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Padre Gabriel Izquierdo, exdirector del CINEP. | Foto: Archivo SEMANA

LUTO

El defensor de la paz que murió horas antes de la firma del acuerdo

El padre Gabriel Izquierdo, exdirector del CINEP y defensor de los derechos humanos, murió este domingo a pocas horas de que el conflicto entre el Gobierno y las FARC termine oficialmente.

26 de septiembre de 2016

Parece una ironía. El padre Gabriel Izquierdo, famoso defensor de los derechos humanos y quien luchó incansablemente porque el país consiguiera la paz, murió este domingo 25 de septiembre a los 72 años, un día antes de que el Gobierno y las FARC firmen el histórico acuerdo que pondrá fin a más de 50 años de conflicto. Su trabajo de toda una vida rindió frutos, pero él no podrá apreciarlos.

El sacerdote jesuita conoció el conflicto de primera mano a mediados de los años 70 cuando viajó a Cauca y al Pacífico colombiano para conocer los movimientos campesinos que surgían en esa parte del territorio nacional. Esa experiencia lo marcó y lo impulsó a seguir investigando sobre el tema y a interesarse en la defensa de los derechos humanos.

Junto a un grupo de amigos fundó el Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP) en 1972 y desde allí comenzaron a investigar sobre el conflicto armado que afectaba a las regiones más apartadas de Colombia, sobre la situación del campo y sobre los conflictos de tierra que se generaban a causa de la explotación de los recursos naturales.

El CINEP creció con el pasar de los años y las investigaciones, e Izquierdo Llegó a ser director entre 1994 y 1998. Fue una época dura, pues los grupos armados –especialmente los paramilitares, en muchos casos en complicidad con Ejército Nacional– tenían entre ojos a los defensores de derechos humanos. Muchos de los investigadores que trabajaban con él fueron amenazados y asesinados.

El momento más duro de su vida, de hecho, fue cuando mataron a Mario Calderón y Elsa Alvarado, dos de sus mejores amigos, el 19 de mayo de 1997. “Siempre que pienso en eso se me desbarata el corazón. Yo no puedo dejar de llorarlos. Sobre todo cuando pienso que lo único que estaban haciendo era un bien. Perder a un amigo es de las peores cosas que me han pasado en la vida. Yo no sólo perdí a Mario en esta lucha: a mí me han matado 34 amigos. Es tan doloroso como absurdo”, le dijo el padre a El Espectador hace cuatro meses, cuando le pidieron rememorar esas épocas difíciles.

La situación fue tan tensa, que tuvo que reunirse cara a cara con Carlos Castaño, comandante de las autodefensas, a quien le reclamó por las muertes de sus amigos y a quien le dijo que no iban a dejar de trabajar por los derechos de los campesinos.

El padre Izquierdo sobrevivió a su paso por el CINEP y llegó a ser asesor de Naciones Unidas, miembro de la Comisión de Conciliación Nacional de la Conferencia Episcopal y mediador en la liberación de varios secuestrados. En los últimos años estuvo muy pendiente del acuerdo con las FARC y siempre defendió la negociación.

Hoy, de haber estado vivo, estaría muy contento por el acuerdo de paz, pero también estaría mirando hacia esas zonas del país que aún viven bajo el yugo de otros grupos armados como el ELN y las bandas criminales. 

Su legado quedará en el corazón de muchos campesinos, víctimas de la violencia e investigadores de derechos humanos, quienes en el momento en el que el presidente Santos y Timochenko firmen el documento de 297 páginas que termina el conflicto armado, dedicarán un momento en medio de la alegría para honrar la memoria de alguien que luchó toda su vida por la paz.