Home

Gente

Artículo

homenaje

Estrella fugaz

Con la muerte de Kaleth Morales se apaga la voz del más grande exponente de 'la nueva ola' vallenata.

26 de agosto de 2005

"Te veo y me siento como aquel que está muriendo de la dicha porque tiene al lado a la mujer que ama". Esta estrofa de la canción Vivo en el limbo ya se había convertido en un himno para los amantes del vallenato, y su compositor, Kaleth Morales, de 21 años, alcanzó a tocar la fama con ella. Y cuando apenas disfrutaba del éxito, encontró la muerte, lo cual de seguro contribuirá a que su nombre y sus letras se inmortalicen dentro de la historia del folclor colombiano del nuevo siglo.

Como consecuencia de esta tragedia, en Valledupar se está hablando de que las nuevas generaciones de cantautores de este género tienen un destino trágico, con una sentencia fatídica que se cierne sobre aquellos que alcanzan el éxito. Kaleth encontró ese destino en la misma carretera que transitó cientos de veces entre Valledupar y Cartagena, dos puntos fundamentales en su crecimiento personal y musical. La primera porque fue la ciudad donde nació, creció y aprendió a amar el folclor vallenato. La segunda, porque allí estudió medicina y formó su grupo musical con el que logró meter en el corazón de los colombianos canciones como Vivo en el limbo.

En menos de un año se convirtió en el máximo representante del movimiento folclórico conocido como 'la nueva ola' que le ha dado un toque moderno al vallenato, haciéndolo atractivo para los públicos jóvenes, sin perder la esencia del género y el sentimiento que transmite a sus seguidores. Sólo el sábado anterior, en el Concierto de Artistas Colombianos, había hecho vibrar a más de 40.000 personas en el estadio El Campín de Bogotá.

Su muerte, que conmovió a Colombia, fue igual que su vida, a toda velocidad. "Vivía cada día como si fuera el último. Siempre vivía a millón", recuerda uno de sus amigos de colegio. La hiperactividad que lo caracterizó desde niño se incrementó cuando inició en firme su carrera musical. Sus compromisos lo obligaron a multiplicar las 24 horas del día para cumplir apretadas agendas de conciertos. Este fin de semana tenía compromisos en Cartagena, Popayán y El Banco, citas que no pudo cumplir.

Las calles de la capital de Cesar parecieron detenerse en el tiempo mientras sus habitantes esperaban la llegada del féretro proveniente de Cartagena. Los sonidos fúnebres de las trompetas que salían de los parlantes callejeros, que al unísono sintonizaban la misma emisora, rendían un homenaje al joven Kaleth, con una sensación de tristeza y dolor profundo.

Kaleth nació en una familia musical. Era hijo del compositor y cantante Miguel Morales, miembro durante muchos años de Los Diablitos del Vallenato, y Nevis Troya, musa de muchas canciones de Miguel. Aprendió a caminar mientras escuchaba cantar a su padre y dijo sus primeras palabras al son del vallenato. Cuando tenía 13 años, Kaleth grabó a dúo con su padre la canción Tu forma de amar. Con ella demostró que tenía madera para el canto, aunque su padre no quería que se dedicara a la vida musical, por lo que estudió medicina. Apenas terminaba su carrera grabó su primer y único trabajo musical, La hora de la verdad.

Aunque nunca aceptó el apelativo del 'rey de la nueva ola', Kaleth sabía que él era uno de sus motores. "La nueva ola del vallenato es un movimiento de unos muchachos de la región del país vallenato que salieron a hacerle frente a otro grupo de jóvenes que estaban en el interior del país, manejando el concepto de vallenato balada", dijo a SEMANA el compositor y coordinador regional de Sayco en Cesar, Alberto Murgas. "Los muchachos de la región salieron a defender el vallenato clásico. Por eso graban canciones viejas pero con su nuevo estilo". Aunque su grupo fue el último en llegar a hacer parte de este movimiento, fue el más contundente con Kaleth a la cabeza, "porque tenía un estilo diferente, pegajoso, sabía hablarle al público desde la tarima, su voz fuerte lo acompañó mucho".

En efecto, Kaleth tenía magia al cantar. Su cuerpo se movía con facilidad al son de los instrumentos típicos del folclor, que, mezclados con instrumentos de percusión y otros más modernos, hacían que sus canciones La hora de la verdad; Te llamo, te busco; Mis cinco sentidos, y Reina de mis sueños fueran una invitación directa a soñar con la música.

La muerte de Kaleth Miguel Morales Troya trajo a la memoria de los vallenatos la tragedia que ha caracterizado a los artistas del folclor del Valle del Cacique Upar. Parece que la muerte los persiguiera cuando están en la cima, cuando alcanzan la fama. El fallecimiento de los compositores Fredy Molina, Octavio Daza, Armando Moscote, Hernando Marín; los acordeoneros Héctor Zuleta Díaz y Juancho Rois, y los cantantes Adaníes Díaz, Patricia Teherán, Rafael Orozco y Jesús Manuel Estrada, todos muertos en circunstancias trágicas, demuestran esa sentencia fatal que cubre a los exponentes del folclor vallenato. "Parece una maldición", dicen los abuelos, que no los deja saborear las mieles del éxito.