdes la racionalidad aunque sabes que es James el que está ahí adentro y que tiene que irse a las seis para subirse a un avión con destino a Nueva York.

Semana: ¿Cómo participó Aron en el rodaje?

D.B.: Fue muy amable y nos dejó explorar áreas que no quería recordar y aún así no nos dijo: “Deben cortar eso”. Estoy seguro de que estaba inquieto, pero nos abrió la puerta de su vida y nos reveló mucho más material de lo que está en el libro.