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Lionel nació y creció en Rosario, Argentina, pero a los 13 años viajó a Barcelona donde desarrolló su talento. Desde que llegó a la primera división en la temporada 2004-2005 tuvo un impacto notable y ganó trofeos.

FÚTBOL

¿Es Messi el mejor de la historia?

El argentino demostró en esta temporada que cuando alcanza su mejor nivel es imparable. La pregunta de si superó a Pelé y a Maradona gana fuerza.

23 de mayo de 2015

El diario L’Équipe de Francia asegura que Lionel Messi superó a Diego Maradona, pero no a Pelé. El Káiser Franz Beckenbauer concuerda, pero cree que el Barcelona, el equipo que ha dominado la última década en Europa, sería un equipo cualquiera sin su genio. Sobre su desempeño este año, el periodista Jorge Barraza asegura en una columna reciente que a Messi se le debe disfrutar a cada segundo pues “ha hecho todo lo que un club puede pedirle a un jugador: ser la figura de cada partido, hacer montañas de goles, organizar todo el juego arrancando desde el medio y dar toneladas de asistencias”. Como estas, millones de opiniones y argumentos muestran que Messi está en la conversación con los más grandes. Y que de pronto es el más grande.

En diez años de carrera la Pulga ha sumado –hasta el cierre de esta edición– 453 goles, ha ganado siete ligas españolas, dos Copas del Rey y tres Champions League (con la posibilidad de la cuarta). En el proceso se convirtió en el máximo anotador en la historia de su club (408), de la liga española (284) y de la Champions League (77 goles). De paso, es el que más asistencias (pases para gol) ha producido en la historia de la competencia. Ha ganado 22 títulos con Barcelona y puede cerrar el año con 24. Estos logros dibujan la carrera de uno de los máximos exponentes del fútbol mundial en su historia. Ha ganado cuatro balones de oro, más que nadie y en años consecutivos. A Messi le restan como mínimo cinco años más de alta competencia y otro mundial más. Tiene todo en bandeja para ser el mejor.

Pero por ahora, los hechos recientes hablan por sí mismos. El 6 de mayo, en el Camp Nou, donde ha escrito la mayor parte de su leyenda, Messi rescató a su equipo de la maraña de un disminuido pero complicado Bayern de Múnich. Cuando Josep Guardiola, el director técnico rival, dirigió al argentino en el Barcelona se benefició de su magia cientos de veces. Esta vez, para su tristeza, la vio aparecer en su contra. Al minuto 76, Leo recibió fuera del área por el lado derecho, llevó el balón al centro, dio tres pasos y soltó un latigazo al primer palo. Así venció a una pared llamada Manuel Neuer por primera vez en la serie, y la definió. Lo hizo ver fácil. Al minuto 76 anotó su gol 76 en el torneo, y de paso empató a Cristiano Ronaldo en la lista de mayores goleadores de la Champions. Pero no satisfecho, tres minutos después lo superó. Recibió el balón a dos metros del área. A su ritmo y con su zurda embrujó a Jerome Boateng, y dentro del área enganchó tan sutilmente hacia su derecha que el defensor –campeón en Brasil 2014– cayó al suelo como un soldadito de juguete. Con su ‘debil’ pierna derecha, Messi elevó la pelota y venció de nuevo al mejor portero del mundo. El balón navegó en cámara lenta y ni así le pudo llegar a un último defensor, fue una pintura que encapsula su año.

Messi, una vez más, como Neo en The Matrix, derrochó la clase que levanta al fanático de su silla, que lo devuelve a la infancia. El enganche a Boateng inspiró memes y hasta un reguetón, La cadera de Boateng. El mejor del mundo hizo lo que hacen los mejores del mundo. Impactó partidos claves e impactó la cultura.

Por eso, 2014, un año complicado para Messi, parece lejano. Barcelona buscaba una nueva identidad y el jugador sufrió problemas físicos. Los números no lo reflejaron del todo, anotó casi 60 goles en la temporada, pero lucía humano y controlable. Y hasta en su momento más vulnerable dio una mano a su selección en la Copa Mundial. Solucionó partidos difíciles como el de Irán, que destrabó con un golazo al minuto 90, y aportó lo suficiente para sellar un cupo argentino en la final después de 24 años. Leo recibió con amargura el premio al mejor jugador de Brasil 2014, sabiendo que no lo merecía y que en forma plena el desenlace hubiera sido distinto. No cumplió con la misión de levantar el trofeo. Pero desde esa amargura preparó su regreso a la cima.

En 2015 Messi montó un show. Aprovechó la calidad de sus compañeros de ataque, Neymar Jr. y Luis Suárez, para elevar su juego y redondear una temporada avasalladora en liga, en copa, cuya final jugará el 30 de mayo contra el Athletic de Bilbao, y en Champions League, cuya final disputará el 6 de junio contra Juventus . Como en las épocas de Josep Guardiola, aunque con un fútbol de conjunto distinto implantado por Luis Enrique, Messi se ha echado el equipo al hombro y lo tiene al borde de su segundo triplete de liga, Copa y Champions en la historia. El Messi que logró el primer triplete del club en 2009 y brilló en 2011 regresó recargado con una facilidad y gusto por filtrar balones y dirigir un tridente de ataque imparable, el ‘MSN’ de Messi, Suárez, Neymar Jr.

Es imposible resolver el debate sobre si Messi es el mejor del mundo, pues para muchos es necesario que gane un mundial. Pero a cada logro que alcanza con su club el debate gana fuerza. Sus logros son impresionantes, y el cómo también suma.

El dueño del trono, Pelé, y su contrincante permanente, Diego Maradona, sellaron sus mitologías en Copas del Mundo. Johan Cruyff y a Alfredo di Stéfano entran en la discusión por su categoría y sus logros a nivel de clubes, pero no ganaron mundiales. Pelé triunfó en el Santos de Brasil y en su selección. Messi ha sido estable en el Barcelona, con altibajos en la Albiceleste, mientras que Maradona hizo carrera en Argentina, falló en Barcelona, elevó a un equipo menor como el Nápoles a vencer a superpotencias como el A.C. Milán y Juventus en la liga italiana, y llevó a su selección a la gloria en 1986.

Desde el punto de vista del estilo, un subjetivo criterio de comparación, Messi se pega el balón al guayo y domina el ritmo y el espacio: frena, redirige, acelera, frena, pasa el balón a voluntad, con la velocidad, altura y ubicación perfectas en espacio reducido. Maradona regaba rivales con brío y talento, hizo ver mal a los defensas ingleses con el que tal vez es el mejor gol de la historia de los mundiales. Pelé, con tres goles, a sus 17 años, en la final de la Copa Mundial de 1958, con su uso de pies y cabeza, con goles legendarios en el Santos y con una jugada que ni siquiera terminó en gol (cuando casi vence al portero de Uruguay tras dejarlo pasar sin tocar el balón), se presenta como el más completo. Pero opiniones abundan. Que cada cual saque sus conclusiones, pero Messi tiene 27 años, aún no ha llegado a la cima de su carrera y parece dispuesto a asumir el trono indiscutido del fútbol mundial.